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La concertada, desconcertada.

Salute, camerati:
Cuando llegó la tele a casa de mi tía Julia, una Lavis, año 1965 -a mi casa llegó dos años más tarde, no era cuestión de derrochar-, uno de los programas que más me gustaban era “CESTA Y PUNTOS”. Que era un programa donde los “niños” de los colegios más “distinguidos” de España, es decir, de los colegios religiosos, llevaban a sus alumnos y se enfrentaban en conocimientos, y no del “medi”, como ahora, sino el de verdad de toda la vida: gramática, aritmética, historia, etc…

Los equipos que salían a competir se llevaban premios, que a mi, un niño de barrio-barrio, me parecían fantásticos, como de otro nivel social y es que, realmente, lo eran: colegios de curas. Y sus alumnos llevaban ropa buena: pulligans, chaquetas y corbatas. Y, por supuesto, chándals, prenda que no se popularizó hasta la ley Villar-Palasí (cualquier día le quitan el nombre a un montón de colegios que llevan su nombre, por franquista y capaz).
La diferencia con mi colegio -un colegio nacional, por supuesto- resultaba evidentísima: nosotros éramos más de uniforme a rayas, como los soldados españoles en Cuba. Segregados por sexos: se ha demostrado que los niños se echan a perder si comparten demasiado pronto las astucias y habilidades de las niñas. Desgraciadamente, los hechos nos han dado la razón a los favorables al “apartheid” chicos-chicas.

Aprovechando el reciclaje de periódicos para la formación del espíritu nacional de las élites.
Métodos pedagógicos modernos y eficaces en la enseñanza franquista: el Google-Enciclopedia Alvarez, y si no te lo sabías, al feng-shui del rincón de pensar. Equilibrio moral e intelectual al alcance de las clases humildes.
Las influencias de la Italia de los años 30 fueron evidentes: “Libro e moschetto…”.

La culpa, como siempre, del franquismo.

Ya sabéis, Franco, el dictador genocida, se le ocurrió para fastidiar, como siempre, aprovechar la bonanza económica que, a pesar de su incompetencia, se produjo en los años 60, extender la educación de los españoles, dejando la mayor libertad posible a los padres, -padres, incluía a las madres-, y ninguna tenía que tomar pastillas antidepresivas por culpa del heteropatriacado, o a lo máximo una copita de anisete Bendor con el optalidón y au. Pues bien, Franco encargó a un valenciano de Ruzafa, cultísimo, inteligente, políglota -sabía 15 idiomas- y además era karateka, don Vicente Villar Palasí, que reformó en 1970 la educación española de cabo a rabo.

La Ley Villar Palasí introdujo, entre otros avances, la enseñanza primaria obligatoria de los 6 a los 14 años, contemplada en la EGB, y puso en marcha el BUP y la Formación Profesional. Después se creó la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Gracias a esa ley facha, los hijos de la clase media y trabajadora, aunque fuéramos 40 alumnos en cada aula, se aprendía, porque todos los maestros de primaria y los profesores de enseñanza eran respetados. Ir a un instituto era garantía de calidad. A los colegios privados, en cambio, acudían los pijos, no especialmente dotados para el estudio.

Las víctimas de la LOGSE y los títulos fake.

Luego, en los 80, llegó la LOGSE, con los malvados Maravall y Rubalcaba, que echó por tierra los avances de la Ley Villar Palasí. rebajando la calidad de la enseñanza pública y devaluando todos los títulos educativos.

Después de la LOGSE, la LOCE, la LOE y la LOMCE, todos ellas del binomio PSOE-PP, que llevaron el deterioro de la educación en España, que es como decir de la propia Nación española, de la misma manera que se acabó con la mili, por mucho que la Constitución de 1978 hablara del derecho-deber de defender la Patria con las armas.

La ley de desmemoria histórica contra la educación.

Y, claro, llegó Zapatero y la “izquierda Disney”. Aquí, los chicos de Compromís tomaron la Conselleria de Educación como algo “suyo”. El objetivo: desmontar cualquier idea de respeto a lo español y abrir campo a los catalanistas. Valga un ejemplo del Marzá, el conseller “milhomens”:

Este enemigo íntimo de Moni-Kamala Oltra pretende cambiar el nombre del Colegio Villar Palasí de Sagunto por el de Gloria Fuertes.

Como sabéis, Gloria Fuertes, además de feminista, lesbiana y millonaria con piso en la Castellana de Madrid, fue la creadora del famoso “Un globo, dos globos, tres globos…, la luna es un globo que se me escapó”, cancioncilla representativa de la debacle cultural, infantiloide y cursi fruto del Vaticano II, pasado por “el verano de las flores” californiano, “el sesentayochismo”, parisino y el “folleu, folleu, que el mon s’acaba” ácrata de la terreta. Nada de esta época boba -los 70-, habrían hecho un daño irreversible, pero la incuria lectora, crítica, intelectual, de nuestras clases dirigentes(¿).
Porque mirad en qué se ha convertido el pensamiento de la clase media española con ínfulas de riquismo:

Amo a Laura: o la derecha de los Teletubbies.

El video no tiene desperdicio. Es como si lo cantaran los del colegio Guadalaviar, ya sabéis… la Obra.

El caso es que la feministra, señora Celaaaaaaaaaaaaaaaaaa, que lleva a sus niñas a un colegio superguay, concertado, segregado, religioso y pijísimo: Las Irlandesas. Es en realidad, como si fuera privado. Hay una misa, por cada clase, cada dos semanas y, al menos dos veces al año, se celebra una misa conjunta en la que participa todo el colegio.

El caso, es que, al parecer, la reforma Celaaaa, pretende hacer pagar a los padres que llevan a sus niños a los colegios concertados, más pasta, hasta convertirlos en colegios. Porque, lo de eliminar el español como “lengua vehicular”, es decir, quitarle la obligatoriedad de su enseñanza, ha sido un peaje, otra bajada de pantalones del presidente Judas-Sánchez, para que los de la Esquerra Republicana de Cataluña y los de Bildu, les aprueben los Presupuestos de la Ruina.
Pues bien, los padres -y madres-, de la concertada, parece que se han empezado a movilizar. Un poquito, eh, solo la puntita, globitos, lacitos… Y de banderas nacionales, pues muy poquitas. Casi ninguna…

El presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, denunció ayer «obstáculos y trabas» del Gobierno a la escuela concertada y pidió una ley de educación «sólida» que respete la elección del centro por parte de los padres y que «no quite» del currículum la clase de Religión.
La concertada -la Conferencia Episcopal, vamos- buscó a la desesperada el apoyo de Oriol Junqueras desde la cárcel. Y de “Pelomocho”, también, claro. Y es que son muy meapilas y parroquietes.

Como veis, amigos, que la lengua española desaparezca de los colegios y que se hable solo en los medios de comunicación de “masas” y de “pasas”, de “libertad de enseñanza”, de “libertad de los padres” y de “valores religiosos”, obviando el fundamento de todo ello, que es el proyecto de unidad de la Nación, deja a todo el mundo retratado: la derechita cobarde va a lo suyito: que a sus niños no les falte de ná, eso sí, cargándolo a su presupuesto público, que eso va a escote.

Los patriotas, con la Patria.


Somos disciplinados, prácticos y decididos. Sabemos que debemos apoyar las movilizaciones. Pero no llevaremos “lacitos” naranja. Las naranjas nos las comemos y, a veces, cada vez menos, nos ponemos las camisetas de ese color cuando gana el Valencia. Pero sabemos que esta pelea, como todas las que esta derecha meapilas y tontorrona pierde por su falta de visión política y de agallas, debe centrarse en el sentido de la propia Nación, de España.
Porque nosotros, que venimos de la escuela realmente emancipadora de los años 60 y 70, de la que nuestros padres se sentían especialmente orgullosos de llevarnos a un colegio nacional, en los que no había lugar para blandenguerías, educaciones para la ciudadanía, ni 8 de marzo, ni Greta Thunberg ni demás zarandajas progres, nosotros, la gente que viene de abajo, decimos con Ramiro:

Por consiguiente, camaradas, sintámonos orgullosos del lujo de ser españoles y luchemos por ello, con nuestra fuerza, con nuestro honor, con nuestra bandera…

Vuestro camarada y amigo Otto.