Categorías
Artículos

C.A.F.E

Camerati, amici, compagni:

Cuentan las crónicas que, en los días previos al Alzamiento Nacional de julio de 1936, en Ketama, Marruecos, tras las maniobras realizadas en “Llano amarillo”, el Alto Comisario de España en Marruecos, Álvarez Buylla, no pudo dejar de comentar al general Gómez Morato lo arriesgado que había sido celebrar unas maniobras en ese momento, en un ambiente tan crispado y repleto de anuncios del comienzo de un golpe militar. Durante la comida, que puso fin a las maniobras, antes de que cada unidad volviese a sus cuarteles, la oficialidad más joven comenzó a brindar al grito de: «¡café, ¡café!». Era el teniente coronel Yagüe, jefe del Tercio, que resultó clave en la elección del General Franco como Jefe Militar y Político del Alzamiento.

Álvarez Buyllas, al oírles gritar «¡café!» preguntó por qué lo pedían si no había terminado la comida. «¡Café!», era el acrónimo de Camaradas Arriba Falange Española. Y es que la mejor fuerza de maniobra de España, estaba ya en ebullición. Al llegar los postres todos los oficiales presentes, como un solo hombre, comenzaron a cantar el «Himno de Infantería»; «Ardor guerrero».

La fuerza de las ideas: el Ki

En aquellos momentos, el Ki, el “C.a.f.e.” que es como llaman en el budokwai a la fuerza de la Idea que mueve el universo, había calado en aquella, en lo que el mejor de los parlamentarios de la CEDA, Gil-Robles,

tan buen orador, como acomplejado político, como si fuera un “maricomplejines” precedente del marianorajoyismo, dijo: «Desengañaos, señores diputados, una masa considerable de la opinión pública española que es, por lo menos, la mitad de la nación, no se resigna implacablemente a morir».

Y, claro, ante el fraude electoral y la violencia de la chusma de febrero de 1936, con tantas similitudes a la intentona del golpe separatista sucedido en Cataluña el 1 de octubre del 2017,

las “masas sueltas”, sintiéndose respaldadas por “los suyos”, recuérdese que todos los criminales del golpe de estado llamado “Revolución de octubre”, en 1934,

habría de surgir la violencia en defensa propia.

Esa chusma, digo, compuesta por milicias perfectamente armadas y disciplinadas al modo militar, dio lugar a la “dialéctica de los puños y las pistolas”, es decir, a la violencia contrarrevolucionaria, por pura salvaguarda política y personal.

Porque la CEDA ya no podía decir a sus votantes: “sed buenos, que la República burguesa contendrá al salvajismo”, ya que aquella CEDA, tan blandurria como el PP de Mariano-Casado,

a la que no importaban -ni importan- los valores de ley y justicia y unidad nacional, si podía conseguir sus objetivos burgueses de mantenimiento en el poder y disfrute de sus prebendas. Y entonces pasó lo que tenía que pasar: la radicalización política para la supervivencia de un cuerpo social, que percibía su más que posible extinción y que millones de españoles buscaran protección en otros partidos, que no eran partidos al modo clásico-burgués, proletariomarxista,

sino que era un Partido-Movimiento Nacional, que respondería a la palabra, con la palabra, pero a la fuerza, con la fuerza. Aquí el discurso del Teatro de la Comedia, la fundación de la Falange:

Y el líder de esa fuerza que amalgamó de forma magnética a lo mejor de la Nación, de la Patria, de España, estaba encerrado en la prisión, primero en la modelo de Madrid, luego, ante el temor de que lo pudieran liberar en un golpe de mano de los falangistas para rescatar al Jefe, en la de Alicante por “tenencia ilícita de armas” y “actividades sediciosas”, desde marzo de 1936, cuatro meses antes del 18 de julio.

El resto es historia de España. De la buena. José Antonio se defendió a sí mismo y a su hermano Miguel y su cuñada Margarita Larios, que también estaba detenida desde la sublevación. El domingo 15 de noviembre tuvo acceso al sumario. El lunes 16 comenzó la vista oral, el 18 fue condenado y el 20 fusilado.

El Tribunal Popular (antes Especial) Provincial de Alicante estaba presidido por tres magistrados y un jurado con representantes de partidos y sindicatos, fundamentalmente de la CNT.

Como parte del alegato ante el “tribunal” del comité político, José Antonio dijo:

La política de las derechas respecto de mi partido ha sido siempre la misma; querer aprovechar el brío combatiente de mis muchachos (…) Eso sí, querían impedir a toda costa, pero a toda costa, que a estos muchachos los dirigiera yo. ¿Por qué? Porque dicen que estas cosas que yo decía de la tierra y demás eran señuelo que yo utilizaba para atraer a las clases obreras, porque las derechas tienen el error de creer que a las clases obreras se las atrae con señuelos (…) Las derechas tienen esa actitud respecto de mí, pero en cambio dicen: «Esos miles de chicos valerosos, arrojados, un poco locos si queréis, esos son utilísimos. Con estos tenemos que contar nosotros». Y entonces me maquinan disensiones dentro de mi movimiento. (…) surge mi encarcelamiento y la ocasión es «pintipirada»: ahora sí que es fácil levantar el coraje de estos chicos magníficos, valerosos y un poco ingenuos, sin que se nos interponga el majadero ese que nos viene con la cosa de la reforma agraria y del Movimiento-Nacional-Sindicalista.”

También se apoyó en que ninguna de las listas que se habían incautado a los militares detenidos en las zonas donde fracasó el golpe figuraba su nombre. Pero añadió:

De mí, por ejemplo, no os voy a decir hipócritamente que no me hubiera sumado a la rebelión. Creo que en ocasiones la rebelión es lícita y la única salida de un período angustioso.”

Además, negó las noticias que llegaban de los suyos:

“Las ferocidades de que el señor fiscal me da ahora la primera noticia; atrocidades que por otra parte me va a permitir que ponga en cuarentena, porque sé que mis camaradas no son capaces de cometerlas.” 

Luego su estrategia pasó por exigirle al Tribunal «alguna prueba positiva» de su participación en el golpe de Estado y sus palabras pasaron a ser más dramáticas:

“Os digo que prefiero con mucho no morir (…). El historiador Thomàs señala que fue clave para su condena el cambio de gobierno en el que Largo Caballero colocó al anarquista de la CNT, Juan García Oliver, como ministro de Justicia, que es el pistolero de bajo y que murió tranquilamente en México a los 80 años, escapándose como la rata que fue y dejando a sus “compañeros anarquistas” que pagarán sus culplas.

Este convocó al juez para exigirle la condena. Al mismo tiempo, sentencia el historiador: «José Antonio había participado en la gestación del golpe y había implicado a la Falange de pleno en él, aunque judicialmente fuese difícil de probar… ante un tribunal ordinario, dada la endeblez de las pruebas. Pero el Tribunal Popular no era un tribunal ordinario, sino político, y el veredicto condenatorio estaba asegurado». El “comité popular”, deliberó durante cuatro horas y aceptó todos los cargos del fiscal. Largo Caballero, que era el Presidente del Gobierno, firmó el «enterado». Prieto quiso evitar la condena, pero tuvo más peso García Oliver y Largo Caballero calló y “acató” la sentencia.

Una muy buena entrevista sobre “Las últimas horas de José Antonio”, de José María Zavala:

Hay algo mejor que la nostalgia, la acción

Pues para homenajear a nuestros caídos, fuimos un grupo de patriotas a Alicante el domingo pasado.

Y allí, nuestro líder, José Luis Roberto, dijo unas palabras en el acto de unidad patriota con la Falange de Alicante y la presencia de su Jefe Nacional, el camarada Andrino.

En síntesis, José Luis habló de la imperiosa necesidad de unión y jerarquía, que significa, respeto al mando y ejecución pronta e inmediata de las órdenes recibidas, porque siendo como somos, un grupo minoritario, solo el orden y el aguante propio de una “falange de hoplitas”, puede conservar la “línea” de combate. Porque combate va a haber y de todo tipo: ideológico, político, cultural, judicial, etc. Y no es bueno, pero nada bueno, que siempre recaiga el esfuerzo sobre los mismos.

Hoy, los veteranos, están y estarán “impasibles al ademán”, pero pronto, muy pronto, la gente joven,

con su inexperiencia, tal vez con su ingenuidad y nobleza,

se acercarán por atracción ética y estética a unos principios e ideales que se consideraban hace poco periclitados.

Démosle la bienvenida a toda incorporación de los jóvenes, y que no vean en nosotros meramente a gente nostálgica. Volver una y otra vez al pasado no es plato de gusto para la gente nueva, porque es como hablar de un mundo que ya desapareció, cuando de lo que se trata para la juventud es de la creación de un mundo nuevo.

Y ahí va la canción, el himno italiano del origen del creador de nuestros ideales:

¡¡¡ARRIBA ESPAÑA!!!

Vuestro Otto.