En las pasadas fiestas de Onda vimos algo inédito: 40 manteros subsaharianos se apropiaron del centro de nuestra ciudad haciendo competencia desleal a los comercios que pagan sus impuestos, sus alquileres y ofrecen productos garantizados. Para el que lo ignore, los manteros son explotados por redes mafiosas que les indica el camino de la inmigración a Europa y una vez aquí, los forma para ejercer de “manteros” y les provee de material para ejercer. Lo más sorprendente es que el gobierno municipal no prohibiese terminantemente esta actividad que perjudica a nuestro comercio y ofrece productos, habitualmente falsificados, de dudosa calidad.
Vale la pena no tomarse a broma este episodio. Nuestro comercio local, el pequeño comercio de toda España, bastante tiene con la prolongación de la crisis económica y los impuestos abusivos, para soportar ahora la competencia desleal e ilegal de manteros atraídos por la pasividad de nuestras autoridades ante este tipo de actividades. Animamos a los pequeños comerciantes a que actúen contra este tipo de actividades que lesionan sus intereses, ¿cómo? Cartas de protesta, denuncias contra quienes protagonizan estas actividades o no hacen nada para erradicarlas, explicaciones a los vecinos de porqué es intolerable que ve vendan de manera descontrolada productos mientras otros tienen que cumplir sus deberes fiscales, pagar alquileres y presentar trimestralmente contabilidades y declaraciones de IVA… todo eso está a su alcance a poco que se organicen y protesten.
El que los manteros estén por todas partes y el gobierno prefiera que se ganen la vida perjudicando al pequeño comercio para evitar alimentarlos a cargo de los presupuestos generales del Estado, no es excusa para que nuestro ayuntamiento no haya hecho nada. Una de las funciones de los ayuntamientos es preservar que se cumplan las normativas municipales. Ponga usted, nacido aquí, una manta en cualquier calle céntrica, vendiendo cualquier cosa sin licencia, y verá lo que le ocurre. Dos pesos, dos medidas.
Falta de autoridad, descontrol, desinterés, miedo a cómo reaccionarán los subsaharianos si se les levantan las mantas, etc, todo ello induce a nuestro gobierno municipal y a los de muchos ayuntamientos de nuestro país a callar y tragar: sopesados los riesgos, terminan juzgando que los pequeños comerciantes locales son mucho más dóciles y nunca agredirán a la policía local. Pero, resulta evidente, que ni en Onda, ni en el resto de España las cosas pueden seguir así.
Un subsahariano llega saltando la valla de Melilla o en patera. Así, comete su primera ilegalidad. Luego el propio gobierno le lleva de Melilla a la península a cargo del Estado y pasa sesenta días, gustosamente, en un centro de detención al cabo de los cuales lo ponen el libertad. El cómo sobrevive a partir de ese momento depende de las ayudas públicas en el mejor de los casos, del trapicheo o del trabajo negro en el peor, es decir, que se sigue manteniendo en plena ilegalidad. Finalmente, en la dirección postal que ha dejado –inevitablemente inexistente– recibe un papel de expulsión en el que se le conmina a abandonar España en el plazo de 72 horas… expulsión que, por supuesto, nunca termina con el inmigrante ilegal yéndose de España, sino que dos años después, recibe los papeles (permiso de trabajo y de residencia) como premio a esos dos años de ilegalidad absoluta…
Todo esto es tan absurdo e impresentable que lo más incomprensible es porqué el PP, Rajoy, no hace absolutamente nada, porque la oposición calla (seguramente porque fue el PSOE en el período de Zapatero quien redactó el reglamento de extranjería por el que se rige todo este absurdo) y porque los medios de comunicación miran a otro sitio. ¿Cómo se puede hacer entender que España es un “Estado de Derecho” a gente que desde hace dos años ha entrado ilegalmente, se ha mantenido ilegalmente y vive al margen de cualquier norma que nos obliga al resto de ciudadanos?
Pero, como decimos, el que el absurdo se haya instalado en España, no quiere decir que en Onda deba imperar también. Este año, cuarenta manteros se han instalado durante nuestras fiestas. Que no vuelva a ocurrir. Que el próximo año, cuando Aguilella ya no esté al frente del Ayuntamiento, el nuevo gobierno municipal tenga fuerza, autoridad, capacidad, responsabilidad y decisión para defender al pequeño comercio local, evitando la presencia de los manteros y facilitando a nuestro pequeño comercio la supervivencia.
Porque una cosa es la presencia de manteros y otra que el gobierno municipal haga “el manta”.
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