Camerati, amici, compagni, salute.
El lunes es el día de la Bestia, el 8 de marzo, y de acuerdo con los designios del Nuevo Orden Mundial, tendremos aquelarre:
De la mujer trabajadora, a la mujer explotadora.
La verdad es que, como en tantas otras ocasiones, fue cosa de justicia que se protestara contra la explotación real, comprobada e injustificable de la explotación de los más débiles entre los débiles. Y fue por algo que se ha ido olvidando, a base de propaganda, pasta y sinvergonzonería. Porque en su origen, al parecer general, se trataba de defender a las mujeres trabajadoras, conmemorando el incendio provocado en la Cotton Textil Factory, el 8 de marzo de 1908, para acabar con una huelga por un patrón sin escrúpulos.
Pero, con el paso del tiempo, el mal fue adueñándose de una causa justa y se fue dejando de lado lo más propio de la feminidad, para convertirla en una parodia vengativa, un invento para constituirse en un reclamo perpetuo y exigente contra los varones y contra las mujeres que quieren seguir siendo mujeres, sin subvenciones, cuotas, mafias, ni lobbys que se ponen “morados y moradas” nunca mejor dicho, con el truquito de marras.
El surgimiento de la “segunda ola” feminista.
Sí, exactamente, esto es como el “coronavirus” ideológico de nuestros tiempos. Una vez conseguida la igualdad jurídica, tras una continua lucha de las propias mujeres, y no exclusivamente de las “izquierdas”. Recuérdese como a Victoria Kent no le parecía bien que las mujeres votasen, porque lo iban a hacer a las “derechas”, como de hecho y de derecho ocurrió en las elecciones democráticas republicanas, en noviembre de 1933.
Con este legítimo reclamo se colaron otros, de corte ideológico marxista que pretendía eliminar las cargas domésticas de la mujer y sustituir a la familia por el Estado. «La sociedad se hará cargo de todas aquellas obligaciones que antes recaían sobre los padres. Educadores inteligentes convertirán (al niño) en un comunista consciente de la magnitud de esta inviolable divisa: devoción a la vida colectiva» (Aleksandra Kolontái).
Básicamente, es un sistema donde el “aparatchick” comunista”, viven muy bien y a los hijos de las clases trabajadoras, los llevaremos a los sistemas públicos “del Estado”. Esto es, como llevan su vida “socializada”, los marqueses de Galapagar,
cuyos costes familiares -criadas, asesoras, enfermeras, guardias civiles, chóferes, etc-. son pagados, cuidados, protegidos y mimados por el Estado español. Es decir, con los impuestos que pagamos los currantes.
La tercera ola, la cuarta: los mutantes y las mutantas.
El movimiento social y cultural que se inició buscando igualdad jurídica entre hombres y mujeres, la igualdad ante la ley -conseguida plenamente en España por una ley del Caudillo, la de 2 de mayo de 1975 -que, por cierto, también celebraba el día de la mujer trabajadora en 1975-
se convirtió en una “mutación”, en una “perversión”, en una “aberración”, en una guerra civil de las mujeres contra los hombres, financiada por quienes buscan la destrucción de las sociedades occidentales diferenciadas, con raíces, historias propias, recuerdos, afectos y desafectos, pero con sentido de la trascendencia espiritual más allá de nuestras existencias mortales.
Sexo no, género y el/la/ lo que yo te diga
El género como una construcción social y cultural diferenciada del sexo biológico -esto es marxismo puro, del tipo gramsciano, para ser más exacto-
Es lo que se pretende para carcomer una sociedad. Porque cuando algo es todo (o puede serlo a voluntad del poder utilizando los medios de comunicación) termina por perder su esencia, lo más propio de sí. La mujer pierde su condición específica de maternar y virtualmente se invisibiliza y pierde su importancia social natural que la diferencia de los hombres: la capacidad de procrear, de dar vida a la sociedad, de ser madre de acuerdo con su propia naturaleza biológica, en definitiva.
Desde el poético «En la calle codo a codo, somos mucho más que dos», hemos llegado a la afirmación de Andrea Dworkin, que es como la jefa mundial del feminismo.
Para ella, el matrimonio no sería más que una «licencia legal para la violación».
Andrea murió sola a los 58 años de un ataque al corazón y por culpa del colesterol que tienen los helados, los perritos calientes y los “burritos jalapeños” inventos heteropatriarcales, micromachistas y violadores, porque se incrustan en las arterias, que son femeninas como todo el mundo sabe.
Mañana todas las vagas subvencionadas irán a unas manifestaciones “capadas” por su propia estulticia: en unos sitios sí, en otros no. En unos con “aforo”, en otros, no. Como si el “corona-virus” se transmitiera o no según autonomías y delegados del gobierno más o menos susceptibles de presión feminista.
Apostad fuerte a que el lunes 8 de marzo de 2021 va a ser un descontrol, como lo fue el “infectódromo” del 8 de marzo de 2020, pero que se les dará una repercusión mediática máxima, dado que los medios obedecen a la consigna internacional de los poderes oscuros del globalismo y el capitalismo salvaje que quieren demoler nuestras patrias y promover una sociedad de amas político-mediáticas y esclavos culpables y pagadores.
En fin, camaradas, la lucha por la racionalidad y los valores éticos y estéticos de Occidente, sigue.
El eterno femenino.
Acabo con una gran canción dedicada a las mujeres eternas, inmortales, inspiradoras de la vida de los hombres. Es de Fernando Márquez, “el Zurdo”, hijo del fallecido Fernando Márquez Horrillo, que fue jefe nacional de Falange:
Vuestro amigo, Otto.