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Miedo, tengo miedo

La canción, para los más mayorcitos:

Camerati, amici, compagni, salve:

Esta semana que acaba mucha gente ha ido “de culo”. De culo por el “bulo del culo”:

Los antecedentes:

En pleno “territorio comache” -Malasaña-, hace unas semanas, un “chico”, gay -de toda la vida ha habido gays, gayitos y gayiconazos-, denunció ante la policía de la Comisaría Centro de Madrid que había sido sometido a aberrantes prácticas “de odio” por parte de ocho homófobos, que encapuchados y en el portal de un edificio del famoso barrio “homo”, y le grabaron en una nalguita la palabra “tabú”: MARICÓN.

Pero la realidad, tras un hábil interrogatorio, fue que el joven maricón de 20 años mantuvo relaciones íntimas con dos personas durante las cuales se produjo la mutilación de forma consentida. Muy al estilo de “Tom de Finlandia”,

icono gay donde los haya, muy celebrado en ambientes “bears” -ositos- y “moteros gay”. Recordad amigos la escena de “Loca academia de policía”.

Y es que el tema “sado-maso” siempre ha estado muy presente en la sexualidad de la infracción -habría que estudiar el auge del movimiento “gay”, “trans”, etc. con una “perspectiva de desficio interior” o de “me aburro con lo de siempre”.

San Sebastián, santo-gay, depilado y con tableta de abdominales, todo morboso porque el centurión romano le ha atado y luego le va a hacer pupita.

Marlaska, marlaskita y marlaskón

Lo grave del caso, más allá de los vicios privados de cada uno y la majadería de un “prostituto” facilón, vamos, el chapero de toda la vida, es que al hilo del “bulo del culo”, se haya intentado montar un “pogromo” de las derechas, toda vez que lo que era más “guayón” de la historia es que existía un “grupo” de fachas cazadores de “homos”. Vamos, poco más o menos como en la película “A la caza”,- título original: “cruising” en inglés, jugando con el sentido de “ir a pillar sexo” o “ir a matar”- con Al Pacino de “prota”, jugando a ser puto para pillar al malo que asesinaba gays en San Francisco.

Pues como Marlaska, había visto, sin duda, la película, y dada su naturaleza peliculera y lobbystico-gay, pensó que era la ocasión de “hacerse un Al Pacino”,y montar una escandalera mediática, con el “Alerta antifascista y amariconadísima”

Ayudado por el perejil de todas las salsas rosas y rojas, el “rojo-maricón” como el mismo se denomina:

El Gran Miedo

Y es que el tema venía genial para el lobby de ricos comunistas: aventamos el miedo a los fachas, y luego, tras el miedo, que venga la represión de los “fachas”, “ley de memoria homofóbica”, “delitos de odio a cascaporrillo”. Y, de paso, aprovechamos para dar a entender que desde que está la Ayuso, Vox, los fachas nos van a moler a palos. Vamos, un chollo para los siervos de Soros.

Pero resultó que todo era mentira. Y simplemente fue una historia de sexo “hard”, con dinero por medio. Y con un pobre tipejo manipulado, pero de cuya mentira aventada por los corruptores comunistas millonarios, se esperaba sacar réditos políticos por parte del Gran Felón y sus abyectos turiferarios, que es como decir “pelotas”.

Mientras el precio de la electricidad se ponía por las nubes,

Como el resto de productos usuales, dado que las alegrías presupuestarias del gobierno social-comunista se suelen pagar con inflación primero, y luego con paro masivo.

El Gran Miedo

Porque de lo que se trata es, como nos expuso el otro día el gran Ernesto Milá,

hacer que “el miedo guarde la viña”, que se interiorice un miedo, un pánico cerval: miedo al futuro, miedo a la vejez, miedo al cambio climático, miedo a formar una familia, miedo a los fachas… miedo a la vida. Y, al mismo tiempo, ideología de la sumisión, de la culpa, del pecado y del castigo. Lo que Nietzsche vino a llamar la “ideología del siervo”.

Todos, pero es que todos los movimientos “woke” o de “despertar ante las injusticias”, están basados en lo que se llama la “rebelión de los esclavos contra los amos”. Entendiendo aquellos a los “sumisos”, los “sufrientes”, los “marginados”. Y por eso tan bien encuentran su acomodo en los movimientos de “masas reivindicativas”, auténticos freakies, que han ido atesorando el resentimiento en sus mentes serviles.

Porque bajo la capa sentimentaloide de los “ofendiditos”, o “sufriditos”, se pueden dirigir los bajos instintos de las masas que se perciben como “inferiores”, pero que piensan que la lágrima fácil y el miedo ancestral que anida en el cerebro reptiliano profundo genera alianzas ideológicas y políticas, cuyo modelo bien subvencionado y dirigido serían los “antifas”, que en la foto son las hienas, claro, y el león somos nosotros.

La vida buena

Para los epicúreos, es la vida que acepta las dificultades del presente, que ama la vida que tiene, que no teme a la muerte y que ejerce su libertad consciente del fin que tenemos todos los seres vivos. Esta sería la moral de los señores que viven plenamente, sin esperar un paraíso después de la muerte que compense los sufrimientos del presente.

Los esclavos, los siervos, sin embargo, piensan en el “más allá”, que puede ser la “justicia climática”, “luchar contra el patriarcado”, “la libertad de elegir el sexo”, o “la renta mínima para todos y para todas y para todes”. Es decir, en la práctica, vampirizar la vida digna de ser vivida de los señores, lejos de la autocompasión nihilista del sistema y sus fuerzas de choque de plañideras, plañideros y plañideres.

Finalizamos con Clint y con José Antonio. Debemos preocuparnos, como bien nos recomendó Ernesto Mila, en “apretar las filas”, no buscar “dobles o triples frentes de lucha” y recuperar los valores de la tradición europea y, por supuesto, española. En el fondo, saber mantener la memoria de nuestros padres, para transmitirla a nuestros hijos es la esencia de lo que podemos entender sin dificultad como Patria.

«Si puedes conservar tu cabeza cuando a tu alrededor todos la pierden y te echan la       culpa; Si puedes confiar en ti mismo cuando los demás dudan de ti, pero al mismo tiempo tienes en cuenta su duda … Tuya es la tierra y todo lo que hay en ella; y lo que es más, serás un hombre, hijo mío».

Saludos patrióticos de vuestro camarada Otto.