(Técnicas de los golpes de estado, según la Agenda 2030).
Amici, compagni, camerati:
Esta semana, aprovechando maquiavélicamente el puente de la Inmaculada, el tirano Sánchez ha perpetrado una “blitzkrieg”, o guerra relámpago, con “panzers” (blindados en alemán) de leguleyismo palaciego, para perpetuarse en el poder junto a todos sus socios comunistas y separatistas.
Y es que, dadas las especiales condiciones psicopáticas del “personaje-sánchez” haciendo uso y abuso de lo que los clásicos griegos llamaban “hybris”, que es el espíritu de la autodestrucción provocada por la soberbia, por la desmesura y que resulta a menudo en merecido castigo. «Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco.»
La enfermedad del poder
En esta obra, el autor describe la patología que afecta a ciertos políticos con responsabilidades jerárquicas de gobierno, que se aferran con uñas y dientes al poder, indicando que este mal se presenta en una primera fase bordeando la megalomanía y concluye con la paranoia, entendiendo que este trastorno psicopatológico debería estar contemplado en el manual de diagnósticos y estadísticas de los trastornos mentales, conocido por sus siglas en inglés como el DSM, que auspicia la Asociación de Psiquiatría Americana.
Los gobernantes atacados por este síndrome, según relata Owen, dejan de escuchar, se vuelven imprudentes, entienden que solo sus ideas son correctas, jamás reconocen sus errores y prefieren rodearse por una legión de genuflexos cabezas huecas que no vacilan en felicitarle hasta en sus equivocaciones,
reiterándole de lo imprescindible de su mesiánica presencia al frente de la conducción de los destinos del Estado.
¿Debemos amar los fachas a la Constitución?
Pero, antes de continuar con el artículo de hoy, es necesario que todos entendamos lo que es una Constitución, que no significa que sea la del “régimen del 78”, cuyo primer ejemplar está encabezado por el “Águila de San Juan”, que ya está siendo “borrada” por “facha” a través del Ministerio de la Verdad Sanchista.
El caso es que la del 78 es heredera directa de las disposiciones dinásticas de “el que no puede ser nombrado”, el Caudillo,
mal que les pese, mal que nos pese, pero lo importante no es la “cosecha temporal”, que pasa con el tiempo, sino la tierra, el sol, el agua y los que la labran, que son los que dan el vigor a una Patria.
En fin, aquellas normas que representan a la Nación por formar parte de su naturaleza inmanente, del reparto del poder para que no sea tiránico y de la garantía de independencia vital de los súbditos, ciudadanos o simplemente patriotas.
La Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, que ha inspirado todos los textos constitucionales modernos, dispone que “toda sociedad en la cual no esté asegurada la garantía de los derechos ni determinada la separación de poderes no tiene Constitución”. Este aserto es una concreción de las obras de los ilustrados europeos del siglo XVIII, todos ellos blancos, machistas y heteropatriarcales:
De este brevísimo resumen, al que no hemos colocado a Montesquieu porque es una repetición de Locke, quiero que os quedéis con el conflicto ideológico, con gravísimas consecuencias políticas, entre Locke/Montesquieu, que defendían la división y separación de poderes para evitar la tiranía,
y Jean Jacques Roussea que afirmaba la preeminencia de la “voluntad popular” expresada en la “ley”.
Así, expresado tan icónica y lacónicamente, resulta evidente que si se trata de evitar la tiranía de un poder absoluto, hay que “separar los poderes” para que se controlen entre ellos, y hay que dejar el sistema de separación/división de poderes “blindado” por la Constitución por una “mayoría parlamentaria”, como la del gobierno Frankestein.
Ya lo predijo Alfonso Guerra cuando empezó el socialismo hegemónico (1985) a extinguir el principio de separación de poderes y él estaba en el Gobierno, y no de adorno, por cierto, es que parece que no es cosa suya lo que está pasando.
Pues bien, todo lo que está pasando desde hace ya varios años está llegando a su culminación: Pedro Sánchez está asaltando el poder judicial (el TC y el CGPJ) y retorciendo el código penal para contentar a sus socios independentistas, eliminando delitos que afectan a los separatistas o bien acercando etarras queridos por los vascos de PNV y Bildu por un lado, para que estén con la “amatxu”, y catalanes de ERC por otro, para conseguir sus votos para aprobar los presupuestos y poder quedarse en el poder todo lo que pueda. Hasta el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, reconoció que su partido utilizó el voto al proyecto de los Presupuestos Generales del Estado del 2023 como «palanca de fuerza» para obligar al Gobierno de coalición a eliminar el delito de sedición por el que fueron condenados los líderes del procés independentista catalán. Esa proposición de ley del PSOE y Unidas Podemos ya ha superado dos votaciones en el Pleno del Congreso, una de ellas a la una de la madrugada, el día del partido del Mundial de fútbol España-Japón, muy al estilo sanchista, con nocturnidad y casi a escondidas.
Lo que está haciendo Pedro Sánchez en España es demoler el estado de derecho y degenerar las instituciones democráticas poco a poco, una especie de golpe de Estado. Sin embargo, el tirano está asaltando el poder judicial, es decir, el Constitucional y el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Porque el PSOE y Unidas Podemos presentaron el viernes 9 dos enmiendas a la reforma del Código Penal que se tramita en el Congreso de tal forma que se elimine la actual mayoría de tres quintos que debe concitar el Parlamento para la elección de los vocales de un nuevo CGPJ y bastará con una mayoría simple.
Con estas enmiendas, el Gobierno Frankestein se asegura el desbloqueo de sus designados para el TC: el magistrado de la Audiencia Nacional y exministro Juan Carlos Campo y de la catedrática de Constitucional y ex directora general de Presidencia Laura Díez.
La conspiración de “Catilina Sánchez”
Los del plan antiguo, el de 1957 -de bachiller me refiero- tuvimos la suerte de tener profesores que enseñaban porque sabían (también sabían dar alguna torta, y no pasaba nada por ello). Recordamos alguna frase de latín que viene al caso para ilustrar la denuncia de las conspiraciones tiránicas: La conjuración de Catilina fue una conjura política fraguada por Lucio Sergio Catilina con la intención de tomar el poder en la República Romana en el año 63 a.C. por la vía de la rebelión contra las leyes de la República.
Catilina, lo sabéis, acabó muy mal, puesto que fue declarado “traidor” y se autorizó por el Senado a que cualquier ciudadano romano pudiera acabar con él gracias al “senado consultum últimum”, que de ahí viene el eufemismo “ultimar” a alguien.
Porque eso sí que era “violencia política” de la buena, y no las memeces que dice la “tontaca” de Irene Montero.
La Unión Patriótica: en defensa de la Constitución de nuestra España
El año que viene tenemos otra efeméride: el centenario del directorio de Miguel Primo de Rivera, padre de nuestro José Antonio. Y para lo que hoy nos interesa, creador de un movimiento de regeneración político-militar que se llamó “El Directorio”, no de una “dictadura”, porque se trataba de dirigir un país sin dirección, no simplemente de dar una “asonada” militar. El caso es que los primeros años fueron buenos gracias a algunos hombres que no esperaban cargos ni recompensas, aunque sí se agruparon en un partido-movimiento, que se llamó “Unión Patriótica”. Esos hombres no pretendieron ir más allá que el servicio a la Nación española. Luego, pues que vamos a decir, se torció y quien tuvo que sostener a don Miguel en tiempos difíciles, el rey Alfonso XIII, pues “borboneó”, y así le fue a él, y así a los españoles.
El caso es que para reconducir situaciones “podridas” es imprescindible la “unión patriótica”, sin buscar diferencias, eliminando disensiones, encontrando coincidencias. Y a eso nos debemos aplicar, a extender a la opinión pública, a “ganar la calle”, porque nos jugamos todo lo que entendemos por valioso en nuestras vidas, el trabajo, la familia, nuestra propiedad, en definitiva, la Patria.
En fin, como dice José Luis, nuestro Presidente, “nos vemos en las calles, nos vemos en las plazas”.
Vuestro Otto.