Amici, camerati, compagni:
En francés coloquial de nuestro tiempo, la “racaille”, “chusma”, “gentuza”, se refiere genéricamente a los jóvenes, muchas veces segunda generación de los que fueron inmigrantes pobres, y que son los “franceses” musulmanes, o/y de raza negra, que viven en los “banlieu”: los suburbios de las grandes ciudades.
Del “Black Lives Matter” al “Muslim Lives Matter”: Nahel, la muerte de un “pringao”.
Un joven de 17 años, Nahel, con antecedentes penales y en pleno hecho delictivo, el robo de un coche, es disparado y muerto por un policía que le detuvo circunstancialmente en un control de tráfico. Pese a darle el “alto”, desobedeció al policía y huyó, y este disparó. A partir de ese momento, Francia se convirtió en un infierno, siguiendo el modelo que a los globalistas les sirvió para agrupar el voto en Joe “Sleeppy” Biden: el “Black Lives Matter”.
Y aquí tenemos de nuevo la retórica, ahora se dice el “relato” o “story telling”: “policía mala y fascista; negro, o moro, bueno y delincuente de buen corazón”. Con el apoyo, por supuesto, de los mass media. Consecuencia: desprestigio de las fuerzas del orden y muchas más subvenciones para los “marginados” y las ong que los alimentan.
“Antifas” y chusma: los “hermanos antisistema”
Y es que demostrar la vertiente vandálica de estos colectivos en las calles dan al Gobierno que sepa utilizar el miedo, un “plus” de popularidad, siempre que parezca como “proporcional” y “tempestivo”.
Porque un supuesto error policial, por muy trágico que sea, no se convierte en salvajismo e impunidad generalizados sino obtiene el apoyo político. En Francia lo ha utilizado Emmanuel Macron porque él no puede aparecer como un político anti-inmigración: él es progresista, y actúa en línea con la Agenda 2030 y su propósito de obtener un “lumpenproletariado”, término marxista, acuñado a mitad del siglo XIX, que significa proletariado en harapos, es decir, la hez manipulable, los inmigrantes no integrados que no quieren asumir la cultura del país de acogida, y que, al no integrarse, porque no le da su musulmana gana, ellos son la “umma”, la comunidad, y el resto son infieles, pues disuelve a las naciones en donde se radica, atacando su esencia: la paz, el orden y los valores occidentales. Y así se convierte un problema de “marginación” (tras el gasto en trabajadores sociales, formación, vivienda, educación, etc.) en unas tribus absolutamente refractarias a las más elementales normas de convivencia cívica.
¿El Califato empieza en los Pirineos?
Después de haber sufrido el mayor atentado terrorista de Europa el 11 de marzo de 2004, después de jugar a los bolos con los peatones hace seis años en Barcelona, después de degollar a un sacristán y convertirse en el grupo étnico en crecimiento delincuencial, los “marginados magrebíes”, crecidos en su impunidad, empiezan a ocupar barrios. Es cuestión de tiempo que se declaren las famosas “NO GO ZONE”, o zonas en que ni la policía se atreve a entrar, en España ya están en Madrid, pero sobre todo en Cataluña.
Cuando las tribus se unen, las calles se ganan.
Cuando el movimiento de Marine Le Pen, hija del líder histórico del Frente Nacional frances, está adoptando un lenguaje más moderado, más “main stream”, resulta, que, por la ley del “horror vacui” político, surge una figura política más “radical”, más identitaria, personificada por un tal Eric Zemmour, presidente del partido Reconquista.
Zemmour resulta ser un tipo muy peculiar: su familia es de origen bereber, es de religión judía y tiene un cierto parecido al Sr. Burns, el de los Simpson. Naturalmente, es anti-islamista y anti-racaille. Habla de deportación y cárceles tipo “Bukele”. Sin tonterías.
Pero, lo que creo de mayor interés, es que una franja de jóvenes patriotas franceses han creado el movimiento “anti-racaille”, “anti-chusma”, que está comenzando a manifestarse ocupando las calles.
El movimiento “anti-racaille” es, al mismo tiempo, un movimiento “anti-globalización”, o como nos gusta resumir: Anti-Agenda 2030. Sus pancartas dicen: “Anti mundial. Pro local”.
En su primera manifestación parisina, entre la plaza de Saint-Sulpice y el Panteón, los “anti-racaille” gritaban, entre petardos y antorchas: “¡Revolución nacional!”, “¡El poder a los jóvenes!”. “¡Francia para los franceses, la chusma fuera…!”.
EUROPA, DESPIERTA
Lo que pudiera parecer un grupo de nostálgicos de cuando Europa no se había desangrado con las guerras civiles entre europeos que la machacaron en el Siglo XX y la convirtieron en una colonia de los EE.UU. y del comunismo soviético, hoy empieza a ser, no solo una esperanza, sino también en una posibilidad de alzamiento de la gente, de los occidentales que han creado la mejor civilización que la humanidad ha conocido. Por eso la vamos a defender, como otros lo hicieron antes, para salvar la Patria, la Familia, nuestra religión, nuestra cultura e identidad. En España fuimos adelantados en muchas cosas en nuestro siglo de Oro, pero también lo fuimos en luchar contra el comunismo cuando en 1936 nos alzamos contra la destrucción de la Patria, de nuestra España.
Por eso, camaradas, nuestra acción política debe dirigirse hacia la unión nacional de todos los patriotas, de toda la gente de bien, porque de eso se trata, de una lucha del bien contra la maldita Agenda 2030 y sus propósitos de destruir las naciones, destruyendo nuestras raíces, a base de tolerar una inmigración ilegal, masiva y aprovechable políticamente, por no decir, económicamente, como mano de obra barata, rompiendo el precio de los salarios de los españoles.
Por eso camaradas, sigamos la consigna que el Franco nos dio:
Vuestro Otto.