Saludos, camaradas:
Grande, muy grande Gracita Morales.
Y grande también el cine español costumbrista, crítica social sin llegar al desgarro, amable, sin llegar a la adulación. Vamos, lo contrario al monotema subvencionado del guerracivilismo estrábico de los Goya, abono del odio entre hermanos que tanto le agrada a los de la Secta sorosiana.
La escopeta nacional podemita: de “la Facu” al Marquesado de Galapagar
Hoy en día, sería posible una película del estilo “La escopeta nacional”, del divisionario Luis García Berlanga, que se fue en 1941 a la División Azul con veinte añitos. Pero hoy los protagonistas ya no serían “el conseguidor”, el “jerarca del declinante Movimiento Nacional” de la época, un cura trabucaire, ni siquiera el ascendente Opus Dei de mitad de los años 60.
Hoy sería un éxito la Escopeta Nacional Republicana: una película sobre un grupo de estafadores, pijos de origen burgués, niños y niñas bien, merodeadores del timo político: los niñatos -y niñatas- de Podemos.
Los de esta “pandi”, están unidos tanto inguinalmente, o sea, por cosas de la ingle, como por la pasta, el negociete para vivir de fábula basado en el dominio de los medios de comunicación para dominar una sociedad propensa al comportamiento de rebaño.
Y esto se hace para mejor cumplimiento de las consignas de un tal Soros y su patulea delegada en España: Jaume Roures, nacido Jaime Robles y jefazo del marxismo cultural que nos invade y cuyo propósito es la destrucción de la identidad nacional de nuestra Patria, con la impagable, pero muy bien pagada, colaboración del binomio partidista dinástico borbonita: PSOE-PP. Sin olvidarse del pastizal que a través de subvenciones, coimas y sobornos se envió desde Venezuela, Irán y otras grandes democracias populares de nuestros tiempos;
Todo lo que querías saber del marxismo cultural y no te atrevías a preguntar.
Ya hablamos de la “izquierda Disney”, como auténtico cáncer ideológico y moral de las sociedades de Occidente. De la sentimentalización llorica, de la “izquierda Kumabayá”. Pero hoy vamos a hablar del “fucker master” del marxismo cultural:
Del pequeño súcubo italiano, Antonino Gramsci:
Es decir, la infiltración comunista en el aparato cultural y del Estado para destruir una sociedad nacional. La española.
La ciudad no es para mi: Vámonos a Galapagar, Irene-Elena Ceaucescu.
El caso es que a estos pijos-progres, les gusta vivir bien. Por eso, en la mejor tradición de los “aparatchicks” del partido comunista, la pareja Pablo e Irene, Podemus-Ceacescus se han pillao una “dacha” de cojones en Galapagar:
Y aquí es donde me imagino a Gracita Morales, chacha al servicio de los Marqueses de Galapagar, preguntando a la señorita Irene… la señora Marquesa, Irene de Iglesias: “El señorito usa calzoncillos cortos o largos…”, “El señorito viene a cenar esta noche…”
Porque aquí hemos pasado de la iconografía revolucionaria de los año 20, al constructivismo del comunismo ruso:
A la comedia hispánica de perillanes arribistas que se aprovechan del pastueño pueblo español, huyendo del barrio obrero de Vallecas, para recalar en la urbanización con derecho a vigilancia de la Guardia Civil, mucamas y coche oficial.
Justicia poética.
No obstante, que nadie piense que puede escapar de su destino, a veces, solo a veces, los pueblos dan su merecido a los que antaño adoraban. O como dirían los inmortales caballeros del Sur “Sic semper tyrannis”.
Incansable al desaliento, se despide vuestro camarada Otto.