Camerati, compagni, amici:
Empezamos con una rendida admiración a la narrativa de Hollywood: “Top Gun 1” y “Top Gun 2-Maverick”.
Si echamos la vista atrás sin ira, casi cuarenta añitos, recordaremos películas como “Rambo”, “Oficial y caballero”, “Top Gun (ídolos del aire)” en el lejano 1986, lo que nos viene a la memoria nos parece bueno, agradable y romántico sin sensiblería. Las cosas que se contaban en la peli tenían un sentido. Sin embargo, hoy, con la “óptica de género”, que forma parte central de lo que se llama “guerra cultural” o “deconstrucción de la sociedad”, que es, ni más ni menos, el cambio gradual cultural que pretenden conseguir en lo que respecta a la familia, al matrimonio y a la educación de los hijos. Vamos, lo que dice la Agenda 2030: no sabrás de qué “género” eres, ni de qué vas a vivir, ni tendrás nada, pero serás feliz.
Sigo. Hoy, sin duda, por los medios de comunicación de masas, se tildaría la peli de 1986 de cursi, machista, heteropatriarcal, rancia. Todo ello porque el chico es valiente, guapo, está cachas y la chica -que es ingeniera aeronáutica en la peli: vamos, que está “empoderada” y rica-rica-, es super mona y se enamora perdidamente de él tras el oportuno cortejo romántico. Vamos, una película chula con una banda sonora de cojones. Aquí van dos guiño-tubes ochenteros. Imprescindibles:
1. You,ve lost a feeling:
Chicas guapas, cervezas y colegas, ¿qué más se puede pedir a la vida?: una kawa 900.
2. Y “Quítame el aliento”:
Sigo. El caso, camaradas, es que se ha estrenado la segunda parte, que se llama en Yankilandia ,“Maverick”.
Maverick, what is that? (¿qué es eso?)
Podríamos traducirlo al español -la tercera lengua que se habla en el mundo: 800 millones de personas-, ahí es ná, como “el verso suelto”, el tipo “tocapelotas”, el “descarao”, que se sale con la suya a base de inteligencia y audacia. Los “arditi” -los atrevidos italianos de la Primera Guerra Mundial serían un ejemplo con su “motto” -lema-, “Me ne frego”, o “no me importa”.
El caso, cameratti, es que la peli está siendo un éxito por doquier. Y esto tiene un significado que va más allá de la cantidad de dinero que el bueno de Tom está ganando. En efecto, el cambio de tendencia ideológica del público -en especial, en EE.UU-, augura un cambio social y político, que, como tantas otras veces, empieza en los “States”, vulgo U.S.A.
Netflix no es lo que era
Abunda en el sentido que sostengo el hecho que la principal fábrica de ideología “woke”, o buenista, va de capa caída.
Mirad lo que dice Elon Musk, un gran pirado pero más listo que el hambre para adivinar tendencias que lo puedan hacer más rico: La medida ha generado cierta polémica en EE.UU, ya que desde hace algún tiempo, a Netflix se le acusa de ser el vehículo de lo woke en el mainstream. Según Elon Musk, responsable de Tesla y SpaceX, este fue el principal problema en su perdida de suscriptores. «El virus de lo woke está haciendo que Netflix no se pueda ver», llegó a decir en Twitter. Lo woke, que viene de ‘wake up’ o despertar, es una palabra que ha estado asociada en las últimas décadas a diferentes movimientos en contra de las injusticias sociales, buscando una mayor inclusión, representación o diversidad en los más variados aspectos culturales y políticos. Hace unos meses, el colectivo trans protestó ante las puertas de las oficinas por un monólogo de Dave Chappelleel.
Nada es, todo cambia
Lo decía Heráclito de Éfeso: “Todo fluye, nada es”.
Y parece que a la ideología “woke” -se pronuncia uoc-, ya sabéis, la de los “santurrones de izquierda”, ha producido un hartazgo -un “hype”, en inglés, que significa saturación mediática y reversión de los mensajes repetitivos por contraproducentes- como el que a Mahoma le produjo la “cansalá”.
Y perdonen los ropones paranoicos de la STASI progre, por ejemplo “MALDITA” y “Newtral”, especializados en la búsqueda de “haters” -señalados como “odiadores”, según sus inconfesables intereses, de todo tipo,
por la islamofobia latente, según su acostumbrado sesgo profesional, del dicho valenciano, que no catalán. La culpa es de -entre otros- de este tipo, que financia el conglomerado mediático que ha creado una “realidad social Matrix”. Se llamaba Schwarz, era húngaro, se cambió el apellido, Soros, que es judío. Ostras, otro “delito de odio”, esta vez por comentarios antisemitas.
Del giro de los acontecimientos, reseñamos ya la sentencia perdida en un juicio “preparado” para sacarle la pasta al gran Johnny Depp, por una llorona profesional y actriz venida a menos, del “# me too”, grupo bragácrata de neuróticas vengativas, Ámber Heard, que le tendrá que pagar 15.000.000 por acusarle falsamente de maltrato.
“What is backlash”
El Tribunal Supremo estadounidense puso fin este viernes a Roe vs. Wade. La sentencia de 1973 blindó durante décadas el acceso al aborto como un derecho protegido por la Constitución de Estados Unidos (EEUU). Pero lo que no os van a contar los medios progres es que esa sentencia se obtuvo de manera torticera, porque a los “progres” les encantan las trampas. Esquemáticamente, los hechos del proceso fueron los siguientes: Jane Roe (nombre ficticio) alegaba haberse quedado embarazada en 1969 por la violación de un grupo de pandilleros y, bajo estas terribles circunstancias, reclamó poder abortar en Texas, que sólo lo permitía en caso de que peligrase la vida de la madre. Lo cierto es que aquel proceso se basó en un cúmulo de falsedades que conscientemente fueron utilizadas para manipular a los jueces y a la opinión pública a favor del aborto. Norma McCorvey (Jane Roe) confesaría en 1995 que no fue violada por ningún grupo, sino que su embarazo fue fruto de las relaciones sexuales consentidas con su entonces novio. Y que las falsedades a las que ella misma se prestó fueron maquinadas por sus dos jóvenes y ambiciosas abogadas feministas, en aquel proceso, y principalmente por Sarah Weddington, que declararía años después: «Mi conducta pudo no haber sido totalmente ética. Pero lo hice por lo que pensé fueron buenas razones». La “rica-pija”, la de la izquierda, la de la derecha, la pobre desgraciada “Jane Roe”, que mintió por el dinero que puso el dueño de “Play boy”, para dinamitar más aún las costumbres seculares y decentes de la sociedad blanca y occidental.
El Tribunal Constitucional español: ni está ni se le espera
El caso es que, en nuestra asendereada Patria, España, una de las naciones más antiguas del mundo, la ley que aprobó el infame Zapatero y que Rajoy no se atrevió a derogar, iba mucho más allá que la del 85, la de Felipe González, pero mucho más. Y el caso es, digo, que la impugnación de la ley ante el T.C. lleva desde 2010, durmiendo el sueño de los injustos en el Tribunal Constitucional, jueces de designación por los políticos que el infame Pedro Sánchez quiere manipular también, para que cuele que las menores de edad, a partir de 16 años, puedan abortar sin consentimiento ni información siquiera, de sus padres.
Donde las dan, las toman
¿Qué conclusiones políticas podemos sacar de todo esto?:
Primera: el sanchismo huele a derrota.
Segunda: el ciclo político ha cambiado y más que va a cambiar, que lo que empieza en los EE.UU. llega más pronto que tarde aquí, que pa,eso tenemos Internet.
Tercera: La coalición de los “antisistema de izquierdas” con los “prosistema de izquierdas” será imposible durante mucho, mucho tiempo: la victoria tiene muchos padres, la derrota no encuentra ni uno.
Cuarta: Que donde las dan judicialmente hablando, las toman, Moni-Kamala.
Pachín, pachín, pachón, a Garbancito no piséis:
Por eso os damos la consigna de la semana, dirigida a los camaradas, para que aguanten, y a nuestros muchos enemigos, para que se preparen si han sido malos:
Fdo. Otto, el Maverick.