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El pozo y el péndulo

Si lo queréis escuchar en audiolibro español “latino”, aquí: (Es lo que hay).

Amici, compagni, camerati:

El pozo. El aislamiento. El frío. Imágenes mentales que se asocian a la soledad, al castigo, a la Santa Inquisición persiguiendo a los disidentes, a los réprobos, a los críticos.

No fue una página brillante de la historia de nuestro país. Dominar por el miedo, y no por la idea y la palabra, provoca reacciones tardías que se tornan en tempestades de furia.

Estar en el pozo

Lo de “estar en el pozo” es como en el juego de la oca, que te quedas sin poder jugar unos turnos, viene a colación del intento contumaz de esa “izquierda caniche”, o “izquierda Disney”, de satanizar cualquier intento filosófico, ideológico y político que intente razonar en público respecto a nuestra historia como nación y nuestro proyecto de vida como pueblo.

Si a eso se le une el componente social de nuestras ideas, todas las alarmas en el cuarto de control de las élites globalistas se encienden: “hay que amordazarlos, hay que demonizarlos, hay que censurarlos, hay que castigarlos”. No se pueden encarcelar las conciencias, y los silencios así obtenidos se tornan en “ira y fuego” cuando las ligaduras se aflojan. Magnífica la escena del general Meridio, el Hispano: “A mi señal, ira y fuego”.

Y esto es una ley de la naturaleza humana. Hacemos como que olvidamos, pero recordamos. Hacemos como que transigimos, aprendemos, entrenamos y acopiamos fuerzas.

Al menos los patriotas, los que entendemos la vida como esfuerzo y desafío que solo cesa cuando el de la guadaña se nos lleva. Pero, hasta que el postrer momento llega, “La vida es lucha y la paz solo un accidente”. Lo decía el Inmortal Caudillo de España, al igual que dicen los argentinos de Gardel: “Viste, pibe, cada vez canta mejor”.

El péndulo de la historia

Lo del péndulo. Un tal Arnold J.Tonybee, con el precedente de Oswald Spengler, advirtió una ley histórica:

Todos percibimos que estamos en la fase de “los hombres débiles crean tiempos difíciles”. Y la anterior, la de “los buenos tiempos crean hombres débiles”, comenzó, sin duda, al hilo de la mal llamada “sociedad del bienestar”. Esa en la que el hedonismo desenfrenado hizo olvidar las virtudes de los pueblos, las tradiciones, lo que nos ha hecho ser mejores como portadores de valores occidentales, Atenas-Roma. La Civilización, tal cual. Y no la “Alianza de Civilizaciones” y demás tonterías “woke” zapateriles, cuyo epítome es la falaz “Agenda 2030”, o el nuevo diseño de “Los protocolos de los sabios de Sión”.

La misma factoría, los mismos dueños, los mismos objetivos: el Gobierno Mundial y el sometimiento de las naciones, de los pueblos, de las patrias al dictado de los George Soros, Schwab, Biden o Sanchez.

Pero, como sale en el inicio de “Watchmen”, “The times they are changing”:

Ahora, tras un largo período progre, el péndulo se mueve en el sentido contrario. Lento al principio, pero indudablemente hacia el lado correcto de la historia, que es el lado de la verdad que se atreve a ser expuesta, aunque ello comporte castigos.

Ya lo decían nuestros clásicos del siglo de Oro español:

Nuestra tarea consiste en romper “la espiral del silencio”. Hablar de aquello que produce miedo al castigo es la única manera de atacar los cimientos de la “dictablanda” que erosiona nuestro sentido de la dignidad humana.

Elisabeth Noelle-Neumann, patriota alemana, prohibida por los “progres”. Aquí explicado:

Como hoy estoy un poco usófilo, acabo con una gran canción de los 60. Que no todo lo que viene de América es malo, sobre todo lo que tiene que ver con su espíritu pionero y revolucionario.

Vuestro Otto.