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La Yenka

Amici, camerati, compagni:

Primero; la canción, que hay gente que no bailó la Yenka original, años 60:

Aunque los más jóvenes recordarán con nostalgia la interpretación de “Enrique y Ana”, años 80:

Izquierda, izquierda, derecha, derecha, palante, patrás, un, dos, tres… Ya están aquí las palabras mágicas. El “tótem y el tabú”, que diría Sigmund Freud, el tremendo poder del significado de algo que son sólo letras y/o sonidos articulados, códigos humanos, capaces de movilizar odios, pasiones, afectos y actos, verdades y mentiras. En fin, todo lo bueno y lo malo de lo que somos capaces los humanos.

Lo que los primitivos adoraban es una figura que representa la unión de un grupo (la cultura, la memoria, los ideales, la historia…), el “tótem”, los falsos ídolos, que podían ser cambiados. Al contrario que el “tabú”, que, según Freud, corresponde en la psiquis humana al trastorno obsesivo-compulsivo, que es caracterizado por prohibiciones, y es que donde hay una prohibición es porque hay un deseo. Todo ello ha devenido en que nos encontremos en las archiconocidas, y peor comprendidas, “izquierda” y “derecha”. Y por eso mismo, cameratti, vamos con un cachito de cultura libresca, ya sabéis lo que el Duce decía: “libro e moschetto…”.

HISTORIA PARA FACHAS: “DERECHA EXTREMA”, “EXTREMA DERECHA” Y “ULTRADERECHA”: LOS ORÍGENES

Tal y como explicó el filósofo Gustavo Bueno en su libro «El mito de la izquierda. Las izquierdas y la derecha», es cierto que la terminología de extrema derecha, extrema izquierda o simplemente derecha e izquierda, no se utilizó de manera literal hasta muchos años después, pero la idea tiene su origen en 1789. Nació en el Palacio de Versalles, mientras los políticos debatían sobre el posible derecho a veto del Rey Luis XVI en las decisiones que tomase la Asamblea del Tercer Estado. En esta discusión surgieron tres grupos. Uno que estaba a favor de que el monarca pudiera vetar, otro en contra y el último el de los indecisos. Como se votaba a mano alzada para facilitar el recuento, los diferentes grupos se repartieron el espacio de la Asamblea. El caso es que a la derecha del presidente se sentaron los que estaban a favor de que el monarca pudiera vetar, y a la izquierda los que estaban en contra, mientras que en el “centro centrado”, estaban los indecisos. Es decir, como ahora:

Por cierto, Luis XVI, de la casa de Borbón, acabó guillotinado por el famoso Robespierre “el incorruptible”, que se sentaba en la Asamblea justamente a la izquierda.

PEDRO, EL MENTIROSO: QUE VIENE EL LOBO.

Sigo en modo actualidad. Y es que su Sanchidad, con la típica huida hacia delante del trilero, ha avisado de que viene la “derecha extrema”, en alianza con la “extrema derecha”. Sánchez se refiere a PP y Vox como «derecha extrema y extrema derecha», y no duda en comparar a Feijóo y Abascal con Trump y Bolsonaro, y pide a los españoles frenar «la corriente reaccionaria». Lo que se ha correspondido con una aprobación “a la norcoreana”, 15 interrupciones con aplausos de la bancada “sociata”, que ha hecho correrse de envidia al mismísimo Kim Jong-un, que se ha hecho inmediatamente del “fanclub” de su Sanchidad.

Así pues, camaradas, nos encontramos con unas nuevas elecciones, planteadas “a cara de perro” (de “perrosanchez”) como un plebiscito sanchista: Mirad la viñeta del gran Chumy Chúmez, año 1975, que empezó como dibujante “rojo”, y viendo en qué se convirtió la reforma constitucional del 78 acabó haciéndose “facha”: “o yo o el caos”.

BIPOLARIZA, QUE ES GERUNDIO

Aprovechándose del “sesgo cognitivo”, que se conoce como “sesgo de pertenencia”, que es aprovecharse de que todos -o casi todos-, necesitamos sentir que pertenecemos a un grupo o tribu y ser aceptados y después reconocidos por ellos. Esta pertenencia nos da seguridad dentro del rebaño y es algo que portamos con orgullo. Se trata de aprovecharse de ese “sentido de pertenencia”, para acabar en el sesgo de polarización, que es cuando compartimos las mismas creencias, ideas preconcebidas y juicios dentro de un grupo que piensa igual que nosotros, nos convencemos más de ellas y no dejamos espacio para la duda, la autorreflexión, ni para disentir, ya que disentir puede tomarse como una falta de respeto al grupo.

Cuantas más veces repitamos una misma opinión, o nos las repitan, sentiremos mayor convencimiento y mayor recompensa endorfínica. De ahí la importancia de la repetición en la propaganda electoral: se trata de que cada vez el mensaje político se haga con mayor ímpetu y en grupo. Los expertos en publicidad política buscan crear el hábito, o un reflejo inconsciente automatizado.

Si no estás conmigo, estás contra mi

Ya “enseñó la patita” el truhán de la Moncloa cuando, obedeciendo a los globalistas, y aprovechando que el Pisuerga del Covid-19 nos encerró, realizando el primer ensayo a nivel mundial de “opresión por nuestro bien”, se mostró como el ufano dictadorzuelo, con sus magnas filípicas de dos horas, al mejor estilo Fidelistacastrista.

Y ya entonces, la reacción de la sociedad civil, de los patriotas, supieron empezar la resistencia ante la opresión: se le llamó la revolución de los “fachalecos”, o la “cayetanos-revolution”. Y no lo digo de una manera despreciativa, al contrario. La burguesía bienestante, los empresarios, los técnicos y todos aquellos que sufren el esquilma tributario, resultan esenciales en el funcionamiento de un país y, por supuesto, en cualquier intento de regeneración política y de lucha contra la tiranía de un gobernante tan inepto como infatuado de sí.

Por consiguiente, es momento de preparar nuestras “fuerzas especiales”, el “comando Producciones Roberto” y sus performances imaginativas, para aportar nuestro “granito de sal” a una campaña electoral y política “a pleno sol”, dando ejemplo, como hizo el gran maestro de la política, il cavaliere Benito Mussolini, il Duce.

Porque la graciosa burla, o la ironía descarnada, desnuda al Tirano Sanchista, y es que, como nos enseñó Quevedo, bala de varios efectos hiere al villano, nos reivindica ante “il popolo” y nos divierte. Prontamente, camaradas, os convocaremos al “concurso de ideas”.

Vuestro Otto.