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Posición avanzada

Amici, camerati, compagni:

En aquellas tardes de cine de barrio, el de verdad, no el programa de la tele, en las que los niños de barrio iban al cine con sus amigos, sus bocadillos para merendar y sus cinco duros de paga semanal. Porque antes se pagaba en los talleres y en las fábricas a la semana, lo que privaba a los bancos de pingües beneficios, ya que se hacía en metálico y no se les dejaba en depósito para que hicieran las maldades bancarias de rigor.

Decía que, los críos, nos íbamos a ver “qué echaban” en los cientos de salas que había en cualquier ciudad o pueblo de España.

En aquellas sesiones maratonianas: dos y tres películas, más el No-do, había que competir con la tele, asesina del cine y, de paso, de las salidas de casa de las sufridas madres, que ya no tenían siquiera esta ocasión para dejar la crianza y la llevanza de niños, maridos y hogares.

Una película que me impresionó mucho fue aquella que me sirve para intitular el artículo: “Posición avanzada”. Y esa impresión la causó el ver una película sobre nuestra Guerra Civil, en la que los soldados de ambos bandos no se encontraban tan enfrentados, ya que compartían la misma lengua, tradición, cultura y, a veces, hasta la misma familia. Pero que al intervenir los intereses extranjeros, que sí que estaban interesados en nuestra destrucción desde el siglo XVIII, borbones mediante, acababan tan mal como acaba la guerra entre hermanos.

Resumen de la peli hecha por un patriota de Ceuta:

¿El blocao desbloqueao?

Una posición avanzada, o base adelantada de operaciones, es lo que en la tradición de las guerras de Marruecos se llamaba “el blocao”. Escuchad el “flamenquito”:

Los “blocaos”, en territorio enemigo, servían como “bastión frontal”, que era donde se recibía más fuego. Su misión era aguantar el contraataque enemigo hasta que las fuerzas de maniobra llegaran. En las guerras de Marruecos, que tanta sangre española costaron, eran defendidos mayormente por la Legión, y dicen que se mostró especialmente valiente y más listo que el hambre, un pequeñín, al que llamaban Franquito.

La cosa viene, camaradas, porque como sabéis hoy hay elecciones. Y, salvo pucherazo nivel Dios, van a ganar las “derechas”, la blandita y la mas dura en apariencia, aunque en el fondo no se diferencian mucho. Y esto va a ofrecer situaciones políticas interesantes, conociendo como conocemos a los, en principio, “pactantes”. Y digo “en principio” porque aquí en esta sufrida España, el personal da de sí lo que da de sí, y puede producirse un “contigo no m,ajunto”, del PP a VOX, bien por táctica electoral, partidista o por imposición externa.

Veremos. En todo caso, el juego político se va a desbloquear, y eso supone una ruptura del “frente popular” de pacotilla o Gobierno Frankestein, por los pedazos de cadáveres diversos que hacen un monstruo:

Y ahí es donde llegamos nosotros, ser “la falange”, en el sentido de los primeros, los pocos pero disciplinados, que impidan a las “derechas” que se ablanden -ya están un poquito, la verdad- al gozar las mieles del presupuesto, la poltrona y el palco de Presidencia en el fútbol.

Por lo demás, estos años de lucha han sido, sin lugar a dudas, más que fructíferos. Aunque no os lo creáis, ser fascista está de moda, sobre todo entre la gente joven, la que es el futuro de nuestra Nación. Por eso, debemos saber mirar hacia adelante y no adorar las cenizas del pasado, por muy gloriosas que hayan sido, sino saber transmitir las brasas, el fuego de la llama redentora, inflamando los espíritus, con lo mejor de nuestras ideas, contadas a los demás de una manera sencilla, limpia, sin dobleces, sabiendo, que la nobleza de los actos que acometamos tendrán, sin duda, un reflejo en otras conciencias limpias, de las que no mueren y se entierran, sino que viven porque se siembran.

La foto de arriba es del acto de la unificación de Falange Española con las JONS. Este aniversario se nos pasó, pero hace 89 años las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista, de Onésimo Redondo y Ramiro Ledesma, se fusionaron con Falange Española, de José Antonio Primo de Rivera, en un multitudinario acto celebrado en el Teatro Calderón de Madrid.

La situación para España, también en 1934, era muy difícil, pero un puñado de idealistas jóvenes, estudiantes, profesionales, obreros, supieron dejar de lado las pejiguerías ideológicas y ponerse “a la faena”, precisamente con la camisa azul de los obreros del taller. Esto pasó entonces como ahora: el signo distintivo de los que venimos -y a mucha honra- de hogares donde se podía tener el orgullo de ser trabajador y orgulloso de ser español al mismo tiempo. La receta es tan sencilla como la de la tortilla española. Pero, eso sí, hay que tener mano para hacerla, y voluntad de hierro. Por eso, no hay que tener miedo a lo que viene, la “primavera di bellezza”, como dice la canción italiana “Giovinezza”, está por venir.

Y, aunque nosotros no la veamos, nuestros hijos, hermanos, amigos, toda la gente de bien, sí que la verá. Porque en España, en nuestra Patria, la luz del alba comienza a clarear, y eso anuncia el nuevo amanecer, y nuestro destino como Nación se volverá a mostrar claro, transparente, noble y leal, como la mirada de nuestros mejores que hacen guardia en los luceros.

Y a cantar aquello de “poesía que promete…”.

Vuestro Otto.