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«La ofresida»

Amici, compagni, camerati:

La cosa se pone interesante. Al modo que los chinos entendían lo “interesante”:

La cosa está en que la Yoli, ni corta ni perezosa, se ha puesto el hábito de “arreglaora” de coaliciones Frankestein, como si fuera una Sor Citroen de la política patria, y, visto que las anteriores gestiones a escondidillas no deben haber ido muy bien, pues se ha ido con ese garbo que caracteriza a toda pijo-progre que depreda del presupuesto público -ella lo ha hecho siempre: le viene de familia sindicalista y comunista del Vaticano II-.

Y, de momento, las exigencias de Puigdemont (alias cocomocho, el huido o el de la republiqueta de 8 segundos) para sentarse con Sánchez son: abandono de la vía judicial, amnistía y un mediador para negociar. Y estas exigencias se deben cumplir, cuando menos, una, antes de la investidura anhelada por el felón.

Transcribo literalmente: “Esa amnistía debería ser inmediata, en cuestión de días más que semanas, porque el plazo para un acuerdo de investidura termina a finales de noviembre, cuando expire el plazo que arrancará a finales de este mes, cuando Alberto Núñez Feijóo intente conseguir los votos necesarios en el Congreso. Junts exige esa amnistía antes de sentarse en la mesa, o al menos el inicio del proceso”.

Claro, la situación se convierte en peliaguda para el perillán de la Moncloa, porque es un juego de todo o nada, en el que el propio Puigdemont ha dicho que después de 7 años en Waterloo, esto no se arregla con promesitas tipo Sánchez.

Puigdemont: «Hoy España tiene un problema, o repite elecciones o pacta con nosotros». Y es que a Puigdemont, lo que le viene bien es una repetición electoral, sobre todo pensando en sus propias elecciones autonómicas (sería como “El Ausente”, el que lo dio todo por la “República”), en las que se encuentra enfrentado a cara de perro con Esquerra Republicana, que funge como “aliade” del insoportable centralismo español. Y esto es porque si cede en el pacto, sin nada tangible a cambio, pierde todo papel como “President” en el exili. Y eso es su forma de vida. Y de toda su corte de chupópteros.

Es decir, que tiene que ganar o ganar, medio ganar es perder, y al que pierde y, además, lo hace por tonto, se va al basurero de la historia. Y es que parece que “la ofrecida”, la besucona, la calfabraguetas de Yoli y sus apretones sicalípticos, no le ha salido bien ante la berroqueña actitud de trabucaire i roder -bandolero y vagabundo-, en español.

La persistencia, en la existencia del “statu quo”, juega a favor de que los movimientos sísmicos no se produzcan, dado que sus consecuencias son absolutamente incontrolables, por mucho cálculo estratégico que se haga. Al final, como en tantos otros lances de la vida, la política es hija, natural o artificial, de lo casual y solo después de que ocurren las cosas, los politólogos, nos las explican. Por cierto, ¿qué fue de Narciso Michavila, el Preciso?, sí, si, el de GAD-3.

Y que nadie piense que Pedro Sánchez no pueda dar otra voltereta política y convertirse en el paladín de la defensa de la Nación española, manifestando unos sentimientos patrióticos que puedan arrastrar unos votantes -los suyos-, desengañados con su particular sentido de la política. Sería una especie de redención del socialista guapo, ingenuo, bienintencionado que, al final, vuelve al centro del tablero y deja desplazada a toda su izquierda nacionalista o lo que sea. “Cosas veredes, amigo Sancho”.

En fin, lo que va a quedar claro, en todo caso, es que nada está claro. Lo cual, volviendo a la maldición china: “Ojalá vivas tiempos interesantes”, puede ser una bendición para nosotros: todos los comediantes, me refiero al PP-VOX, han quedado retratados en sus primeros días de ejercicio real del poder político: son sistema y quieren vivir del sistema. Son “casta”, mejor dicho, “castuza”, que sería como una torada, blandichuela y cobardona, pero muy acomodada a pastar en los anchos y fértiles prados del presupuesto público, abonado, claro está, con las exacciones de las sanguijuelas de Hacienda, la madre de todos los aliens del poder. Y resulta que nosotros somos hombres rebeldes, y no nos gustan las capillitas, las escondidillas con olor a incienso del botafumeiro al líder carismático, porque lo dice la tele ,y porque, sobre todo, sabemos decir, como Albert Camus, un patriota francés anticomunista, “Avant la lettre”.

Y acabo con una canción, un corrido -con perdón-, dedicada a la Yoli, “la ofresida”, es decir, la facilona, que por mucho “darse”, acaba “sola, fané y descangayada, la vi salir de un cabaré”.

Vuestro Otto, el inasequible al desaliento.