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De cacerolas y tanques

Amici, camerati, compagni:

La verdad es que hay fechas en el calendario que arrastran significados diversos y potentes. Uno de ellos podría ser el 18 de julio, por su paga extra, claro.

También es conocida la “butifarrada” patriótica que se nos atiza desde los medios de comunicación cuando se acerca el “aquelarre” de la caída de Barcelona, el 11 de septiembre de 1714, tras la guerra de sucesión, por la preeminencia de los Borbones o los Austria, que no de secesión, por el interés de la burguesía barceleonina, que eso ha venido después.

Tampoco se trata del 11-S del 2001. Ya sabéis, ese atentado múltiple que dio lugar al fin de la “paz post-comunista”, tras la caída del muro de Berlín, y comenzó la guerra contra el terror islamista, iranista, iraquista y lo que sea menester en tal de “mover stocks” del Pentágono.

Para terror, lo mal que les queda a las altas mandas de EE.UU los uniformes. Si estos “otanísticos” nos tienen que salvar en el futuro como señores del imperio decadente de occidente, vamos apañaos.

EL 11-S DE CHILE: LA “UNIDAD POPULAR”

La importancia en la Historia del 11-S chileno fue, sin duda, porque se cortó de raíz la subversión comunista que tenía como objetivo, y esto es literal, crear dos, tres… muchos Viet-Nam, de tal manera que, el ogro yanqui, se desangrara en todos los conflictos creados en todo el planeta. Se entiende, donde había un régimen de cierta libertad, porque en su zona de seguridad no se permitía que aleteara un pájaro sin permiso del Partido Comunista de rigor.

Esta táctica, liarla por doquier, se llamó “foquismo”, de crear focos de subversión. Y su máximo representante fue el famoso “Ché”, tan representado hoy en día en las camisetas pijas del degenerado Occidente. Aquí un video explicativo de la cosa:

La cosa está en que se cumplen 50 años, tras un proceso acelerado de degradación económica, social, política y de orden público, que el Ejército de Chile, uno de los menos intervencionistas en política de toda Sudamérica, no tuvo más remedio que dar un “coup d,Etat” e instaurar una dictadura, que sirvió, sin duda, para establecer el orden con un coste mucho menor en vidas y libertades que cualquier otro evento causado, precisamente, como se ha dicho, por causa del comunismo internacional, escondido detrás de los movimientos populares, con alta representación y protección de los llamados “curas obreros”, normalmente infiltrados del marxismo en los seminarios, para luego atizar conciencias en los barrios obreros, con el mensaje de: “no se preocupen, que si hay una balasera y mueren serán mártires e irán al reino de los cielos”. Incluso, se justificaba la lucha armada y se calificaba a Jesucristo de auténtico revolucionario. No es de extrañar las especiales relaciones entre el clero vasco y la ETA, que nació, como todo el mundo sabe, en un Seminario.

De verdad, estas cosas pasaban. Y causaron -y aún causan- muchas víctimas por las anuencias de las eminencias. Para muestra, un botón. Setién, la cara como espejo del alma:

El caso es, camaradas, que mucha gente humilde, de los barrios obreros de Chile, siempre manipulada por los progres que pululaban por universidades y palacios arzobispales y parroquias “obreras”, se empeñaron en construir el socialismo de manera “democrática”.

Claro, pero es que construir el socialismo no es más que el eufemismo que oculta la incautación de los bienes ajenos, sin indemnización, claro está. Y se empieza con una fabriquita y se acaba con la mina de cobre más grande del mundo: “El Teniente”.

Claro es que, expropiar sin pagar es igual que robar. Y si eres la superpotencia militar y económica, y las cosas ocurren en tu hemisferio, en tu continente, pues como que la cosa no iba a quedar así.

A eso hay que añadirle un auténtico despropósito económico: inflación, desabastecimiento, huelgas… junto al comienzo de un incipiente terrorismo amparado por el Estado y armado, organizado y entrenado por el encargado de asuntos soviéticos, Fidel Castro.

El cacerolazo

Lo del “cacerolazo” no es por hacer ruido, que también. Es por el significado de ollas vacías: no hay nada que comer en la mesa. Y que una mujer le diga eso a un hombre es extremadamente duro, y hace que los que se toman la vida de forma tranquila se vean impelidos a la acción, en tanto en cuanto la mujer, su mujer, le ha avergonzado delante de sus hijos.

El tanquetazo

El caso es que, tras un intento fallido, “el tanquetazo”, en junio de 1973,

y ante una situación que amenazaba revolución comunista, con apoyo o anuencia estatal, las Fuerzas Armadas de Chile se alzaron contra el Gobierno en un golpe de estado que, considerando los datos, fue de baja intensidad en cuanto a muertos o encarcelados, pero tuvo la pésima suerte de contar con unos personajes, los jefes militares, patriotas y honrados, pero carentes en absoluto de una buena política de relaciones públicas:

Esta foto, junto a la filmación del bombardeo por la aviación del Palacio de la Moneda, ha hecho más por la expansión de un comunismo revivido que toda la literatura y films que se pueda imaginar.

Y esto es así porque la dicotomía narrativa: ejército fuerte/pueblo débil, funciona en el cerebro del populacho desde las primeras fábulas y cuentos infantiles.

El caso es que lo que enseñó a todo el mundo son las “aventuras socializadoras”, las que llevan consigo, al principio, euforias callejeras y, posteriormente, tristezas en las casas sin comida. 

En países con cierta clase media -un 33% aproximadamente- el comunismo no puede triunfar. Y eso lo aprendió la izquierda europea de los años 70 y 80: NO A LAS AVENTURAS REVOLUCIONARIAS CONTRA LA CLASE MEDIA. Es decir, que cualquier cambio político con trascendencia no puede realizarse contra la clase media. Ni siquiera vale con la mitad del electorado.

Frente Popular 1936 / Unión Popular 1973

La República Española, al menos con el “des” gobierno del Frente Popular, fue un antecedente, un prolegómeno de lo que pasó después en Chile, en tanto en cuanto que el cúmulo de huelgas, atentados, penuria en los hogares, más la amenaza de una revolución comunista, utilizando el aparato del estado, hizo saltar a los militares, toda vez que la experiencia de la guerra civil en Rusia, tras la revolución de octubre, implicaba el asesinato de todos los que no comulgaran con el poder comunista. Esa experiencia tan reciente hizo -y mucho- por el Alzamiento Nacional de 1936, que no fue un golpe limpio, dado que fracasó, sino el inicio de una guerra terrible entre españoles, porque la guerra interior ya estaba gestándose en las ciudades, en las calles y, a veces, hasta en las familias.

El General Pinochet, que fue elegido por Allende para la máxima autoridad del Ejército de Chile, siempre reconoció la actuación política clarividente de Francisco Franco, que avisó a las autoridades republicanas de que se iba hacia un enfrentamiento civil. También como Franco, Pinochet no se dedicó a conspirar para dar un golpe y avisó lealmente a Allende para que renunciara a su intención de instituirse como Presidente contra el Parlamento, lo que venía a convertirse en un dictador de hecho.

¿La historia se repite?

Eso nunca se sabe hasta que pasa, aunque A.J. Toynbee dijo algo respecto al péndulo histórico de los tiempos:

Pero, lo que resulta evidente, de acuerdo con la experiencia humana, es que la pérdida de seguridad para la clase media, en tanto en cuanto se pone en peligro su propia existencia, convierte al más pacífico de los oficinistas en lobos, si la defensa de su familia, de sus principios y de su vida, está en juego. De la misma manera, también se aprende del pasado que la imagen, la narración, o el “storytelling”, que se dice ahora,

resulta una arma de destrucción política masiva del adversario. Y que el cuidado de los actos, escritos, comportamientos y, en general, de nuestra vida pública, debe ser impoluto, y no ponérselo fácil al adversario para que los enemigos te peguen una somanta de hostias mediáticas por una mera ingenuidad.

Acabo. El ejército de Chile trae causa y espíritu del prusiano: disciplina, trabajo y pulcritud. Jamás perdió una guerra y llegó a enfrentarse a Bolivia, Perú y Argentina al mismo tiempo. La influencia prusiana se nota en la música, y una de las piezas favoritas de Pinochet fue la famosa “Erika”, que es el nombre de una chica, pero también el de una flor rosada alpina. Así que la voy a poner para finalizar:

Y de propina: “Libre”, de Nino Bravo, cantada como marcha por el ejército chileno. Cuenta la historia de un joven alemán, Peter Fechter, que con solo 18 años fue la primera víctima intentando cruzar el muro de Berlín. Muere el 17 de agosto alcanzado por disparos de guardias que custodiaban el muro.

¡Ojalá aquí se produzca una mímesis pronto por habernos librado de estos comunistas desorejados que nos afligen!.

Vuestro Otto.