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El teatro chino de Manolita Chen

Amici, camerati, compagni:

Hoy vamos de cabaret. Porque hay que explicar ciertas cosas que han pasado esta semana pasada y que tienen que ver con el mundo de la política y del falseamiento de la realidad por el “rogelianismo”, también conocido como sanchismo. Y como es de Justicia, aquí va la explicación, como decía el entrañable alcalde Pepe Isbert,

el de “Bienvenido mr. Marshall”, de Luis García Berlanga, el talentoso cineasta, sí, el que fue divisionario. En la foto, el segundo de abajo por la izquierda.

Los “rogelios” se creen que fue antifranquista. Una penica mu grande y muy española, eso de no atreverse al ilustrado “sapere aude”: atreverse a saber la verdad contra la opinión de la tribu.

Pues la cosa ha estado en el falseamiento interesado de la obra total, artística y personal de una familia de chinos nacionalistas, los de Chiang Kai-Sheck, que fue un general anticomunista y anti Mao que arraigó en España en la dura posguerra.

En 1950 fundaron un teatro, que era conocido como el Teatro chino de Manolita Chen. El nombre ya era genial -y no lo tuvo registrado mercantilmente: se lo guindaron-. Y el alma de ese “cabaret de pobres”, es decir, de un “teatro-varietés” ambulante que iba por las carreteras españolas de entonces, era la «china» Manolita Chen, nacida en Vallecas, que como era buena moza,

de muy joven su madre la introdujo como corista entre las bailarinas del Teatro-Circo Price de Madrid. Pero su vida dio un cambio cuando conoció a Chen Tse-Ping, castellanizado como «Chepín» y bautizado como Jesús, que ya estaba nacionalizado español. Ella ya conocía las artes del oficio. Y surgió el amor.

El Teatro Chino de Manolita Chen dio muchas oportunidades a jóvenes artistas que andando el tiempo serían grandes figuras, como Pajares y Esteso, Marifé de Triana, Antonio Molina o El Fary. Tampoco tuvieron inconveniente en ser contratados por Manolita y su marido artistas ya contrastados como Juanito Valderrama, Dolores Abril, Rafael Farina y hasta Bigote Arrocet.

A finales de los años 70 Manolita Chen tuvo que abandonar sus actuaciones porque se le diagnosticó un tumor en uno de sus oídos, produciéndole una molesta parálisis facial. No obstante siguió dirigiendo sus espectáculos con su energía acostumbrada.

PARA-SITOS Y PARA-SITAS

Ella y su esposo tuvieron que hacer frente a un desdichado asunto: un transexual llamado Manuel Saborido, procedente de El Molino de Barcelona, tuvo la cara dura de anunciarse como «Manolita Chen», disfrazándose hasta parecerse a la verdadera.

Aquello perjudicó gravemente los intereses de la auténtica Manolita, que murió en 2017, veinte años después que su marido. Hubo un pleito civil/mercantil que quedó en “tablas”. Manolita, la auténtica, no había registrado su marca, y la parásita, “Manolita-fake”, se la usurpó, porque la cosa está en chupar del bote, bien sea del talento ajeno o del Presupuesto. Por no hablar de su honorabilidad, pues el público que le seguía, le aplaudía y la tenía considerada, se preguntaba si en realidad era una mujer, un hombre, o viceversa.

Un magnífico documental de su vida, de la auténtica “Manolita Chen”:

Y la cosa que quería comentaros, camaradas, es que al lobby LGTBIJKLMNÑOPQ se le ha ocurrido que se condecore a la “Manolita fake”, porque claro, ha “sufrido mucho” y se le tiene que compensar. Y hay que hacerlo a una condenada por tráfico de drogas, cosa que hacía en su propio local. Es decir, distribuía por un precio. Esto significará su ingreso en la Orden del Mérito de la Guardia Civil con motivo de la festividad de Nuestra Señora de la Virgen del Pilar del próximo 12 de octubre.

Y es que en el proceso planificado de destrucción de los valores de Occidente, tanto vale hacerlo con los de la familia como con los del trabajo honrado y, por supuesto, contra la institución española que representa la honestidad y el sacrificio: la Guardia Civil, que está comprobando en su propia casa cómo se humilla a un coronel y se ensalza a delincuentes prófugos.

Precisamente, la lección que nos da Pérez de los Cobos, el coronel luchador,

es sencilla, aunque muy difícil de seguir en un mundo donde el hedonismo, el sanchismo de ayuda, la subvención, la queja y el chivateo parecen invencibles. La guerra será larga, pero la justicia, siempre que esté abonada en la lucha sin descanso y la preparación de la batalla, triunfará.

En un célebre poema se expone el pensamiento estoico que muy bien podría haber sido compuesto por nuestro inmortal cordobés: Séneca.

El poema es escueto, lacónico, como el propio estilo castrense de José Antonio, que lo tenía en su despacho para acordarse del deber, de la pesada carga del deber. Aquí tenéis el poema, declamado, para que lo podáis escuchar.

Si, de acuerdo, nos encontramos en un tiempo de falsedades, de imposturas, de traiciones, pero también es tiempo de reencuentros entre españoles de bien. Como dice el lema de la legión: “Cada uno será lo que quiera, nada importa su vida anterior, pero juntos formamos Bandera.”

Estas frases, estas canciones, hoy pueden ser motivo de burla, con los manidos epítetos de “caspa”, “antiguo”, “facha”, “franquista”, etc. Pero volverán las banderas victoriosas, como dice la gran canción de amor y de guerra, el “Cara al sol”. Y lo harán porque el destino de España, “la unidad de destino en lo universal”, es como el del “ave fénix”: el perpetuo resurgir, el triunfo de la idea sobre lo material, del Espíritu sobre la Traición, de la Patria y de la Justicia sobre sus enemigos, que son el rencor y la muerte del alma. Y, como decían mis admirados requetés:

Y recordad, “todo lo que hacemos en esta vida, tiene su eco en la eternidad”.

Vuestro Otto.