Amici, compagni, camerati:
Hoy comenzamos con algo de historia, de nuestra historia, de la historia de nuestra Nación. Y de una parte triste, dura, amarga, como lo es siempre la guerra entre hermanos: nuestra guerra civil. Concretamente, quiero recordaros un episodio que ocurrió al principio de la misma…
Eran los primeros días del mes de agosto de 1936, y el golpe que se quería rápido, tajante y decisivo con la toma de las principales capitales -sobre todo con la toma de Madrid- había fracasado, pese a la preparación minuciosa que había elaborado “El Director”, el republicano Emilio Mola Vidal.
Una magnífica serie sobre nuestra guerra, profesional, objetiva, sin revanchismos, realizada por un comandante de ingenieros; Joaquín Rivera Chamorro:
AJUSTE DE CUENTAS
La revolución marxista tenía su ansiada oportunidad, después de la derrota que sufrió en 1934 (la revolución de Octubre), “tarjeta de presentación” de los partidos de izquierda marxista, sobre todo el PSOE y el PCE, sin olvidarse del anarquismo revolucionario de la CNT-FAI.
“Viva la Revolución”
Y es que la entrega de armas a las milicias obreras y el licenciamiento forzoso de todos los soldados conscriptos, las indecisiones en algunos mandos comprometidos con el Alzamiento y, la actuación de las fuerzas del orden (guardia civil y guardia de asalto), provocó una euforia momentánea, una especie de “14 de abril”, pero con posibilidades de saqueo y ajuste de cuentas, todo ello muy “revolucionario”, y al estilo “revolución de Octubre”, pero la de Rusia, que fue lo que desgraciadamente pasó.
Y en esas, don Indalecio Prieto, “don Inda”, que respetaba, y mucho, a José Antonio, el cual le abrazó en las Cortes por la defensa de la unidad de España ante los embates del PNV y su separatismo clericaloide, incluso le escoltó cuando los largocaballeristas querían cargárselo por su oposición a la línea revolucionaria y sangrienta.
Prieto no era partidario de la entrega de armas a las milicias pero, una vez comenzada la guerra, hizo unas declaraciones a unos periodistas extranjeros, que se hicieron famosas, por la contestación que siguió de parte de cierto general de división. Esas declaraciones fueron las siguientes: «¿A dónde van esos locos?. Nosotros tenemos las principales ciudades, los núcleos industriales, todo el oro del Banco de España, inagotables reservas de hombres, y tenemos la Escuadra». A lo que ese general, tal vez lo conozcáis, contestó: “Es verdad. Ellos lo tienen todo. Todo menos la razón”.
El Eterno Retorno de la Reconquista
Estamos en un tiempo de ignominia. Comprar el apoyo de unos delincuentes a cambio de borrar sus delitos a cuenta de la “obsesión fisiológica” de un tipo por el poder, que padece lo que se llama la “tríada oscura”.
Es un acto de corrupción política monumental que no avanza ningún futuro en paz para Cataluña y el resto de España, y que, además de aniquilar lo poco que queda de España, destroza la convivencia y siembra la semilla del enfrentamiento civil.
Como hemos empezado con el recuerdo de la guerra civil, hoy viene a colación una frase, la interpelación de Gil Robles a Azaña en sesión parlamentaria del 15 de abril de 1936: «Desengañaos, señores diputados, una masa considerable de la opinión pública española que es, por lo menos, la mitad de la nación, no se resigna implacablemente a morir».
Toca resistir y resistiremos. Cuando pasen estos momentos oscuros, nos daremos cuenta de que tenemos la ocasión de hacer una España mejor, de acabar con este nefasto régimen del 78, precisamente porque las máscaras han caído y la preocupación ha llegado a esas clases medias tan “sanchopancistas”.
Los patriotas avisamos de lo que iba a ocurrir con nuestra presencia en la calle. Y lo seguiremos haciendo, cada vez más fuertes, cada vez más unidos, cada vez más organizados.
Nuestro grito de guerra siempre ha sido ¡nos veremos en las calles¡, porque no esperamos ser “asesores”, ni “directorcillos”, ni burocratillas con el alma muerta.
Nosotros estamos preparados para la lucha noble y valiente, y recordamos el valor de nuestros mayores en tiempos mucho más difíciles que los actuales, pero también llenos de esperanza. Recordemos esa estrofa de el “Cara al Sol” que dice: “que en España empieza a amanecer”.
Ayer fue 20-N. Honramos la memoria de nuestros difuntos, de los que dieron su vida por una España mejor. Por eso, por su memoria y por la herencia que recibimos, y que no vamos a dejar perder por culpa de unos politicastros de tres al cuarto, nos conjuramos para la lucha continua, para el esfuerzo, para la victoria.
Como en agosto de 1936, también parece que lo tienen todo: el Gobierno, los medios de comunicación, incluso a la policía. Pero les falta una cosa, la más importante: la razón. Y a nosotros, a los patriotas, no nos faltará la fuerza para defenderla.
Ánimo, “unidad, orden y aguantar”, y como hace 84 años, en unos meses, les cantaremos, al estilo Celia Gámez, el “Ya hemos pasao”.
Vuestro Otto.