Los atentados de París y las execrables violaciones masivas en Colonia y otras ciudades de Alemania y Suecia han venido a dar al traste con el camelo multicultural defendido a capa y espada por Angela Merkel y el resto de la élite política, económica y periodística de Europa Occidental.
La ocultación policial de las denuncias de las mujeres vejadas y agredidas, el silencio de los medios durante los días transcurridos -en los cuales las cadenas de comunicación pretendieron cocinar la noticia- y las incalificables medidas propuestas por la casta política “pro-multikulti”, entre la cual destaca la infame alcaldesa de Colonia, Heriette Reker, han hecho que buena parte del pueblo alemán, hasta ahora abducido mentalmente por el cilicio de “la culpa”, despierte de una vez.
Ya es una obviedad y una dura realidad incontestable, para muchos alemanes y otros nacionales europeos, que el multiculturalismo no es viable. Y este sano despertar y renacimiento de la conciencia europea centra principalmente, y no sin justificados motivos, su rechazo a las políticas de acogida de refugiados procedentes de países islámicos. EL ISLAM NO ES COMPATIBLE CON EUROPA, NI ES ASUMIBLE EL ASENTAMIENTO DE MASAS INGENTES DE INMIGRANTES PROCEDENTES DE PAÍSES ISLÁMICOS.
Sin embargo, los patriotas europeos debemos estar alerta ante potentes factores que pueden adulterar la respuesta de muchos de nuestros compatriotas ante la invasión. Por que, el Sistema es sumamente inteligente y astuto y no está dudando en infiltrar elementos de nula valía dentro de los movimientos identitarios. Cierta parte de la derecha liberal más rancia, reaccionaria y clerical está moviéndose en el plano cultural y de la opinión en el rechazo a la inmigración procedente de países islámicos, pero no a la inmigración como fenómeno. Estas corrientes, aparentemente favorables, no pueden deslumbrarnos y debemos estar precavidos ante su penetración y acción desvirtuadora dentro del área contestataria europea.
No olvidemos que los grandes poderes económicos internacionales y sus comparsas políticas alientan, fomentan e imponen la inmigración masiva sobre Europa -sea cual sea su procedencia- con el doble objetivo de, por una parte, la destrucción de nuestra identidad y la obtención de un tipo humano dócil, individualizado y desarraigado y, por otra, la consecución de réditos económicos gracias a la importaciones de consumidores, al arribo de mano de obra barata y a la consiguiente destrucción del Estado Social.
Por ello, debemos tener claro y manifestar una serie de ideas:
1.- La inmigración masiva es negativa en sí misma.
La llegada de centenares de miles o de millones de inmigrantes a Europa es una agresión a nuestra identidad, a nuestra forma de vida y a los derechos de los trabajadores europeos vengan de donde vengan esos inmigrantes. Aquellos que, en aras de elementos lingüísticos o religiosos, abogan por buscar alternativas a la inmigración procedente de países islámicos por la de otras zonas del globo no hacen otra cosa que incitar, consciente o inconscientemente, a otras fórmulas de sustitución de las poblaciones autóctonas y a la destrucción del Estado Social. En España debemos estar muy alerta ante esa derecha mediática y confesional que encuentra en los países sudamericanos y centroamericanos un filón de potenciales inmigrantes.
2.- La integración de los inmigrantes supone en algunos casos la desintegración de los autóctonos.
Para nosotros millones de inmigrantes procedentes de un país islámico lo seguirán siendo vistan un burka o se exhiban desnudos, millones de inmigrantes lo seguirán siendo recen mirando a La Meca o no recen. Quien crea que prohibir el velo islámico o que este tipo de medidas parciales son la solución, quien piense que la integración en Europa de millones de extranjeros es posible o que en el mestizaje se encuentra la salida a los actuales problemas está posicionándose, de un modo u otro, a favor de la continuidad de la inmigración masiva y de los nocivos efectos intrínsecos a su misma esencia.
3.- Los Estados Unidos, Arabia Saudí e Israel no son socios válidos en esta crisis.
Máxime cuando, las erráticas políticas e injustas guerras protagonizadas o inducidas por los Estados Unidos en países islámicos -defendiendo los intereses del Estado hebreo y de la dictadura saudí, en la mayor parte de los casos- son la causa reciente del actual éxodo. Ni los enemigos de nuestro enemigo son nuestros amigos, ni es un modelo deseable para Europa la sociedad multicultural que los estadounidenses quieren importar e implantar a nivel planetario.
4.- No se trata de fobia hacia el Islam, se trata de que ese modo de vida no ocupe espacios geográficos y humanos que no le son propios.
Muchos de los valores y preceptos islámicos no son asumibles por la población europea. No lo son ahora y no lo fueron nunca. El Islam, en su marco geográfico tradicional, puede suponer una respuesta al mundialismo, pero en suelo europeo es un lanzada constante contra nuestra identidad y, por desgracia, contra nuestra seguridad. Debemos abogar por que cada pueblo se desarrolle libremente, sin injerencias y de manera pacífica, en su propio territorio y sin que medien agresiones, movimientos migratorios masivos, terrorismo o colonialismo de ninguna clase.