Camaradas:
Hoy estoy melancólico. Y quiero contaros algo de mi ya lejana iniciación cinéfila. La cosa es que en los años 70, como no existían ni el Netflix, ni el HBO, ni nada por el estilo, pues la gente salía a ver películas en los abundantes cines que entonces existían. Recuerdo las grandes colas ante los estrenos, todo el mundo junto, con ambiente dominguero de recién comido y el sabor al café tomado deprisa para ir a la primera sesión… Pero recuerdo con más cariño el descubrimiento de esas películas en blanco y negro, de reestreno, de esas que correspondían a “ciclos” de un director muy prestigioso como, por ejemplo, Billy Wilder, austríaco por más señas, elegante como las comedias vienesas con el sabor de Hollywood y en las que venía a representar lo que de elegante podía ser el juego amoroso entre un hombre y una mujer, que era y es el juego más peligroso del mundo.
El caso es que en esta película: “Love in afternoon”, que sería traducido algo así como “Amor en el atardecer”, por ser el amor imposible – solo posible en Hollywood-, entre un maduro galán -Gary Cooper- y la bellísima y jovencísima -Audrey Hepburn.
La fasci-nación.
La unión de lo viejo con lo nuevo. La fuerza de esa atracción entre aparentes opuestos, la savia con la leña, el atardecer con la mañana… pues que queréis que os diga, a mi me recuerda a la síntesis de las ideas, aparentemente opuestas, que han marcado el yacente siglo XX y, al parecer, van a marcar el siglo XXI. Por ejemplo, el “fasces”:
Sabéis, camaradas, que el “fasces” era la representación del poder de Roma: el haz de varillas que, unida por una cinta, recogía la fuerza del imperio, representado por el hacha. De qué manera la gran república -al menos en su fundación, no ahora, que elige a abuelos “Ri-bó-ga-gá”, como Biden-, de los EE.UU. que representa sus iconos, con mucho orgullo, aquí Abraham Lincoln, reposando sus brazos en sendos “fasces”.
Nosotros, en España, también tenemos símbolos de fuerza del Estado y de la unidad, por lo menos hasta que a Marlaska le salga un día más histérico de lo normal, si es que “lo ello” tiene algo normal.
Y le pegue el cambiazo:
Bien. Iba contando que la atracción de los contrarios sigue teniendo, quien lo iba a decir, un revival, un renuevo, un “nosequé”. Y que, de alguna manera, se está poniendo de moda algo que, pese a ser tan vituperado, atacado, acosado, asediado y amenazado, pues eso, que hay gente joven que le da por seguir dando el «cante»:
Esta muchacha se llama Elisa García Grandes, y es hija de una familia bienestante del sistema: mucha pasta, mucha progrez, muchos contactos, la “créme de la créme” de la “nomenklatura” de la Transición. El video:
Habla delante de un letrero de la División Azul, con nerviosismo y los puños cerrados, pero con determinación: «El espíritu religioso es, como la música falangista, el caldo de cultivo de nuestras acciones y de nuestro horizonte para nuestra revolución», asegura. Y despliega un sinfín de citas para demostrar por qué la Falange es actual. «El nacionalsindicalismo –dice– es vida. Tanto es vida que estamos dispuestos, como tantos camisas azules, a sembrar con sus propias vidas la voluntad del imperio, una vida para la patria».
Pero si ha habido una “jóvena” que se ha hecho con los medios esta semana, esta ha sido un chiquilla de 18 años, que naturalmente ha recibido la atención de la Sexta y de la Secta:
La joven ha sido acusada de difundir reiteradamente mensajes de carácter machista y homófobo, alentando así la violencia entre personas que comparten su opinión: los ofendiditos de rigor.
Y ya sabéis, camaradas, lo que decía Voltaire:
La verdad es que la cosa empieza a resultar sino preocupante, sí alarmante pero para la Secta y la Sexta, cuando la novela de no-ficción, autobiográfica, “Feria”,
de la manchega Ana Iris Simón, 30 añitos, que está resultando un bombazo; cita a Ramiro Ledesma Ramos, y su famosa frase:
En la novela, a Ramiro, le llama Ramiro. Y punto. Es decir, que sabe de qué va. Y lo demuestra en el texto cuando discute con su padre, un comunista de los antiguos, bastante ingenuo, bastante decente. Es decir, nada que ver con los marqueses de Galapagar.
La chavala, Ana Iris, es un tiro de mujer y a mi me ha gustado muchísimo todo lo que cuenta en la novela, tal vez porque también soy de pueblo y mesetario. Vamos, que me ha emocionado hasta las lágrimas.
Ana Iris es capaz de transcribir dos poemas de los que rompen la pana, vamos, para provocar y dejar a la peña pensando: El primero de Sylvia Plath, escuchadlo aquí, de amor-odio al padre, al fascista:
La Nación: el Senado y el Pueblo.
Seguimos con los símbolos. Y con Roma. SPQR.
¿Qué significaba la misteriosa sigla SPQR? Es una sigla tomada de la frase latina “Senatus Populus Que Romanus” (“El Senado y el Pueblo Romano”), que aludía al origen y gobierno de la antigua República romana, cuando el Senado y el pueblo romano conformaban la soberanía de la ciudad de las siete colinas.
Y esto ha significado, que solo la unión de los “optimate”, con la “plebs” pueden hacer un Estado fuerte, un Estado en donde el derecho se respete y el magistrado castigue a quien no sepa respetar los principios, valores y forma de vivir que hace que un conjunto de personas sean “Nación”.
España es una de las naciones más antiguas del mundo. El idioma español también es de los más hablados -pese a la incuria de sus dirigentes-. Llevamos la religión, la familia al modo mediterráneo, la alegría, la poesía por todos los confines del mundo. Y aunque no somos lo que se dice “disciplinados”, sí que tenemos lo que tenemos que tener y sabemos corregir el rumbo en el último momento.
Hoy, de nuevo, hemos visto la “fasci-nación” que nuestros ideales tienen en la juventud, en la sana, en la que vale la pena, que no es la de los “menas”, la de las “monjitas pervertidas” de ong,s subvencionadas hasta la médula.
Somos los que somos. Y con los que somos y con los que vendrán venceremos. No lo dudéis. Acabo. Como comprenderéis, después de tanta “fasci-nación”, la canción que se me ocurre tiene que hablar de “juventud”, de “ideales”, de historia, de la lucha contra el comunismo que una juventud con ideales, con valor y con honor fueron a dejar su sangre en la estepa rusa:
Honor a los caídos de la Blaue Division 250, que nos esperan haciendo guardia bajo las estrellas.
Vuestro Otto.