Amici, compagni, camerati: Solitos, ellos solitos se pegan tiros en el pie.
Y es que la envidia, la pereza, la codicia, la gula y todos los pecados capitales anidan en las antaño poderosas huestes del Partido Popular, uno de los “herederos” del régimen del 78, como gusta de llamar a la Transición-Traición-Constitución la gentecilla podemita.
La historia, por sabida, no la vamos a repetir. Pero sí queremos “extraer” algún patrón de comportamiento de los principales actorcillos en la comedia, en razón, precisamente, de su absoluta falta de competencia para desarrollar las funciones de liderazgo de un país.
Empecemos: Teodoro García Egea, alias Teodorico el Bárbaro o Torpedoro. Méritos para el cargo de Secretario General y aspirante a altos designios en la conducción de Gobiernos: ninguno. Bueno, campeón mundial de lanzamiento de huesos de aceituna en Cieza, Murcia, a base de resoplarlos:
Al parecer, nuestro ínclito Torpedoro, es Ingeniero Industrial, que no es una carrera fácil. Pero, también al parecer, Torpedoro no ha desempeñado trabajo en una Empresa desde su más tierna infancia política, toda vez que entró como diputado hace tres legislaturas, lo que hace un monto aproximado de diez años. Si consideramos que nació en 1985, que acabaría la carrera en 2010, nos da la bonita cantidad de “cero patatero” de cotizaciones en una empresa que se precie, chanchullitos aparte. Vamos un -mal- profesional de la política. Esto es, lo que en la extinta Unión Soviética se llamaba “aparatchick”: hombre del aparato del partido, sin más. Mirad si no… Dependiendo del CV que se consulte, también se dice que realizó estudios en marketing político y gestión de proyectos por la Universidad George Washington, sin precisar si fue presencial o virtual, su duración y las fechas del curso. Y al igual que un buen número de peperos genoveses, en su CV del Congreso de los Diputados figura que asistió a un “programa de liderazgo de gestión pública en IESE, es decir, el Instituto del OPUS.
Vamos, en resumidas cuentas, que Teotorpón, es un niñato opusdeísta, de la “cuadra” del ínclito Vicentín Martínez Pujalte, ahora escondido hasta que escampen sus tropelías con los dineros públicos, pero todavía muy influyente y escribiente-negro de un libro falsario de Edu Zaplana, como todo él, a través de la OBRA.
Isabel -Pichi- Ayuso
“Niña Isabel, ten cuidado”, decía la canción que avisaba de los daños al corazón por un amante traidor y felón, que es lo mismo…, un Fra-Casado. Pues para darle el punto nostálgico y sentimental, aquí va el mambo-chachachá, de cuando en Cuba había de todo y se era feliz. Vamos, que no había comunistas:
Pero resultó que la “Niña sabel” tenía “baraka”, como Franco, que es como los moros llaman a la suerte que acompaña a los audaces.
Y le dio la vuelta al tablero del chantaje teodoril-casadil, denunciando a los cobardes genoveses, con nombre y apellidos. Y es que Isabel sabe que la mejor manera de luchar contra los vampiros-conspiradores es “tirar pa,lante” y jugar la baza de “la chica que hay que salvar”. Y la niña es buena actriz, tiene tablas, no se despeina, tiene ojazos y hace que los “heteros” y “heteras” se pongan automáticamente de su lado, porque para eso somos españoles de los de antes, que es una de las pocas cosas serias que se pueden ser en este mundo. Y, no nos olvidemos, tiene un “crack” de la comunicación política a su lado, superviviente de mil batallas, nada obediente, como todo quisque con talento:
Y la cosa se ha puesto muy fea para Fra-casado y su equipo de cazurros. Poque hay que ser muy cazurro para ordenarle un trabajo de espionaje fino a Carromero.
Vamos, que el “encargante” del espionaje ha tenido que ser Teotorpón o su alter ego”, el ínefable Casero,
el que se equivocó adrede en la votación telemática para echarle una mano a su amigo Teodorotorpón, cuate de conspiraciones del Gran FontaneroBolaños, proveedor monclovita de informaciones confidenciales extraídas de la Agencia Estatal Tributaria.
En la foto: todo el starsystem de la oligofrenoarquía: Bolaños, Teo el tontaco, Almeida la ratatraidora, también conocido como el “carapolla”,
que pagó con dinero público de una Empresa Municipal de Vivienda el espionaje.
La derecha globalista insostenible de Pablo Casado
Lo que resulta evidente tras el fracaso de Fra-casado es que la derecha globalista, la “aceptable”, la de “buenos chicos”, estos que pueden pactar y negociar hasta el buen nombre de sus madres, no tiene entre sus filas a los más listos de la clase. Más bien tiene a los más adeptos en detrimento de los más aptos. Por consiguiente, a los patriotas nos tiene que alegrar que la zahúrda de los pijo-nenes opusdeístas, de los falsos másteres y mástaras, vayan cayendo por pura lucha darwiniana. Porque lo malo no es que la alternativa al social-comunismo de Pedro Sánchez tarde en llegar, no. Lo malo es que la alternativa sea la misma que lo sustituido y produzca en la gente sana y noble una melancolía inexplicable al igual que ocurrió cuando el Secretario General del Movimiento dinamitó el Movimiento,
y de paso, todo lo bueno que el régimen del General Franco dejó como legado. Eso sí, de la ley a la ley, como gusta hacer a los chicos buenos del Opus. Y de aquellos polvos, vinieron estos lodos: la izquierda falsaria que lleva a nuestra Nación a una ruina moral y económica de difícil solución.
¿Qué hacer?: del enemigo el consejo
En el caso que nos ocupa, el aprendizaje es que la tarea política, la buena, la que consolida venturas y caminos para la Patria, no es cuestión que pueda decidirse en congresillos amañados de partido exhaustos, donde se alza (¿) con el poder el menos odiado de los confluyentes. Antes al contrario, el principio de liderazgo natural requiere -porque los patriotas así lo perciben-, gente sana, gente trabajadora y no mindundis de partidos que hacen del conchabeo y la traición su única aportación a la vida pública de la Patria. Lo dijo José Antonio, lo dijo Ramiro, y antes lo dijeron los líderes naturales del fascismo italiano: el liderazgo es fruto de la lucha de los más fuertes y con ideales.
Porque la lucha, la camaradería, el honor de ser hombres con un fin noble que trasciende a la pelea de partidos burgueses es la esencia de nuestra lucha. Es el porqué de nuestra existencia y nuestra trascendencia.
¡¡¡A noi, a noi¡¡¡¡
Sincerily, Otto.