Amici, camerati, compagni:
Pues vamos a tener que hablar de las pasadas elecciones. Y lo vamos a hacer con la película “The darkness hour”, que traducido al español resulta como “El instante más oscuro”. El trailer:
Se entiende, ya sabéis, referida al momento en que parecía que la aislada Gran Bretaña, o pérfida Albión, por la blancura de los acantilados de Dover, que es lo primero que se ve cuando se cruza el canal de la Mancha: Albión, blanca en latín.
Para los que han sufrido sus engaños y astucias, siempre ayudados de los “vendepatrias”, que aquí de eso tenemos legión. Recordemos que solo el Caudillo defendió el retorno de Gibraltar a España,
tomando la decisión de cerrar la verja en la Línea, Cádiz.
Y que unos súbditos del otanismo la abrieron por exigencia masónica, para alegría de contrabandistas, narcos y piratas de las finanzas.
El caso es, camaradas, que el pueblo británico es, o mejor dicho, era, ejemplo de resistencia y unión patriótica ante las dificultades, y en el año 1940 vaya que estaban apurados. Por eso, a modo sinóptico, encargaron el Gobierno a un belicista, W.Churchill, duque de Malborough. Es decir, aquel “Mambrú se fue a la guerra”, de la canción infantil, que rememoraba, sin saberlo, la Guerra de sucesión española, que luchó en el bando austracista y que produjo el advenimiento de la dinastía borbónica. Visto lo visto, creo que con los Austria, y el Archiduque Carlos, nos hubiera ido mucho mejor como Nación al no quedar bajo los intereses del Rey Sol, Luis XIV, rey de Francia, que pasó a ser la potencia hegemónica mundial al colocar a Felipe V en el trono. Hoy ya vamos con Felipe VI, por si a alguien se le ha escapado el dato.
Sigo. El aprender del enemigo es cosa de sabios. Y lo que se desprende de la historia que narra la película es que hay cosas imprescindibles para el éxito en la lucha por la vida de los pueblos: saber escuchar a los de abajo y saberles concretar con palabras claras y sencillas que los fines de la Nación no se pueden conseguir sin ellos -el pueblo- y sin un líder que los guíe, con capacidad, como se dijo de Winston, de “alistar el idioma inglés para la guerra”.
Por cierto, antes de que me acuséis de “anglófilo”, tengo que recordaros que Churchill salvó a España de la invasión aliada, en la que confiaban los comunistas derrotados en nuestra guerra, tras la derrota del eje, previendo que el mejor aliado anticomunista que pudiera haber en el sur de Europa era el Caudillo.
Ya vuelvo al caso. Churchill supo comunicar, dirigiéndose a la gente y diciendo aquello de “Nunca nos rendiremos”. Pero lo hizo, porque, previamente, había sido un líder conservador y popular, que una cosa no quita a la otra y que la gente agradece, porque, por decirlo así, si está en política no lo hace para robar, porque no lo necesita. No se puede decir más con menos palabras. Pero para tener esa percepción política se necesita, sin duda, un especial interés por la historia de la Nación, por sus mitos, fábulas, leyendas, éxitos colectivos y fracasos rotundos. Es decir: hay que sentir la Patria, y eso se nota, porque si no te duele España es que, sencillamente, no eres un patriota. Podrás ser un buen administrador del “Servicio Gallego de Salud” y disfrutar de unas cuantas mayorías absolutas en mi amada Galicia, y “tapar un agujero orgánico”. Pero si bajamos de las brumas galaicas al sol de la Meseta y las llanadas del Guadalquivir, nuestro Levante flamígero, aquí, camaradas, queremos más pasión por la vida, más capacidad de entrega, de sufrimiento y de gozo.
Y menos comportamientos lacayunos con las élites globalistas. Por no hablar de la cobardía ante el enemigo, ya que no acudió al debate de tve, por no se sabe qué razones de estrategia electoral, las mismas que le daban como “ganador”, factoría GAD3, del ínclito Narciso Meapilas, pila bautismal opusina, claro.
Todos contra el “fascismo”.
Pucherazos indemostrables aparte, por el momento “las derechas” han sacado menos diputados y menos votos y, por consiguiente, el “encaje de bolillos” de pactos y componendas está abierto. Pero, se podría decir que con el resultado de estas elecciones generales, con los que ni los unos ni los otros pueden sentirse orgullosos, pudimos ver cómo nos daban pletóricos sus discursos en las sedes de cada partido: hemos frenado al “fascismo”. Y es que aún queda botín para repartir, entre otros “manjares”, la caja común de las pensiones y los fondos de pensiones privados. Aquí las cantidades a robar son extraordinarias: el ahorro de todos los españoles para su jubilación y el aseguramiento de sus familias. Por no hablar de los latisueldos, por lo que sí es cierto que todos habían ganado. Y claro, esto es algo que no se entiende muy bien, cuando prácticamente ha habido un empate y el país se muestra ingobernable. No se entiende muy bien, hasta que caes en la cuenta de que es verdad que han ganado todos: les hemos renovado un sueldazo de cien mil euros por diputado como poco, y al menos listo por cuatro años más.
Pero si algo nos ha sabido mal -yo creo que con independencia del sentido del voto o del voto sentido-, es que la muchachada de Abascal no ha sabido rentabilizar la “soledad del corredor de fondo”. Porque, además de las “tontás” de “hemos detenido al fascismo”, como si los nietos, nietas y nietes hubieran estado pegando tiros en el frente de la Casa de Campo, desde el 36 al 39.
Cuando lo que han hecho ha sido vivir del cuento desde su más tierna infancia. Mirad, sino, la sumatoria Fashionaria, tan comunista cool ella.
Parafraseando a la inane mental y emocional: “Sumar va de chupar”. Pues bien, Santi, te quejas porque te han hecho el “cordón sanitario”. Pero tú, antes, has dejado a muy buena gente por el camino. Tal vez porque no son de “cilicio” y “tentetieso”, tal vez porque eran demasiado “radicales”, tal vez porque te has rodeado de envidiosos que no dejan crecer la hierba del talento a tu alrededor. Y por eso no te has sabido aprovechar del papel de “sólo ante el peligro”. Porque el endiosamiento, el creerse más grande que los propios zapatos, el no darse cuenta de que debe haber gente con neuronas capaz de ver la realidad donde el líder carismático no llega y trabajar para poner el voto a favor, no en contra, no en la senda de la abstención playera. Vamos, que el “voxismo-leninismo”, en el sentido de “centralismo democrático” del barrio de Salamanca, tiene sus limitaciones electorales. Y tú mismo las estás sufriendo. Te ha fallado mucha gente que, podríamos llamar “jonsista”, que haya llevado, o que no le importaría llevar, la “camisa azul mahón”. Porque si no, estimado Santi -y lo digo en serio-, el pestazo a clasismo de barrio rico es mala propaganda para los que les viene justito llegar al fin de mes. Y, en ese caso, el voto de los barrios obreros no alcanza los niveles esperados. Y ahí habéis fallado, Santi, y lo sabes. Así que, menos “yunques”, y más “martillos”. Que saber estar en los problemas y decir las cosas con claridad son esenciales en política. El propio Churchill, que supo ganar una guerra, no supo emitir la confianza necesaria para ser elegido una vez acabada la misma, por lo que acabo de escribir: se le veía patriota, pero de buena familia. Y, Santi, de verdad, cada uno de los que pueden votar, igual no son tan formados, estupendos, bilingües, atildados y con “clase”. Pero todos votan, y muchos, demasiados, han dejado de votarte, y no es suficiente lo del “voto útil”, que sin duda lo ha habido. Pero lo que no ha habido es el mensaje del abuso de la partitocracia -lo dijiste, pero con la boca pequeña-. Y no llegaste a trascender cuestiones esenciales como la vivienda, educación, etc, más allá de poner honrosamente la bandera de la Patria por delante. Pero esto no es suficiente. Es lo que tiene la derecha, mucha bandera -que está muy bien- pero se le acaba olvidando la parte social, que es tan importante o más.
En términos de la historia del Alzamiento, te diría que menos Marqués de la Eliseda, aristócrata y financiador de la primera Falange, y más mucho más Onésimo Redondo, Ramiro Ledesma, Hedilla y Girón, que emitían vibraciones obreras y campesinas con su habla, su porte y sus actos. Ved sino:
Por cierto, nadie ha dicho nada de ellos como grandes políticos que pensaron, murieron o construyeron unas décadas realmente de progreso nacional y social.
Termino. La grandeza de Roma estaba comprimida en la frase: SENATUS POPULUS QUE ROMANO.
“EL SENADO Y EL PUEBLO DE ROMA”
Ese pueblo de Roma, es el pueblo español, pero el llegar a él no se puede hacer colocando como mascarones de proa a políticos amortizados o restos de serie. Ni siquiera con gente con estudios y de buena familia. No. El carisma, la capacidad de sentir lo que hay que sentir y resistir lo que haya que resistir se tiene como fruto de una vida completa, de una vida sana, de una vida decente. Es tarea tuya, Santi, el encontrar a esa gente y no jugar al “A TI NO TE AJUNTO”, porque me lo han dicho los “yunqueros” o los “opuseros”.
Cuando el Caudillo tomó las riendas de las distintas “tribus” que habían estado en el primer momento del Alzamiento lo hizo a conciencia, sabiendo que el decreto tenía la gracia que une la disciplina con la justicia, como en las legiones romanas, y no castigando, incluso expulsando a los que no han acertado con la simpatía de la capillita influyente de turno.
La fábula está clara: el “fasces”, de ahí viene la palabra y el concepto de “fascismo” y del nacional-sindicalismo patrio: “haz”. Unidos el haz y el fasces no se pueden romper con facilidad, las varillas, de una en una, sí. Por consiguiente, la tarea, el reto, la salvación nacional, exige la tarea de unir las ramas, y no deshacerse de las molestas, por no ser tan igualitas unas con otras.
Hagamos “haces” y “paces”, sólo así salvaremos a España, y los que nos sucedan en la lucha, podrán decir: fueron fuertes en los peores momentos y en la resistencia tuvieron su mejor momento.
No se puede decir nada mejor que esto.
Vuestro Otto.