Cuando decimos que la fórmula para preservar lo que ellos denominan “políticamente correcto” es la represión, no hacemos más que constatar lo que es una realidad. Los inútiles que están en el poder sólo pueden preservarlo con la multa, la sanción, la cárcel y el miedo para todos los que disienten. No vale opinar, contrastar pareceres, dialogar. Sus planteamientos sobre el globalismo, la Agenda 2030 y el transhumanismo es tan endeble que no soporta el disenso.
Por publicar en nuestras redes un artículo en el que decíamos que el origen de la viruela del mono, en España, son prácticas entre homosexuales, por llamar a los homosexuales pierdeaceites, se ha condenado a casi tres años de cárcel al responsable de nuestras redes sociales (no a quien lo escribió) por un delito de odio.
Para mí odio es el que manifiesta la fiscalía al incriminar siempre en el mismo sentido la aplicación del 510. Odio es imponer una pena tan grave a algo que debe estar amparado por la libertad de expresión, principio constitucional, o como máximo contemplado como un delito leve de injurias por denuncia de parte.
El sistema venezolano al que nos lleva este narigudo presidente, representado por la piñata de Nochevieja (que también han denunciado por delito de odio), es el de la supresión de la libertad y la disidencia. Consiguen con eso que no publiquemos más artículos semanales (llevamos más de dos años haciéndolo) hasta que tengamos la sentencia del recurso en el TSJ. Pero lo que no van a conseguir es que nos convirtamos en esa masa de ciudadanos aborregados y complacientes que ellos quieren.
Cada vez somos más, cada vez estamos más cargados de razones, cada vez estamos más cabreados, y el resultado final será inevitablemente una explosión que pasará cuenta a los culpables.
Tal vez como los cristianos en las catacumbas, como toda resistencia, la disidencia tendrá que organizarse y vertebrarse en canales seguros, sin demasiada publicidad, hasta que llegue el momento de ganar la libertad.
Nos podrán castigar, pero no nos podrán vencer.
José Luis Roberto, presidente nacional de España 2000.