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La nueva esclavitud laboral: Uber y Cabify

Nuevas prácticas de esclavitud laboral. Lo que viene.

Estamos asistiendo a una guerra entre las asociaciones de taxistas y las empresas Uber y Cabify. España 2000 se ha puesto, desde el primer momento, del lado de los taxistas, miles de trabajadores españoles, autónomos, que pueden ir a la ruina gracias a la invasión de su sector por parte de estas dos empresas, que pretenden monopolizar el transporte de viajeros en coche.

Desde que empezó el conflicto se han posicionado, en un lado u otro, todos los grupos políticos y que puedan tener una opinión de peso. El Partido Ciudadanos y el alto empresariado están totalmente a favor de las empresas del monopolio del VTC, ya que son ultraliberales en lo económico, a los que les da igual cuantos taxistas pueden perder la inversión de toda su vida si vencen los invasores de su sector. El Partido Popular, jugando con sus dos caras, por un lado apoya a los taxistas, tradicionales votantes suyos, y por el otro guiña el ojo a los del liberalismo económico salvaje. El PSOE, Podemos y los nacionalistas, apoyan inicialmente a los taxistas… buscando su voto, con mensajes vacíos que dan a entender que no tienen ni idea de quienes se están enfrentando y porqué. Solo buscan hacerse con otro nicho electoral. Cambiarán de bando si en un momento dado ven un caladero de votos en los conductores de los vehículos VTC.

Sólo los Identitarios nos posicionamos, para no movernos, del lado de los taxistas. Pero es por ellos, por su estabilidad laboral, y porque vemos lo que significa que ganen batallas los adalides de la llamada “Nueva Economía Colaborativa”. Y porque los perjudicados, si ganan Uber y Cabify, van a ser también sus propios conductores.

Lo que venden Uber y Cabify.
Pretenden ser lo mejor que le ha pasado a la economía española en décadas:
A las administraciones les venden, que crearán miles de nuevos puestos de trabajo. Libre competencia, bajadas de precios.
A los usuarios les venden algo que pretende ser nuevo, fresco, barato y de lujo.
A los conductores de VTC se les atrae ofreciéndoles un trabajo bien remunerado y con libertad de horarios.

La realidad.
Los servicios VTC han existido siempre. Hacían servicios especiales para bodas, traslados a aeropuertos desde hoteles, etc. Eran pocos, ocupaban su espacio y apenas competían con el taxi. Y ahora, de mano de Uber y Cabify, se convierten en un engaño a administraciones, usuarios y trabajadores:
Las administraciones van a ver a estas empresas ir a tributar en paraísos fiscales, como Cabify lo hace en Delaware. Y no generarán puestos de trabajo, sustituirán a taxistas por conductores a su servicio.
Los usuarios de momento ven vehículos nuevos y grandes, con conductores bien vestidos. La mayor parte son vehículos de una determinada marca coreana, que no es de alta gama, y que en breve tendrá un mantenimiento que no todos los conductores podrán costear. Y si logran echar al taxi del sector, las tarifas las subirán a placer.
Los conductores que entran en Uber y Cabify, se encuentran con unas condiciones que no son las que esperaban, viéndose abocados a una esclavitud laboral mal remunerada.

Los requisitos para los conductores de VTC en Uber y Cabify, imagen de lujo. Los costes, a cargo del conductor.
Las empresas del monopolio exigen a los conductores que quieran “colaborar” con ellos, presencia agradable, no tener antecedentes penales, una determinada disposición de horas al día… y que el conductor lleve y pague su propio vehículo (de unas determinadas características o marcas), se pague sus seguros, su Seguridad Social como autónomo, y lo más caro, su autorización VTC, que está sufriendo los efectos de una auténtica burbuja, y ha pasado de valer unos cientos de euros a una media de 30.000 € en apenas 5 años.

El conductor que busca una salida laboral a su situación de paro, hace un tremendo esfuerzo económico para entrar en Uber o Cabify. Estas dos empresas no se responsabilizan de los conductores en ningún momento, ya que son “colaboradores” de la nueva “Economía Colaborativa”. Eso sí, pueden prescindir de ellos sin justificar nada. El trabajador en realidad no tiene ningún respaldo por las empresas, aunque de su trabajo se han estado llevando un 25% simplemente por poner una aplicación informática. Sin arriesgar nada.

Cuando el monopolio esclaviza al “colaborador”.
En teoría, la “Economía Colaborativa” consiste en poner en contacto a personas que, unas ofrecen un trabajo en un tiempo que les sobra, y otras demandan ese trabajo puntualmente, sin tener que vincularse con una empresa de servicios. Y Uber y Cabify son el ejemplo de altruistas que los conectan.

La realidad es muy diferente. Las empresas de éste tipo, han encontrado oro en sectores como el del transporte de personas, donde sin apenas inversión van a ganar enormes cantidades a costa de inocentes trabajadores e ilusos consumidores. La inversión corre a cuenta del trabajador. Coche, seguros, Seguridad Social, autorización VTC, no lo paga la empresa, que de hecho no los tiene como sus empleados. Trabajos de este tipo, similares, han existido siempre. Costureras, albañiles, pintores, etc. ponían todo y la empresa que contrataba sus servicios les pagaba por el producto terminado. Pero no existía un monopolio, el trabajador podía cambiar de empresa-cliente y generalmente las inversiones a su cargo no eran tan altas.

La diferencia con estas nuevas empresas como Uber y Cabify, es que van a establecer un monopolio insalvable que atará a sus “colaboradores” y los dejará a su merced. Como ya se ha explicado, el conductor hace toda la inversión, y la empresa puede prescindir de sus servicios en cualquier momento. En caso de quedarse fuera de la red de la aplicación informática, un conductor VTC no puede coger pasajeros en la calle como un taxi, sólo puede trabajar por medio de estas dos empresas o si tiene suerte hacer que un hotel le llame para trasladar a sus huéspedes VIP al aeropuerto. Después de hacer una inversión millonaria, se puede quedar en la indigencia por una decisión de la empresa, sin indemnización por despido ni similar.

En estas condiciones, si triunfan Uber y Cabify, cuando quieran llevarse un porcentaje superior de los viajes contratados, aparte de que no tendrán una competencia de taxistas enfrente, tampoco deberán preocuparse por sus propios conductores si les suben las comisiones. No habrá protestas ante el miedo a quedarse sin trabajar con una enorme inversión hecha.

La extensión a otros sectores.
El éxito empresarial es total: Trabajadores que se pagan todo. Sin responsabilidad sobre ellos. Sin normativas laborales. Despidos sin costes. Pago en base a comisiones. Y lo mejor, un monopolio que permite imponer condiciones a los trabajadores con el miedo a dejarles en la calle y arruinados si protestan.

En caso de extenderse el modelo a otros sectores, aprovechando por un lado la desesperación de los parados y por el otro la desidia de las administraciones, a las que les quitarían ( en teoría ) el problema del desempleo, nos enfrentaríamos a una vuelta de tuerca definitiva en las relaciones laborales, retrocediendo siglos bajo el eufemismo de la “Economía Colaborativa”.