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Las garras del aguila

Camerati, amici, compagni:

Empezamos y nos ponemos en plan Rodríguez de la Fuente, (que por cierto, desde la tumba se tiene que estar descojonando de las ecofeministas y sus “gallos que violan a las gallinas”).

Amigos, como sabéis, el águila es el ave de presa, como decían los cetreros, pájaro de “altos vuelos”, o “ave altanera”, más longeva: llega a vivir 70 años. Pero a los 40 ni sus uñas ni su pico agarran como antes y sus alas están envejecidas. Entonces, el águila debe enfrentar un doloroso proceso de renovación que consiste en volar hacia un nido en lo alto de una montaña, y pueda renovar sus garras, pico y alas a base de golpear contra la pared y arrancárselos. Después de esta metamorfosis, sale para su vuelo de renovación y podrá vivir 30 años más.

La introducción naturalista viene porque ha sido noticia esta semana pasada el despido del entrenador-cetrero del club de fútbol italiano “Lazio”, un español llamado Juan Bernabé,

por hacer el saludo romano, cosa que no debería extrañar a nadie, puesto que Roma estaba -y está- en el “Lazio”,

de ahí el nombre de “latino” y, por consiguiente, el origen de las lenguas que son hijas de aquel, como el español.

El caso es, amigos, que los “soplones”, cuyo tratamiento terapéutico aquí bajo explicamos,

fueron y dieron la “alarma antifascista” y despidieron al cetrero patriota, para atajar así al “innombrable”, Duce, Duce, Duce.

Hasta ahí, lo normal en la censura progre del Big Brother plandémico:

Pero, si nos fijamos en el trasfondo, se advierte con claridad cómo el “mito del fascismo”, sigue vivito y coleando. Como una “herencia yacente” que espera a los legítimos herederos que la recojan, aunque sea a “beneficio de inventario”. Es más, a día de hoy, el debate intelectual español está centrado en una escritora que se atrevió a citar a Ramiro Ledesma Ramos, Ana Iris Simón,

cuya novela “Feria”, recomendamos fervientemente ya en otro artículo.

Ramiro, cobardemente asesinado hace 85 años

Y es que la actualidad del pensamiento nacional-sindicalista, que es la forma patria de llamar al fascismo, vuelve a retomar vuelo en los ambientes culturales. Y no confundamos los “culturetas”, adictos a la subvención y al panegírico lacayuno, con los verdaderos intelectuales patriotas.

Ramiro se habría resistido a ser subido al camión para ser trasladado desde su encarcelamiento al lugar de su ejecución, en el cementerio de Aravaca, 29 de octubre de 1936, abalanzándose sobre un miliciano después de gritar “A mí me mataréis donde yo quiera y no donde vosotros queráis”, momento en que otro miliciano le habría disparado un tiro a bocajarro, quedando muerto en el acto. Este comportamiento inconformista, valiente y desafiante, a la personalidad y carácter de Ramiro, un intelectual con mayúsculas del que el propio don José Ortega y Gasset,

que fue uno de sus profesores y del que Ramiro se convirtió en fiel discípulo, dijo al conocer de su muerte: «no han matado a un hombre sino a todo un entendimiento», que devino en hombre de acción. Su decisión, con apenas veinticinco años, de no detenerse en lo teórico, parece muy influida por la doctrina de Heidegger,

de la que era seguidor, y que propugnaba el paso a la acción para vencer la angustia que procuraba la visión de la nada, percepción que solo podía ser neutralizada por la voluntad y la lucha, por unos objetivos claros, políticos: la consecución de un Estado nacionalsindicalista: Patria, Justicia y Pan.

Por consiguiente, camaradas, aunque para algunos, hoy parece la hora más oscura, el amanecer de nuestras ideas, está a punto de romper el alba. Un descontento larvado anida en el alma de los patriotas desencantados con las falsedades de un uniformismo debilitador que contraría la esencia del ser humano y amenaza su propia existencia en una mescolanza de razas y consumismo de sofá, benzodiacepina y Netflix en cómodos plazos.

En una magnífica película en blanco y negro, “La cinta blanca”,

muchos críticos culturetas quisieron ver la “amenaza del fascismo”, toda vez porque veían la represión moral y social que engendra violencia y que era ejercida, precisamente, por gente joven, que fue la que luchó y murió en las trincheras de la Primera Guerra mundial. Hoy, la represión moral, social, ideológica y también económica se ejerce por quienes tienen la hegemonía cultural, los herederos de Gramsci y de los “Protocolos de los sabios de Sión”: los oligarcas comunistas “rojos y maricones”, Jorge Javier dixit.

Y ahora nos toca aguantar, afilar, como las águilas de un fascismo que va a cumplir en el próximo 2022, cien años, nuestras garras hispánicas, como bien representaba el primer icono y lema de las JONS:

Decía “Joe Strummer”, de los Mescaleros, antes “The Clash”:

que “el futuro no está escrito” y que nos toca a cada uno de nosotros con nuestros actos y fe en la vida digna de ser vivida, diseñar el camino de nuestra fugaz existencia.

Ahí lo dejo.

Vuestro Otto.