«Es toda una experiencia vivir con miedo… eso es lo que significa ser esclavo.»
Amici, camerati, compagni, salute:
En la historia de la decadencia del Celeste Imperio -es decir, China-, durante la dinastía Quing, la última, se hizo obligatorio que los plebeyos llevaran como signo de servidumbre ante los amos manchúes: la coleta: «perder el pelo o perder la cabeza». Negarse a llevar cola era castigado con la muerte.
Autoridad que no abusa, se desprestigia
Y es que es característico del ejercicio del poder de tiranuelos mercachifles, imponer normas absurdas por el mero hecho de acostumbrar a los súbditos, porque lo somos para ellos, a la obediencia pavloviana, vamos, a la de los actos reflejos en la sumisión u obediencia preventiva conseguida a base de interiorización del miedo en la mente de los sujetos a aterrorizar. Y qué mejor situación para aplicar los sabios consejos de los manipuladores de mentes que la actual PLAN-DEMIA.
Tanto es así, que la fórmula está funcionando a pleno rendimiento a base de “premios y castigos” ejercidos sobre los desgraciados súbditos, que no ciudadanos. Por eso, para que el esfínter de la crítica social vaya siendo relajado no hay más que comprobar cómo se imponen los mandatos irracionales a base de coacción televisiva y represiva.
Y hay antecedentes, experimentos sociales, que se están poniendo en marcha con nosotros como cobayas.
Los tipos de las fotos de arriba son Asch y Milgram. Ambos demostraron con experimentos que llevan sus nombres, cómo se puede conseguir la obediencia si la gente piensa que el grupo en el que está integrado tiene razón porque son mayoría:
El experimento trata de obtener la obediencia en un cuerpo social a base del “miedo suave”, para acostumbrar a que cualquier medida proveniente del “Mando Globalista Mundial”, sea aceptada según Soros padre, Soros hijo y Soros ahijado.
Obedece, no tendrás nada, pero serás feliz
Y es que la plan-demia le está viniendo como anillo al dedo a los designios de la Agenda 2030: reducir a la población mundial a un rebaño de ovejas obedientes, haciendo uso de las técnicas de ingeniería social modernas junto a las de toda la vida, con la idea final de conseguir un “Gobierno de las Élites”, que ya planteó Platón…
…y todos cuantos “sabios de manos blancas” han existido: el comunismo sin patria y sin trabajadores, solamente dirigidos por unos “seres superiores” que saben lo que más nos conviene y que si nos prohíben lo que nuestro sentido común nos dice es por nuestro bien.
Romper la espiral del silencio
Sin embargo, no todo está perdido. Una aldea europea, patriota, hispana por más señas, resiste al invasor:
Y está dispuesta a romper el cerco del silencio cómplice de los medios de comunicación y de los partidos del régimen. Porque lo más importante del momento político en el que nos encontramos es luchar contra la mentira, hacer que la gente sumisa ponga en cuestión sus propias creencias y que la “disonancia cognitiva” -el choque entre realidad y creencias inoculadas por el poder globalista- se convierta en algo intensamente desagradable y provoque una reacción de justificada ira social.
Abajo las máscaras, abajo los “pasaportes”
Esto del “pasaporte” y la hostelería convertida en “agente de control” tiene antecedentes en nuestra Guerra Civil. El que cualquier grupito de chiquiliquatres se irrogue el derecho de controlar a los demás tiene terreno abonado en nuestra Patria.
Un video de los Brincos muy chulo para el recuerdo: ‘lo que te voy a decir lo he visto en tu pasaporte… ya no me fío de ti y te quité el pasaporte’.
Y es por eso que resulta paradójico para algunos que los patriotas estemos tan cerca de los libertarios, aunque en la 2ª República los esthendalianos colores “rojo y negro”, Ángel Pestaña, anarcosindicalista y José Antonio, nacional sindicalista, muy cerca de fusionarse en un proyecto común.
Y es que a ambos movimientos les unía -y une- una exaltación de la alegría nietzscheana, de conseguir que la voluntad de ser, del individuo dentro del seno de la Patria, se sobreponga al miedo y a la frustración que usan los poderosos para mantener a la gente asustada en sus casas, alienada y sin sentido espiritual. Y es por eso que, bajo mi opinión, las alianzas y los compañeros de viaje y andanzas políticas en estos tiempos de tormenta, pueden y deben tejerse con imaginación, sin dejarse engañar por el eje “izquierda-derecha”, hemipléjicos morales que diría José Antonio. Vayamos, pues, a las luchas con ánimo e imaginación. Y, a ser posible, para divertirnos.
Pues no hay mejor antídoto contra el virus del miedo que la alegría de la lucha con los nuevos aliados y los viejos camaradas.
Nos vemos en las calles.
Vuestro Otto.