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Los juegos del hambre

Amici, camerati, compagni:

Hay que reconocerle a Hollywood, es decir, a la gran industria del entretenimiento, comunicación y conformación ideológica: la fábrica de sueños, que decía Ilya Ehrenburg, un comunista ruso del siglo pasado, que sabe “olfatear” los tiempos que vienen. A veces, incluso los provoca. Lo digo porque me recuerda a lo que está sucediendo, no solo en España, sino en el planeta. ¡Hay que salvar el planeta¡, que dirían los wokes, traducción: “despiertos/iluminados” -forma yankie de decir “activistas progres”-. Y es que “pelis” como la que da el titulo a este humilde escrito cuentan, con anticipación, el espíritu de los tiempos: la percepción íntima, oculta, de que las cosas no van a ir bien durante mucho, mucho tiempo. Y que el “mundo occidental” es una especie de balneario, la previsora “vida MAPFRE” de “un puente hacia la jubilación”.

Un mundo-fake que te garantiza tener muchas cosas proveídas por el poder globalista, a cambio de no tener ideales, de perder el espíritu, de abjurar de la razón y de la conciencia, que nos señala siempre la diferencia entre el bien y el mal, entre la verdad y la mentira.

El “Nuevo Orden” judeo-masónico, que figura en el billete de dólar, para que sepamos de dónde vienen los tiros, pretende “reformarnos para conformarnos”.

Los sucesos que acontecen estos días, estas semanas, y lo que queda por acontecer, reproducen los sueños/pesadillas de esos guionistas que supieron percibir el inconsciente colectivo, que diría Jung, atendiendo a la existencia de miedos profundos.

Y el miedo profundo que existe, viene de lejos, de lo más profundo de la especie: el miedo a la enfermedad, el miedo a la pobreza, el miedo a la muerte, el miedo, “el horror, siempre el horror”, que diría el gran Marlon Brando del Apocalypse Now, del apocalipsis de ahora, en nuestro tiempo.

Y es que la cosa se va a poner muy mal. O muy bien, según como se mire, camaradas. La caída de la producción causada por una pésima gestión de la plan-demia, con las clausuras inconstitucionales de nuestras vidas, el aumento de costes inducido por darle a la “máquina de imprimir dinero” de los bancos centrales, FMI, UE, y demás gentuza sorosiana-globalista. Todo esto conlleva a la irresistible, lógica y destructora inflación.

Y esto es lo que pasó en Alemania en los años 20, por darle a la “maquinita de imprimir dinero”:

Y luego pasó esto… pegadle un vistazo:

Las uvas de la ira

Fijaos en los ojos, en las pupilas de los ojos de H. Fonda. Son redondos. El fotograma es de una gran película que reflejó el drama de la “Gran depresión” de los años 30: “Las uvas de la ira”. Leed esta frase que, a mi, hijo de familia humilde, me sigue emocionando, porque contiene una verdad que todos nosotros llevamos en nuestra alma:

Cuando la injusticia se convierte en pobreza y en humillación, sentida en lo más profundo de nuestro espíritu, todos los que nos sentimos hombres y respetamos la vida y la libertad de los demás, su derecho a buscar su propia felicidad, pensamos que el momento de la lucha es inevitable, y la decisión que conlleva, irrevocable.

El quote/dialogo, aquí:

La Patria, la nación.

Alguien dijo que la Patria es el respeto a la memoria de nuestros padres. Y a los padres de nuestros padres. Y así hasta que los recuerdos se pierden en la bruma de la Historia. Porque nos conocemos y nos reconocemos gracias a que mantenemos una memoria personal, la de verdad, la que no está subvencionada para manipularnos como la “memoria histérica”. Y este sentimiento de pertenencia a un proyecto de vida en común debe servirnos como acicate, como forjado de nuestras propias vidas. Y esto puede ser, y debe ser, el espíritu que nos mueva ante los tiempos difíciles que vienen. La lucha, la unidad, el orden y el aguante. Lo propio de las legiones romanas, lo propio de las falanges macedónicas. Esto no es nuevo, es viejo, es auténtico. Si nos acercamos a los camaradas, si les ofrecemos nuestra ayuda a ellos y a la causa común, la victoria llegará sin duda.

Al principio del artículo escribí que pueden ser buenos tiempos para los ideales. Pero los ideales, por buenos que sean, no funcionan si no se une el trabajo, la constancia y la militancia. Hay que abandonar el derrotismo y buscar en la juventud de los corazones la materia de los sueños de los poetas. Y de cantar a la juventud, a la belleza y a la poesía, qué mejor que recordar la canción del “rinascere dil rifatto” de Benito, aquí va la versión “tecnobalilla”:

Vuestro Otto.