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Padre. Padrino. Patria.

Amici, camerati, compagni:

Este es un año de conmemoraciones. El centenario de la histórica “Marcha sobre Roma”,

el de novelas tan señeras como el “Ulysses”, de Joyce, “En busca del tiempo perdido”, de M. Proust, la sesentena de la traición y abandono de la Argelia francesa, por los impuestos acuerdos de Evian. Homenaje que haremos en su momento a los patriotas gabachos, personalizado en el general Helie d`Saintmarc.

Y el cincuentenario de una obra maestra del cine -hay quien opina que es “la” obra maestra-: “The godfather”, “El padrino”.

El “tema” de “El padrino”

El que no haya visto la película, no perdáis ni un minuto porque voy a hacer “spoilers”. Bueno, el tema, más allá de la gran banda sonora, firmada por Nino Rota, que resulta esencial para entender toda la tragedia que esconde la historia. Como sé que hay grandes melómanos en las centurias de Alicante, camarada Arturo, aquí reproduzco un gran artículo sobre la grandiosa sinfonía del gran Nino. Escuchadla. Mejor aún, vedla.

“Para empezar, un vals. El vals se baila dando vueltas y el ritmo 3×4 evoca el círculo y la repetición, algo que vuelve, y vuelve, y… Coppola quería un vals para acompañar la personalidad del padrino y su familia: alguien que mata, y mata, y… Pero no iba a ser un vals demente, sino melancólico, tan lento y triste como una marcha fúnebre. Porque los Corleone en realidad quizá no quieran tener que llegar a la violencia para solucionar sus problemas, aunque su naturaleza sea esa. La figura del joven Michael es la que mejor simboliza esta cuestión: aparece y suena el vals como un bucle melancólico que le engulle. Su naturaleza es matar, pero odia su naturaleza, aunque al final encarne su más refinado ejemplo, y decida convivir con el sombrío sentimiento de culpa, tan católico (escena final en un bautizo, etcétera, etcétera). Es el vals de la muerte.”  (artículo completo, buenísimo, aquí: https://www.elmundo.es/especiales/2012/cultura/el-padrino/la-pelicula/musica.html)

El tema literario, por así decirlo, tiene que ver con lo que el propio Coppola definió como síntesis de su obra: LA FAMILIA. Más precisamente, “la familia y la sucesión dentro de ella”. Es decir, la protección a la familia, la elección del más válido para que mantenga la cohesión, el afecto, la continuidad, la garantía de su supervivencia. Y eso, camaradas, le ha tocado desde el principio de los tiempos desde que el humano se reconoce como “ser diferenciado” en su devenir diferencial de la ciega naturaleza, al padre, al father, al pêre, al “pater familias”.

Volviendo a la película, el caso es que los protagonistas llegan a cualquier tipo de acto, de crimen, de generosidad, de entrega a y por la familia. Por consiguiente, cualquier ofensa a la familia, bien sea exterior, bien sea por traición interna, solo puede pagarse con la muerte del infractor.

Si durante milenios la civilización occidental se ha basado en la conjunción del poder paternal-estatal y esa conjunción ha dado en llamarse “PATRIA”, viene de suyo que en la hipótesis de que alguien o “alguienes”, quisiera socavar y destruir el sentido de la “PATRIA”, debería erosionar previamente el concepto, la figura del “PADRE”. Es decir, si se puede destruir los principios de fortaleza, de capacidad, de resistencia, de cierta propensión al uso de la fuerza física cuando resulte necesario -los puñetazos también duelen a quien los da-, en pocas palabras, si emasculamos, castramos, el principio de la masculinidad, -nunca mejor dicho- el llamado por el gran Siegmund FREUD, que no aceptaba que se pusiera en cuestión su autoridad paterna en su propia familia, porque Don Segismundo era un padre-padre que no dudaba en ejercer su autoridad ante cualquier tipo de disonancia familiar.

Y es que el tío Freud nos legó unas herramientas para conocer el alma humana, que actúa siempre de unas maneras predecibles y observables en nuestro derredor. Y una de las principales, además de las pulsiones de “Eros y Tanatos”, a saber…

“EL PRINCIPIO DE REALIDAD” (Cómo cargárselo)

Un cuadro esquemático que viene a explicar que el “padre” ostentaba mayoritariamente el “principio de realidad”, y la madre, normalmente, “el principio de placer”. De la conjunción de ambos se podía hacer razonablemente de los hijos personas sensatas.

Si evitamos con la educación del Estado, con los medios de comunicación, con los partidos, con los movimientos subvencionados, hacer olvidar el principio de realidad de nuestras sociedades, de nuestras naciones, de nuestra Patria, conseguiremos unas masas informes y deformes, sentimentaloides, manipulables, asustadizas y borreguiles, como los recientes acontecimientos están demostrando, aventando el miedo al covid, a la guerra, a la depresión económica, al impago en las pensiones, en fin, a la falta de sentido de defensa en nuestras vidas, toda vez que se ha procurado una conformación mental que impida la reacción ante el proceso de sumisión mundial conocido como “globalización”: todos cobardes, pero todos felices. O lo que es lo mismo, conseguiremos que mediante la introducción de un “chip mental”, del llamado “principio del placer”, como única guía de la acción y pensamiento de los humanos, una atomizada panda de cretinoides que aceptarán cualquier mentira para no despertar de su sueño opiáceo.

Seguro que os suenan frasecitas como la de este “zumbao”, Alan Watts.

Y solo esa “nueva religión” del placer sin sentido, un hedonismo irracional y egoísta -el yo, el aquí, el ahora- se ha convertido en la guía del llamado “Occidente Democrático, Transexual, No Binario y Veganista”.

No a la Patria. Sí a la OTAN

Héteme aquí, que una vez que se ha disuelto el sentimiento patriótico, puesto que hemos disuelto previamente el papel del “padre”, que es el de la realidad enseñada y aplicada para la supervivencia de la familia, la pregunta que surge es ¿quién nos protegerá de los “malos”? ¿quién nos proveerá de nuestros caprichitos y subvenciones?. Es decir, si no somos ya capaces como sociedad para buscarnos la vida sin ayuda, ¿qué nos toca hacer para enfrentarnos a la realidad?. Pues, camaradas, la “oferta que no podrás rechazar” es la de la protección mafiosa -pagando, eso sí, impuestos que ascienden a más de la mitad de lo que ganamos con nuestro trabajo- de los organismos de defensa multinacionales que decidirán cuándo y cómo usar la fuerza militar profesional, es decir, en la mayor parte de los casos, mercenaria y absolutamente ajena, separada del sentir de aquello que se llamaba “el ejército es el pueblo en armas”: los ejércitos de robocops de la OTAN,

dirigidos por almirantas transgénero del Imperio del Bidenato Ga-gá.

La decadencia de Occidente

Lo afirmó Oswald Spengler,

Podemos quedarnos quietos, quejarnos, añorar tiempos pasados o… preparar el futuro. Tenemos a nuestras espaldas años y experiencias. De nuestra voluntad depende intentar girar el sentido de la decadencia histórica de este occidente que abdica de sus derechos históricos por “un plato de lentejas” de placentero bienestar.

Ya lo dijo el Caudillo:

Con ganas de lucha, con los camaradas, y por España, nuestra Patria.

Vuestro Otto.