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Cherie je t’aime, cherie je t’adore

Amici, camerati, compagni:

Dice la Historia que un tal conde don Julián, visigodo a la sazón, gobernador de Ceuta en el siglo VIII, concretamente, en el año de nuestro señor 711, permitió que las huestes del moro Tarik cruzaran impunemente el estrecho llamado hoy, precisamente, Gibraltar, por su nombre Jebel-Tarik, la montaña de Tarik. Y esto fue, camaradas, porque un rey visigodo -Witiza según unos relatos y Rodrigo para otros- había violado a su hija, llamada La Cava o Florinda, quien residía en la corte visigoda para recibir la educación adecuada a una mujer de la posición de su padre. La venganza de un padre resentido se convirtió en la traición a su país, que en aquel momento ya se conocía como el reino visigodo de España.

España, tierra de héroes… y de traidores

Y es que a este país parece que le toca secularmente padecer “sequía” de héroes y “riadas” de traidores. Y, al modo del mito de Sísifo,

todo lo andado, subido, luchado y conseguido por un generación de héroes que lo dieron todo por su Patria, tiene que echarse a perder por la traición y la mentira de los que estaban llamados a defenderla. Y que, para más escarnio, viven de nuestros impuestos, y muy bien.

“Antonio” Sánchez-don Julián

Y, héteme aquí, que la no-traición del gran felón “Antonio” Sánchez, ha sido pegar un giro a la tradicional política internacional de España respecto al antiguo Sáhara Español, hoy reconvertido en parte del “Gran Marruecos”, por la traición y cobardía del llamado “Mantequilla Arias”, que no supo defender el honor patrio, aprovechando que el Caudillo estaba agonizante, y con la absoluta colaboración del entonces Príncipe de los Ladrones, digo de los Borbones, pues a la sazón ya era Jefe de Estado interino.

Así, y pese a que el ejército español era entonces -1975- netamente superior al marroquí, la cesión y la traición a Marruecos fue total, salvo el compromiso de que “había que hacer un referéndum” a ver qué salía. El Caudillo había advertido que si se cedía el Sáhara a Marruecos, lo siguiente que pediría esa monarquía-sultanato, sería la soberanía de Ceuta, Melilla y Canarias. Sin embargo, el 12 de noviembre de 1975, comienza la Conferencia de Madrid entre España, Marruecos y Mauritania, dirigida y controlada por EE.UU en la sombra, con el judíoaskenazy de Kissinguer al mando.

El 14 de noviembre de 1975 se produce la famosa Declaración de Madrid sobre el Sahara (acuerdos tripartito de Madrid). Por ella se entrega a Marruecos toda la parte norte de la antigua provincia española:

200.000 Kms cuadrados de gran importancia geoestratégica, muy ricos en toda clase de minerales, gas y petróleo (descubierto por petrolíferas norteamericanas y en reserva estratégica). A Mauritania (que los abandonará enseguida en beneficio de su poderoso vecino del norte) se le transfieren 70.000 Kms cuadrados del sur, los más pobres e improductivos.

Las Cortes y el pueblo español no saben nada del asunto. Todo se ha tejido entre bastidores, con la CIA, el departamento de Estado norteamericano y los servicios secretos marroquíes como maestros de una ceremonia bochornosa en la que el príncipe Juan Carlos ha movido sus hilos a través de sus hombres de confianza: Armada, Mondéjar y Torcuato Fernández Miranda. Tres grandes de la traición. Mientras, el Gobierno del entonces anonadado Arias Navarro, con Franco moribundo y su porvenir político acechando, se limitó a ejercer de convidado en la mayor vergüenza política y militar de España en toda su historia. Porque, efectivamente, este país nunca jamás había traicionado de una forma tan perversa a sus propios ciudadanos (los saharauis lo eran en 1975). Se había humillado de tal manera ante un país más débil, pactando en secreto su rendición, y abandonado cobardemente el campo de batalla sin pegar un solo tiro y después entregando a su enemigo acuartelamientos y armas.

“Antonio” Sánchez, el chisgarabís.

Si a un necio, un fatuo encantado de haberse conocido, absolutamente creído de sus superpoderes, se le ofrece cualquier “ventana abierta” para demostrarnos que es idiota, sin lugar a dudas, lo hará, pues porque es un tontaco con toda la cuerda dada.

Y qué mejor que cumplir con los deseos del Gran Amo del Mundo Libre Globalizado, “Sleepy Joe”, el globalizador.

Entre moros anda el juego

La torpeza de este zompo de Presidente no tiene fin. La metió bien hondo con la entrada ilegal del polisario violador y asesino de El-Ghali. Y el asunto está bajo la lupa de los tribunales, con una “feministra”, la Arancha Gonzalez Laya, casi nueva de trinqui, imputada.

Pues por esa metida de pata del pazguato, primero nos vimos acosados por el ejército de menas en Ceuta. Y luego por un cierre de fronteras, para estrangular la economía de Ceuta y Melilla.

El caso es que, al Zompo solo le queda la salida de la humillación, y así lo ha hecho. Entrega los derechos a Marruecos por encima de las Cortes y al dictado del Mohamed VI.

Y con la enseña nacional, boca abajo. 

Claro, naturalmente, el otro vecinito de abajo -Argelia- nos ha obsequiado con una subida del precio del gas. Justamente ahora que estamos luchando en una guerra tipo Occidente-OTAN contra Oriente-Rusia, que le va a vender a China y al resto petróleo, cereales, minerales, etc, hasta el 2050, a precio de amigo. Con la pequeña nota diferencial de que nadie nos había atacado, pero hemos sido muy obedientes y vamos a meternos donde nadie nos ha llamado. En fin, que ahora somos super-amigos de Marruecos. Y por eso, pese a que el cantante era egipcio, Bob Azzam, de cuando se podía ir con cierta tranquilidad por el mundo siendo europeo. Incluso parecía que la muslima quería civilizarse y cantaba en un delicioso patois francés-español-árabe. Y todos se lo pasaban tan ricamente.

Mustafá, ya ya Mustafá

En fin, os pongo la canción aquí con un video delicioso.

Tremendamente pegadiza. Seguro que la habéis bailado en más de una boda y con la corbata en la cabeza.

Y si váis a una semana santa donde estén los símbolos, estandartes y, en general, las banderas de nuestros padres, por ejemplo, la cofradía de las Angustias en Ciudad Real, rezad una oración en silencio en su honor, porque ellos lo dieron todo por España.

Y qué decir de la legión en Málaga. ¡Ojalá podamos ir un día todos a verla sacar al Cristo¡.

Y a pasarlo bien, que Otto Skorzeny también disfrutaba de las cosas buenas de la vida.