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España y su Constitución. Esta Constitución ya no sirve.

A continuación reproducimos dos textos donde se recoge la opinión de España 2000 sobre la Constitución y su día conmemorativo. Ambos textos han sido elaborados por miembros del partido.

España y su Constitución

Al calor de la debilidad económica e institucional de España, surgen con fuerza movimientos separatistas. Estos movimientos secesionistas vinculan además su situación y futuro al de la Constitución española.

Para nosotros, patriotas y nacionalistas españoles, la nación española trasciende mas allá de quién sea el jefe del Estado, la norma Reguladora máxima, o incluso su bandera.

Argumentar que Cataluña o las Vascongadas no son parte de España es una falacia similar a decir que tampoco son Europa.

De reformar la actual Carta Magna, debería hacerse para tipificar como delito muy grave las conductas encaminadas a romper la unidad nacional, siendo este delito inhabilitador para desempeñar la función pública.

Esta constitución ya no sirve

¿Qué supone la Constitución para los españoles de 2022?. Poco más que un día feriado en el calendario que habitualmente permite un largo puente. Sólo eso.

Si los españoles nos acordáramos de que bajo la Constitución se ha albergado la mayor corrupción que ha conocido la historia de España; si recordáramos que la Constitución ha permitido la articulación de 17 autonomías inviables y con presupuestos fastuosos; si tenemos presente que desde hace cuarenta años vivimos una época de retroceso en las conquistas sociales y de liquidación progresiva del Estado del Bienestar; si nos damos cuenta de que todos los grandes derechos proclamados en la Constitución chocan con la triste realidad de cada día y si, para colmo, advertimos que la Constitución fue elaborada por los partidos que durante estas cuatro décadas nos han deslizado por la pendiente del caos, los períodos de crecimiento económico ficticio, que han favorecido la economía especulativa sobre la productiva, que han ido castigando cada vez más las rentas procedentes del trabajo, manteniendo intocables y periódicamente amnistiables las rentas procedentes del capital y de la especulación, y si para colmo recordamos cómo se llevó la lucha antiterrorista (primero con el terrorismo de Estado y luego negociando con el terrorismo cuando la batalla estaba ganada y a expensas de las víctimas)… si tenemos en cuenta todo esto, entenderán ustedes por qué decimos que esta Constitución ya no sirve y por qué colocamos la minúscula en lugar de la mayestática mayúscula con la que algunos suelen elogiar a la “Constitución”.

Es evidente, por lo dicho, que no apreciamos mucho aquel texto que fue redactado por una ponencia en la que participaban los miembros de la “banda de los cuatro”: UCD (hoy integrado en el PP), PSOE (engrosado desde 1978 por elementos procedentes del PCE y de la extrema-izquierda que entraron por goteo), PNV y CiU (cada loco con su tema).

Quienes la redactaron pusieron especial énfasis en una sola cosa: asegurarse que tendrían garantizado el control sobre el aparato del Estado (y, lo más importante, sobre las llaves de la caja) durante generaciones. Por eso, ésta es “su” Constitución, no la “nuestra”: esta es la Constitución de la clase política, la Constitución de las autonomías, del despilfarro y del final del Estado del Bienestar, la Constitución de la hipocresía, de las subvenciones a partidos y sindicatos, del dinero público desviado a manos privadas. No, decididamente, si esta Constitución aportó algo a nuestro país, ya queda demasiado lejos como para que las nuevas generaciones nos podamos acordar qué diablos fue. Mire su pensión, mire su sueldo o mire las posibilidades de encontrar empleo que tienen su hijos y percibirá inmediatamente el valor de esta Constitución.

La Constitución hizo de nuestro país el paraíso de las “instituciones florero”, esto es, de aquellas instituciones que no sirven absolutamente para nada más que para que algunos “revienten” presupuestos públicos: “instituciones florero” es hoy la monarquía en primer lugar, rodeada cada vez más del aroma de las corruptelas. “Instituciones florero” son el Senado y las Diputaciones Provinciales (¿para qué diablos sirven ambas instituciones?, ¿qué justifica su existencia?). “Instituciones florero” son las autonomías que han convertido este país en un mosaico ingobernable y repleto de tensiones y desgarrones periódicos.

Hoy, las flores del florero están mustias y el agua que las baña, podrida: es el agua de las corruptelas y de la ineficacia galopante en la gestión pública, ¿la muestra? 4.000.000 de parados, inmigración masiva, inseguridad ciudadana, perdida de poder adquisitivo de las pensiones, salarios bajos, contratos en precario, falta de modelo económico, sindicatos y partidos que representan a muy pocos pero que reciben muchos subsidios y tienen poder real, privilegios para la banca y obligaciones para el ciudadano que con sus impuestos salva a la misma banca que lo desahucia… y, como consecuencia de todo ello, una “España oficial” que cada vez se separa más de la “España real”, la que conocemos usted y yo.

En España han existido varios textos constitucionales desde la redactada por las Cortes de Cádiz durante la invasión napoleónica. Las constituciones pasan y los pueblos permanecen. Ésta pasará a pesar de todo lo que nos han dicho y repetido que era inamovible y eterna. Imaginad esta constitución como una tormenta de verano brutal y estruendosa, pero que se disipa pronto, tras lo cual el cielo vuelve a lucir limpio y azul.

Dejemos a los grandes partidos políticos disfrutando los últimos años de las mieles constitucionales ganadas en 1978, y preparémonos para alumbrar una nueva Constitución (ésta sí, con mayúsculas) que instaure una democracia real contra la partidocracia actual; que traiga honestidad frente a la corrupción, que donde unos han instaurado amiguismo e incompetencia, instaure la competencia y la eficacia, que frente a los “factores diferenciales” artificialmente cultivados por los separatistas traiga una nueva idea de España como Nación y Estado unitario; que restaure la aspiración a profundizar en el Estado del Bienestar en lugar de liquidarlo, cuya Hacienda castigue a los defraudadores y sea un factor de justicia social; que limite la inmigración a la estrictamente necesaria y no obligue a nuestros hijos a irse de España para buscar trabajo; que el trabajo sea un derecho efectivamente realizable, no una proclama hueca y acompañada por el despido libre y los contratos basura; que represente nuestros intereses y no solamente los de una clase política oligárquica y corrupta al servicio del globalismo y de las elites supranacionales.

¡Ya va siendo hora, por que esta Constitución ha cumplido 44 años y, más que avejentada, está muerta, enterrada y putrefacta, aunque como a los cadáveres todavía le crezca las uñas!.