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11-M. El Leviatán fallido

Amici, camerati, compagni:

Hoy va de filosofía política, de reflexión respecto a lo que nos pasa porque algo muy importante, pasó y está pasando: la conversión de la Patria en un “estado fallido” a base de la hegemonía del aparato político-mediático y la alineación de nuestra España a los intereses de las élites globalistas: la Agenda 2030.

Empezamos. Un escritor filósofo del siglo XVII, Thomas Hobbes, elaboró una obra: “El Leviatán”, que, transcurridos casi 400 años, sigue de permanente actualidad.

Y ese “Leviatán”, ese monstruo bíblico omnipotente, resultaba ser para Hobbes, “el Estado”.

El contrato social

Por contrato social se entiende, aquel acuerdo, real o hipotético, que los miembros de un grupo realizan de manera libre y voluntaria, por el cual, ceden parte de sus derechos naturales al Estado, a cambio de seguridad.

De esta forma, la ciudadanía delega su autoridad en el Estado, renunciando a la misma, si bien, la autoridad del gobierno emana del pueblo, y por lo tanto, pueden modificar las cláusulas del contrato cuando lo consideren oportuno, porque los derechos y los deberes no son naturales y se pueden cambiar.

El contrato social de Hobbes parte de la base de que el ser humano es malo por naturaleza, lo que se recoge en su frase: “el hombre es un lobo para el hombre”.

El Leviatán racional: el Estado

Por consiguiente, si “Leviatán”, “el Estado”, legitima su existencia en tanto en cuanto que la seguridad de los hombres (entiéndase por “seguridad” la libertad, la propiedad y la familia), esto implica que si no garantiza un nivel aceptable de seguridad, el levantamiento contra un Estado Ineficaz, un Estado Fallido, queda justificado. Esto ocurrió en el Alzamiento Nacional del 18 de julio.

El asesinato de José Calvo Sotelo por parte de las fuerzas de orden público del Gobierno del Frente Popular -Guardia de Asalto-, actuó como detonante en una situación política muy degradada tras unas elecciones en febrero de 1936 fraudulentas y violentas. Un vídeo explicativo del crimen:

Un Estado débil, un atentado salvaje

Cuando un Estado, regido por un Gobierno que, se supone, está por la ordenación del bien común, declara la guerra y lleva a sus tropas a combatir a un enemigo de ese mismo Estado o de sus aliados, debe prevenir que se produzca una reacción de sus enemigos para inferir daño. Y como ese daño no afecta realmente a la persona jurídica “Estado”, lo previsible es que el daño se haga en las personas de los ciudadanos de aquél, con la malévola idea de socializar el sufrimiento -ETA dixit, cuando los atentados comenzaron a afectar no solo a las fuerzas armadas y de orden público-. Por ello, el Estado, como garante de la seguridad de todos los ciudadanos, debe cuidar, proteger a sus súbditos, de tal manera que no quepa incuria y falta de diligencia, porque el enemigo, sin duda que intentará devolver el golpe, aunque se trate de acciones bélicas no convencionales. Lo que se ha dado en llamar “guerra asimétrica”.

Veamos qué quiero decir pasando lista a lo ocurrido en lo que va de siglo:

Primer acto: el Nuevo Orden Mundial:

Tras la derrota de la URSS en Afganistán por los talibanes y su posterior desaparición como régimen comunista -caída del telón de acero y del muro de Berlín-, se produjo la primera invasión de Irak, tras la invasión de este país árabe de Kuwait.

Las tropas españolas en Abu-Dhabi (1991), junto a las tropas americanas y de unos cuantos países más, capitaneadas por Marta Sánchez, buenorra, con 32 años menos, y Narciso Serra, zompo como siempre. El video resulta entrañable:

Segundo acto: “We are prevailed” (Nosotros, los USA, hemos ganado)

Al perderse el contrapeso de la Unión Soviética, los “ajustes” realizados según lo decidido por el “Deep State”, el “Estado Profundo” de los USA, conllevaba la implantación de bases militares en el propio territorio del Islam, en su más sagrado recinto: Arabia Saudí, para poder controlar a la República Islámica de Irán, que arma y financia a Hezbollah, quien a su vez planta cara a Israel y a los propios EE.UU.

Y esto se convirtió en una ofensa absolutamente intolerable para los más radicales de los islamistas, que habían sido aliados del propio Imperio USA para derribar el Imperio URSS en Afganistán. Estos “radicales” se encontraron en pie de guerra, estructurados y financiados, primero por los americanos, para derrotar a los rusos, pero pronto supieron encontrar un camino para la Yihad.

Tercer acto: 11-S y el Imperio Contraataca

Esto es lo que se llamó la “guerra contra el Terror”: contra el islamismo radical que busca el sacrificio de la Yihad. En previsión de la continuación de los atentados en los EE.UU, se promulgó una durísima legislación de control del enemigo, dentro y fuera de sus fronteras, y una reorganización completa de los servicios de inteligencia -CIA, FBI, NSA-, que no habían sabido sumar 2+2 mientras se organizaba en su propio suelo los atentados del 11-S. Y ello porque se trataba de que no hubiera atentados en “homeland”, algo absolutamente normal y previsible en una guerra, como represalia de los hechos de guerra que estaban ocurriendo en Oriente Medio. Se llamó la “Patriotic act”, o “Ley patriótica”.

Y en esta guerra, nosotros, estábamos involucrados, sin ni siquiera haber tomado las medidas necesarias para protegernos.

El aviso: el atentado al restaurante “El Descanso”.

Año 1985, Madrid: 18 muertos, casi cien heridos. El autor, a la derecha en la foto, un tal Setmarian. Relacionado con Abu Dahdah:

Mustafá Setmarian era sirio nacionalizado español. Casado con una española, tenía cuatro hijos. Vivió seis años en nuestro país, en dos etapas, en Madrid y Granada, pero en 1995 inició en Reino Unido un periplo donde dirigió una revista, en la que, entre otras cosas, decía que el Islam no triunfaría hasta que todos los cristianos, en especial los sacerdotes, fueran colgados de sus intestinos.

Después, Setmarian se trasladó a Peshawar, Pakistán, donde conoció a Bin Laden y se integró en Al Qaeda.

El crimen político del 11-M

A finales de 2004, unos meses después de los atentados de Madrid, Setmarian difunde la «Llamada a la Resistencia Islámica Global», 1.600 páginas en las que marca las pautas del futuro del terrorismo islamista, enterrando las estructuras piramidales y apostando por la «yihad individual», lo que se ha dado en llamar “lobos solitarios”. En esa obra ensalza el 11-M como paradigma de operación de disuasión capaz de derrocar a un Gobierno y forzarle a retirar las tropas de Irak sólo a costa de un pequeño grupo de mártires y de cautivos.

El caso es que, entre unos y otros, todos muy hijos de la religión de la Paz y el Amor, montaron un atentado brutal: el de los trenes en Madrid, el 11-M.

Y ese atentado no se hace sin la colaboración de algún servicio secreto, pero lo que quedó claro es que, pese a las relaciones de algún que otro colaborador con la Guardia Civil, en calidad de confidente, el Estado no supo prever el atentado, ni controlar los explosivos, ni seguir a los radicalizados, ni conservar las pruebas, en fin, ni llevar adelante una investigación razonable que aportara elementos indudables de la conspiración. Una chapuza digna de toda sospecha, enturbiada por la lucha antipatriótica de los partidos: el “y tú más” jugando con la seguridad nacional.

Aquí bajo, el ministro del interior, Ángel Acebes, tirando balones fuera. De Zaplana que os vamos a contar…

Y así no se honra a los muertos. Mirad lo que dice la Me-Ma: Médica y Madre: que fue un accidente.

El atentado de las Ramblas

Pero en Barcelona no iban a ser menos en cuanto a incompetencia y turbiedad, con resultados mortales. Esto ocurrió 13 años después, en el 2017, previo al intento de secesión del 1-0. Unos días antes del referéndum que Mariano Rajoy y Soraya dijeron que no se iba a celebrar, pues resulta que se estaba preparando otro atentado… ¿Por quién? Por islamistas. Que eran muy buenos, estaban muy integrados, tomaban birras y todos y eran muy del Barça-Negreira: 14 fallecidos, casi 200 heridos.

En Barcelona, sobre las 16.50 horas de la tarde del día 17 de agosto de 2017, una furgoneta que circulaba a gran velocidad atropelló a las personas que se encontraban en la zona peatonal de las Ramblas, en el tramo existente entre las estaciones de metro de Ramblas y Liceo. El conductor, que no estaba armado, abandonó el vehículo y huyó.

Posteriormente, a las 01.53 horas, una dotación de los Mossos d’Esquadra que se encontraba realizando un control en el Paseo Marítimo de la localidad de Cambrils (Tarragona), fue arrollada por un vehículo con cinco ocupantes, que atropelló a varias personas que se encontraban en la zona, así como a un agente de la policía autonómica.

Todos los que murieron lo hicieron sin saber que un Estado roto, lleno de políticos y burócratas incompetentes, no habían sabido prever que la vida de muchos inocentes estaba en peligro.

En ambos atentados existían extrañas relaciones entre los islamistas y los distintos cuerpos de seguridad. No se controlaban los productos explosivos. Al parecer, sobre todo en el atentado de Barcelona, “mossos” y “guardias civiles”, no se hablaba de lo que pasaba.

En ambos supuestos, no quedó ningún autor material vivo relacionado directamente con la estructura de la organización para poder interrogarlo. Fueron abatidos.

Un homenaje a los valientes

Lo hacemos en la persona del GEO Francisco Javier Torronteras Gadea. Valiente como pocos, se acercó el primero para intentar capturar vivos a los terroristas del 11-M. El 3 de abril de 2004, agentes de los GEO (Grupo Especial de Operaciones) se disponían a entrar en un piso de Leganés donde se sospechaba que estaban recluidos los autores de los atentados del 11 de marzo, que habían acabado con la vida de 192 personas. Uno de los agentes era Francisco. Antes de que pudieran asaltar el piso, los terroristas protagonizaron un suicidio colectivo haciendo estallar veinte kilos de explosivos. La onda expansiva causó la muerte del GEO, que cierra la ominosa lista de los 193 asesinados a causa de los atentados del 11-M.

Algún día, esperamos verlo, volverán las personas dignas e inteligentes a los cargos de responsabilidad para que un Estado fuerte proteja a los españoles. Y ahí estaremos los patriotas, para que nuestras familias no sufran la decadencia e inmoralidad de una clase política envuelta en sucios y turbios asuntos, tan indignos de lo que ha sido el honor de los uniformados, tal y como hicieron los patriotas del Somatén.

Vuestro Otto.