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Yoli, Irene, Garzón y otros progres del montón.

Amici, camerati, compagni:

Entre otros muchos ejemplos de sabiduría del Caudillo, constan los consejos que daba a sus ministros cuando iban a contarle cualquier tipo de cuita o raje imputable a otro miembro del Consejo de Ministros. La frase, según su ayudante y primo “Pacón”, en su libro autobiográfico “Mis conversaciones privadas con Franco”, venía a darle la recomendación al ministro que él había puesto, que hiciera como él, que  no se metiera en política.

Porque la política, cuando no es servicio público, servicio a la Patria, se convierte en un lodazal, donde se revuelca lo peor de los humanos: la lucha por el poder, por la conveniencia, por el momio y la
poltrona. Y todo ello disfrazado de las más altas aspiraciones ideológicas referidas al bien común. José Antonio, en el video que acompaño, ya lo dijo, cuando habló sobre las tres causas de la decadencia de España, entre ellas, muy destacada, la división y lucha de los partidos políticos, que tomando como banderas los separatismos o la “lucha de clases”, dan el cóctel que los telediarios nos ofrecen hasta la náusea.

Y es que estamos asistiendo a una “merienda de negros”, con perdón, un quilombo de la llamada “izquierda caniche”, o “izquierda Disney”, una especie de Ché Guevara, pero con su iPhone 18, y sueldaco público, que es lo que mola: pasar de currar en Saturn como cajera -Irenita Montero- a pillar más de 100.000 euracos al mes. Son los progres de toda la vida de Dios: una especie de “rojos desvaídos”, los wokes, que esconden unos orígenes sociales de bienestantes, con un montón de másteres, idiomas y familias “bien”, como el propio Pablo Iglesias, antaño “macho alfa”, que ha pasado a servil mucamo del señor de Mordor, el infame Roures,

personaje siniestro con experiencias
troskistas al servicio de cualquier movimiento oscuro de subversión mundial. Vamos, lo que hace ahora con la televisión y el fútbol, antes lo hacía con el fusil de asalto, el AK 74. El caso está en romper España y, de paso, conseguir que los españoles nos volvamos a enfrentar en una guerra civil para su disfrute y el de sus amos globalistas.

El caso, camaradas, es que Yolanda, Ione e Irene, son las representantas máximas de lo woke, es decir, la ideología que abarca una nueva ola del movimiento de la corrección política, que desde los años 80 pretende acabar con la figura del Dead White Male [Hombre Blanco Muerto].

Vamos, que hay que prescindir de Homero, Platón, Aristóteles, Shakespeare y muchos otros porque su abrumadora presencia marginaba los conocimientos y las perspectivas minoritarias, como las feministas, trans, étnicas, etc. Por consiguiente, si se acabara con los modelos
masculinos dominantes, sería posible llevar a cabo una revolución política contra la civilización occidental. Vamos, las “guerras culturales” de las que hablaba el comunista italiano Gramsci.

Y más recientemente, el satánico Ernesto Laclau, el gordito que está con la sátrapa de la Kirchnerona,

al cual se le ocurrió actualizar a Gramsci de tal manera que, juntando todas las “identidades” diversas, podría conseguirse una bomba de descontento social, sin que participe la antigua y reaccionaria clase trabajadora, que es capaz de votar a las derechas porque no se fía del pijo-progresismo de matriz universitaria, funcionaria y pequeño-burguesa. Vamos, la tribu podemita, la de sumar, la de “queremos pillar”.

La cosa está, como sabéis, que las envidias, los celos, los rencores, etc, han anidado en lo que hace unos pocos años era el “amor perfecto” entre los apóstoles de la “buena nueva” woke. Y ahora, resulta, que los vetos en el proyecto de “Sumar” se han convertido en algo especialmente “hater”. O, lo que es lo mismo, a los caídos en desgracia ni agua.

En fin, que los malos se están comportando como lo que son, una panda de aprovechados que supieron engañar a unos votantes, sobre todo jóvenes, y que amenazaron con “asaltar los cielos”, han acabado luchando por unos sueldos que les permitan no “bajar de estatus” y seguir esperando a la “revolución pendiente”, no la falangista, la del pensamiento de José Antonio, Ramiro y Ruiz de Alda, sino la de contenedores ardiendo, desempleo salvaje y un nuevo 15-M, más radical del que sucedió cuando estaba el PSOE, que fueron revueltas de pitiminí, pastoreadas por Rubalcaba.

Lo que se espera, y se prepara, son auténticas revueltas sociales -mirad lo que está pasando en Francia-, que sin duda se producirá tras el acceso al poder del muermo de Feijoy el próximo 23-J, que es el momento en el que el sistema demostrará que tiene una “rueda de repuesto”, obediente y sumisa.

Acabo, llegan tiempos difíciles, ya sabéis, “el pan aboba”:

Por eso, tal vez, tengamos que echar la vista atrás, en 1936, para tomar ejemplo de los mejores, que ya nos dejaron y hacen guardia en los luceros, que, ante la inoperancia de la “derechita cobarde”, que entonces la representaba “los cedistas” y otras hierbas, salvaron lo único importante: España, nuestra Patria.

¡¡¡Nos veremos en las calles!!!

Vuestro Otto.