Categorías
Artículos

Orgullo y soberbia

En la foto, Guzman el Bueno. Cuadro del pintor valenciano Martínez Cubells. El orgullo del deber por encima de todo. Amenazándole los musulmanes de matar al hijo si no entregaba la fortaleza a su cuidado, les tiró su propio puñal para que lo hicieran.

Amici, camerati, compagni:

Tener como patrimonio histórico, familiar, personal, una lengua tan rica como la española -también tan maltratada-, nos hace “reos” de pereza gramatical. Y claro, como quiera que sea que pensamos con palabras, qué mejor que hacerle caso a nuestros antepasados, a nuestros padres fundadores, que tenemos unos cuantos y de los grandes, a los que se le dedicaba buena parte de la enseñanza en primaria y secundaria, lo cual formaba el “espíritu español” en los campamentos del Frente de Juventudes, y a partir de 1961 de la OJE:

En el video, el campamento “Francisco Franco”. 1975. La canción que suena cuenta con la música del alemán “Sieg Viktoria”. Luego, en la misa, ciertas canciones tipo “Vaticano II”. Ya empezaba la decadencia: lo clerical, a roer el espíritu nacional-sindicalista. También salen en el video el perjuro y la cornuda. No se ve si levantan el brazo cuando se canta el “Cara al sol”. Lo que sí se ha visto después es la pasta que se ha levantado “El Emérito”.

POBRES, HIDALGOS, ORGULLOSOS.

Fotograma de “Bienvenido Mr. Marshall”: El hidalgo empobrecido se niega a rendir pleitesía al Becerro de Oro del Dólar y se niega a aceptar limosnas.

Esto lo hacíamos porque teníamos un pasado, pero no de cotilleo tipo “Hormigas blancas” y “Sálvame”, sino unas “Glorias Imperiales”, propias del imperio de la cristiandad en el que no se ponía el sol, y lo propio era que se aprendiera para generar espíritu de emulación.

Por ejemplo, en el libro que os he recuperado como “memoria histórica-libresca nacional” (que aquí cada uno tiene la suya y no la que manda el comunismo idiota), San Isidoro de Sevilla, en su obra “Etimologías”, la más copiada durante la Edad Media después de la Biblia, ni más ni menos que en el siglo VII (cuando reinaban las dinastías godas), se refería así a nuestra Patria:

Además de las glorias nacionales, los niños españoles gozábamos con las “Vidas ilustres”, de “Editorial Novaro”, que era de matriz mejicana, y venían un poco de tapadillo, porque el gobierno mejicano iba de “guay”, siendo el único que reconocía al “Gobierno de la Republica”, en el exilio, y con la pasta del “Vita”,

barco en que se llevaron el poco oro que le quedaba a Indalecio Prieto y que no acabó en Moscú, de la mano “generosa” de Negrín, sino en Méjico.

En fin, que en los tebeos de Editorial Novaro y en las colecciones de Bruguera, catalana y española, se aprendía a que, con esfuerzo, sacrificio, constancia y estudio, uno podría convertirse en una persona de bien, honrada, y que de acuerdo con las posibilidades de cada uno, y de la suerte, que siempre juega, sentirse orgulloso de nuestras vidas, normales, familiares y felices.

Nos lo decía Carmen Sevilla, que en paz descanse, “Familia Philips, familia feliz”:

Y por eso nos parecía que, aunque modestos, los españoles estábamos pasando por momentos buenos, muy buenos, y así lo representaban las canciones de moda, que siempre recogen la emoción del pueblo. Aquí, Conchita Bautista, “Que bueno, que bueno”. Eurovisión, 1965:

El Yin y el Yang: lo positivo y lo negativo del orgullo.

La cosa es, camaradas, que como en el “Ying y el yang”, en psicología se definen dos tipos de orgullo, el positivo y el negativo. El orgullo positivo está relacionado con la autoestima, y es un ingrediente fundamental de la lucha, de levantarse ante los fracasos o de una competitividad sana. Es el orgullo que redime a Scarlett Ohara en “Lo que el viento se llevó”,

y que le lleva a sacar fuerzas de donde parecía que no había; es la fuerza sobrenatural que lleva al tenista Rafa Nadal a remontar un partido casi perdido; es la confianza en si mismo que permite al jugador de baloncesto Ricky Rubio remontar un bache personal y seguir entrenando hasta ser el mejor jugador de un Mundial. A ese orgullo se refiere el del lema de los marines: “The few, the proud”: los pocos, los orgullosos.

La mejor peli de marines: “El sargento de hierro”. Aquí os dejo la introducción, con música country de primera “Sea of heartbreak”, el mar de los corazones rotos:

LA SOBERBIA, EL ORGULLO DEL MAL.

Cuenta el historiador ateniense Tucídides que cierto político de nombre Alcibíades, muy popular por su desvergüenza entre lo más granado de las bandas áticas, que es la forma fina de decir “atenienses”, tuvo la desvergüenza de burlarse de las creencias del “demos”, el pueblo de Atenas, cortándole la cabeza a todas las estatuas de los dioses-Hermes de la ciudad que las tuvieran a la vista.

Fuera o no culpable Alcibíades, que era muy mono,

según el parecer de los pederastas griegos, Sócrates incluido, como había hecho muchas travesuras y gamberradas en su carrera política, llegó a “strategos”, o general en jefe, dado que estaba emparentado con el mismísimo Pericles, pues, decía, que la gente se cansó de él, y que ante la más que posible condena a muerte, entre otros motivos, por el fracaso en la conquista de Sicilia, se largó de Atenas y se puso al servicio de los archienemigos de los griegos: los persas.

En el aquí y el ahora, no es demasiado descabellado encontrar paralelismos, al modo de plutarco, entre Alcibíades y Pedro Sánchez. A ambos, la audacia les ha procurado éxitos, sobre todo porque los enemigos estaban incrédulos de que alguien se atreviera a “cortar las hermas”, que hoy podríamos identificarlo como atacar la esencia de la Nación española. Pero llegó un momento para Alcibíades, como llegará dentro de dos semanas para nuestro demagogo infatuado, que Alcibíades-Pedro Sánchez, figura de la ambición individualista en una democracia en crisis, con sus seducciones y sus escándalos ante nuestras propias narices, caiga.

El “aventurero-traidor” no resulta escaso en estos tiempos y en este país:

Hubo alguno que otro que traicionando a sus mentores políticos, el Movimiento Nacional, vendió la soberanía de un país y nos puso a las órdenes del sistema político internacional, donde, alguien, posiblemente menos guapo y atractivo, pero mucho más responsable, astuto y patriota, nos había colocado.

Franco supo jugar a todo, a todo menos a su propio interés, puesto que el que tenía como propio era el mismo de España. El Caudillo, sabiendo jugar con todos los que le necesitaban y ofreciendo una paz interior suficiente para que todos los españoles pudieran luchar por su futuro, por sus familias y por su Patria, de acuerdo con las oportunidades normales de un país que salía de una terrible guerra civil.

Que nadie se sorprenda de un “giro de guion” del todavía hoy, presidente. Cualquier posibilidad que le permita ostentar el poder será valorada y los escrúpulos, absolutamente desatendidos.

Así que, ¡¡¡alerta centinela!!!, sin dormirse, porque quede como quede el 23-J, la presión en las calles, en los talleres, en los centros de trabajo, deberá ser ejercida con firmeza y tenacidad.

Angelillo, cantando un fandango militar:

Porque, ya sabéis cuál es la consigna: unidad, orden y aguantar, porque la vida es lucha, y la paz solo un accidente.

Vuestro Otto.