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Un beso y un adiós

Amici, camerati, compagni:

La verdad es que, como dice la canción de Pedro Navaja, “al que nace pa,martillo, del cielo le caen los clavos”. La canción, inolvidable y avisadora de las sorpresas que te da la vida. La cosa va, como habéis comprendido de inmediato, sobre la efusividad inmoderada del gañán, que no galán, señor Rubiales.

¿But, who is this guy?, que dirían los anglos. Pues, ni más ni menos, que el baranda de la poderosísima Real Federación Española de Fúrbol, la RFEF para los plumillas, es decir el jefe de un organismo pseudo oficial que administra el destino de cientos de millones de euros, gracias a unas disposiciones legales, de índole absolutamente corporativista, que nacieron para dar de comer a una miríada de payasetes de buen comer y mejor beber, que hubiera dicho el ínclito José María García.

Que el periodismo patrio mantenga una hostilidad contra los jerarcas de las federaciones deportivas es un clásico. Es, ni más ni menos, que una lucha por las prebendas, sinecuras, influencias, portazgos y gabelas que esas entidades pseudoadministrativas proporcionan. Sobre todo, gracias al cliente-cautivo, jugadores, árbitros, entrenadores,etc.-, que, “velis nolis”, lo quieras o no, deben afiliarse, pagar cuota y obedecer reglamentos, jamás acordados voluntariamente.

Y, añado yo, someterse a un régimen de tipo feudal, donde los “mandamases”, perduran y perduran, y solo caen por traiciones internas o pilladas en plena “flagrancia”, o “fragancia”, propias de la actividad delictual, tal y como pasó en el “Villarato”, con un apoyo descarado al F.C. Barcelona, o el más reciente caso: el “Rubialato”, sucesordinástico del anterior, corruptelas y apaños sucesorios mediante.

Tebas: tú te vas

La mano que mece la cuna de todo el embrollo causado por una mala pata de un tipo que aparenta ser exactamente lo que es: un baboso, se me antoja a mi que es, en primer lugar, aunque hay más, alguien que le tiene unas ganas tremendas: Javier Tebas y las terminales mediáticas de los grandes clubes de fútbol, caladeros de dinero y de influencias.

Tebas, además de dar la cara ante el golpe de estado del “procés”, y no arrepentirse de ser un patriota con pasado de patriota, -en la foto, durante la manifestación gigante en Separalandia, 2017-

es el presidente de la “patronal” del fútbol profesional: la LFP. Que es como decir, quienes arriesgan libremente los beneficios de la actividad económica que es el fútbol. Por otro lado, La RFEF de Rubiales, sería un “pequeño Estado” con capacidad para imponer costes -a modo de impuestos/cuotas de todos los participantes del deporte-, así como percibir grandiosas subvenciones, provenientes de nuestros impuestos, en aras de un supuesto “bien común” de todos los futbolistas. Es decir, que unos ganan sólo si ganan como empresas. La casta federativa, al igual que la casta política, manejando los presupuestos y las regulaciones, siempre ganan, eso sí, a costa de nuestros impuestos

La “liga profesional”, aquí una brillante descripción de su funcionamiento:

Irene, Pam, Ione y otras cesaditas del montón

Naturalmente, no podían faltar al “akelarre” abusístico. Eso les ha dado vida a las “cesaditas”. Que si abuso, que si machismo, que si fíjate tú, que absolutamente intolerable.

Claro, que si la gente habla del “pico”, se olvidan -con la ayuda de los “mass media”, de que los violadores, abusadores y demás ralea, han visto disminuidas sus condenas.

Y no podía faltar el “mentiroso compulsivo”, el gran narciso, que le viene perfecto para esconder sus próximas felonías pactatorias, con el disfraz de “justiciero del pico”.

Me debes un beso

El cancionero español ha sido muy rico en narrar los comportamientos osculatorios, bien sea encomiando la poesía del que lo recibe, aquél “yo no sé qué diera yo por un beso”, del poeta romántico decimonónico por excelencia, Bécquer:

“La española cuando besa, es que besa de verdad”.

En pie y primer tiempo de saludo. Aquí suena  el pasadoble “El beso”:

Y es que “robar” besos, la verdad, en público, no está nada bien. Excepto que lo sepas hacer. Y Rubiales, la verdad, no sabe, no roba besos, los atraca.

La dama se puede sentir ofendida con efectos retroactivos. Y es que, por mucho dinero que se tenga, obtenido por diversos y variados modos, de difícil encaje con la vida honesta, trae las consecuencias de la inoportunidad del abusante. Es decir, que la falta de educación, de saber comportarse y de respetar a las damas -sí, a las discípulas de Safo también, con muchos más motivos, incluso-, porque si ellas pueden jugar a ser “masculinas”, un hombre no puede jugar a dejar de ser caballeroso, so riesgo de encanallarse.

Por eso, Rubiales, tienes que dimitir, por zafio, por tonto y por amigo de Pedro Sánchez, que sois del mismo partido: el de los chulos encantados de haberos conocido y no daros cuenta que vuestro tiempo ha pasado.

“Raus, Rubiales, raus”, ¡Vete, Rubiales vete!, y llévate a tu “compi” de partido contigo. Un beso y un adiós, que cantaba Nino Bravo. Para los románticos de los 70:

Vuestro Otto, que sabe que los besos robados, como la fruta robada, son, si se saben dar, los que mejor saben.