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Tropa de élite

Previa: hay que ver la película. Y si ya la habéis visto, pues la volvéis a “revisitar”, que es, en fino cinéfilo, volver a verla: aquí.

Amici, camerati, compagni:

“La naturaleza imita al arte”, que decía Oscar Wilde. O, como digo yo, las películas nos enseñan en la comodidad del sofá lo que se parece la realidad al cine. La peli es “Tropa de élite”; la canción que abre la pantalla: “o rap das armas”.

La sinopsis del film: A Nascimento (Wagner Moura), capitán del BOPE (Batallón de Operaciones Especiales de la Policía Militar), la tropa de élite de la Policía de Río, se le asigna el mando de uno de los grupos que tienen la misión de pacificar las favelas del cerro de Turano debido a la visita de Juan Pablo II, quien va a instalarse en una zona cercana.

Tropa de Élite habla de la hipocresía que se vive en Río de Janeiro, que está sometida a la violencia. Allí, si quieres ayudar a los niños de una favela, tienes que hacerte amigo de los narcotraficantes, cosa que hacen los estudiantes burgueses que, para sentirse misioneros del marxismo, entienden que los delincuentes tienen conciencia social, y que, si trafican, matan, torturan, etc, lo hacen porque la sociedad les ha obligado.

En Tropa de Élite, los policías convencionales creen que corromperse es lo normal, por que van a meterse en un tiroteo con un marginal armado hasta los dientes sólo por un salario de 500 reales al mes. Para el BOPE, que no acepta la corrupción, los agentes convencionales son casi enemigos. El estudiante y la integrante de la ONG conviven con los traficantes. El BOPE los combate. Para el estudiante, fumar marihuana es una cosa normal, no se le ocurre pensar que está financiando el arma que dispara a la policía.

El conflicto entre las distintas éticas de estos grupos sociales, debido a la hipocresía imperante, la de los pijo-progres de izquierda, que nunca se manifiestan cuando matan a un policía (que curiosamente son también de origen humilde), solo si la violencia proviene de la policía, y que controlan el “mainstream”, el pensamiento único dominante: el pensamiento “woke”, el buenismo, el marxismo “a la violeta”.

El masoquismo-leninismo

Jean Paul Sartre en situación de postura sumisiva ante el Ché Guevara. De refilón, la ama severa dominanta de Simone de Beauvoir.

El masoquismo-leninismo es una enfermedad moral de la izquierda. Su síntoma: creerse culpable de la miseria de los “colectivos marginados”, y sufrir mucho por los pobres del mundo, sobre todo si son lgtbis, antiespecistas, no-binaries, progres y demás ígnaros del montón.

Pero ojo, esa culpabilidad resulta que sólo puede sanarse a base de impuestos que todos debemos pagar para que, así, su culpa resulte amortiguada (a nuestra costa, claro). Curiosamente, con esos impuestos, con ese robo de más del 50% del producto nacional, se financian todo tipo de “mass media”, periodistas de salón, politiquillos y funcionarios de toda laña. Eso incluye a los señores pseudo-magistrados del Tribunal Constitucional, que están dispuestos a firmar cualquier sentencia que avale lo que los oligarcas mundiales entiendan que debe ser para este antaño gran país, que volverá a resurgir, no lo dudéis.

LA DECADENCIA DE OCCIDENTE

Cuando un salvaje atentado terrorista contra civiles desarmados, con decapitación de bebés y secuestro de niños, se convierte en algo discutible para un grupo de nihilistas progresistas de buena familia, bien comidos y servidos con sueldos pagados con nuestros impuestos, y parásitos de un Estado del “Bienestar” a punto de quebrar, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la “asebeia” de impiedad ante lo más sagrado se ha apoderado de Occidente: el SOMA a tutiplén y a cargo de nuestros impuestos.

Y cuando la inmoralidad rige las sociedades-lexatín es señal de que esa opulencia adormecedora está a punto de terminar.

Cabalgar al tigre

Es un lema de Julius Évola, significa que subirse a lomos de un tigre, es decir, tomar el camino más arriesgado en la existencia, paradójicamente nos salva de morir engullidos por un ataque del depredador ante un descuido nuestro por haber perdido el sentido de la vida. Aquí un video explicativo del pensamiento de este insigne italiano, autor preferido de Benito:

Julius Evola, ante la decadencia evidente de la cultura de Occidente, que ya se vislumbraba en los años 30, nos recomendó:

Y Otto no puede hacer otra cosa que suscribirlo e intentar vivirlo así.

Traducción: Recuerda siempre a los que se atreven.