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El manejo del odio

Estamos viviendo uno de los episodios más graves de la España contemporánea. El golpe de estado independentista en Cataluña es fruto del manejo del odio, de los supuestos agravios, durante cuarenta años.

El estado de las Autonomías sólo ha servido para que medren los que manejan el odio entre españoles, en vez de ser un instrumento para hacer llegar la Administración al último lugar de España, a los ciudadanos. En una España que ya no discriminaba particularidades o lenguas regionales, sino que las hacía suyas, por lo que nadie se sentía extraño dentro de ella, sin motivo real para aborrecerla.

En Cataluña, aprovechando el viento a favor, un pequeño porcentaje de independentistas de siempre, empezaron con el proyecto de crear una nación artificial. Al principio no llegaban al veinte por ciento de la población, juntando a los comidos por el odio y a los que se aseguraban puestos en la Administración Autonómica, pasando por encima de compañeros suyos que se dedicaban a trabajar en vez de a conspirar. Y la cúpula catalana los bendijo y se unió a ellos, mientras aprovechaban para enriquecerse con la amenaza independentista.

Han tenido cuarenta años para fomentar el odio, tergiversar la Historia, culpar de todo lo malo al resto de España. Casi medio siglo culminado con la crisis económica más grave que hemos vivido los que a día de hoy somos la mayoría de la población, y por supuesto la han aprovechado para volverla en contra de España. De esa forma han conseguido convencer para unirse a ellos a casi otro treinta por ciento de la población, engañada y formada por sus maestros de la tergiversación. Hoy son, entre los malnacidos y los abducidos, casi la mitad de la población de Cataluña, porque se les ha permitido el adoctrinamiento, la abducción, por parte de la clase política de Madrid, admitiendo barbaridades a cambio de apoyos electorales.

Los políticos de Madrid no han tenido ningún problema para gobernar en mayoría con el apoyo de los generadores de odio, hayan sido del signo político que sea. De haber tenido un mínimo Sentido de Estado, de España, hubiesen gobernado en minoría, o adelantando nuevas elecciones.

Sorprendente es que, tras dos generaciones de sometimiento a los generadores de odio, cuarenta años de aleccionamiento en el agravio a las nuevas generaciones, en Cataluña sólo hayan convencido a casi un treinta por ciento más. Que el independentismo, aunque por poco, no llegue a la mayoría. Eso sí que da idea de la unión real entre españoles. En cualquier otro país, mucho menos tiempo y muchísimo menos aleccionamiento, daba lugar a independencias en cuanto moría el dictador de turno, como pasó en Yugoslavia, Checoslovaquia, la Unión Soviética… O los casos de países cohesionados solo por un interés económico o político y puntual, casi todos los descolonizados desde el siglo XIX hasta hoy, que se han dividido tras la independencia de la metrópoli en otros varios.