China, desde que el sistema comunista decidió abrazar una particular forma de liberalismo económico sin dejar de mantener la dictadura política comunista, ha diseñado un plan para ir copando el poder económico mundial, a través del cual pretende también el control político, militar y tecnológico del orbe.
Poco a poco, y sibilinamente, China se fue apoderando del mercado mundial de productos de baja calidad e ínfimo precio, aprovechándose de la gran masa de mano de obra con paupérrimos salarios con la que cuenta. No era su intención detenerse en ese nicho comercial, sino que después se lanzó a la fabricación de todo tipo de artículos de gama media, con los que consiguió un mayor valor añadido y en los que también se hizo líder.
Al mismo tiempo ha facilitado la ubicación en su territorio de fábricas de renombradas marcas extranjeras de gran calidad, que se benefician de unos trabajadores sometidos a la dictadura roja y obligados a aceptar minúsculos salarios, y consiguen así márgenes comerciales escandalosos con la venta en los países occidentales, que es dónde radica el beneficio de estas empresas trasnacionales, pues el gobierno chino impide la salida de los beneficios generados en su país y obliga a su reinversión. El estadio en el que se encuentra actualmente el desarrollo chino es el de adueñarse también del mercado mundial de productos tecnológicos de alto valor añadido, para lo que está realizando grandes esfuerzos y no escatima en recursos, que ha acumulado en las fases anteriores.
El régimen chino está utilizando a su enorme población (oficialmente son unos 1.300.000 millones, pero es probable que ya pasen con creces de los 1.500.000, porque el censo no es riguroso y hay muchas personas sin registrar para evitar las sanciones que se imponen a los que no cumplan las estrictas normas de natalidad) como una masa esclavizada que genera recursos en beneficio del Estado, de la alta clase privilegiada del Partido Comunista Chino, que copa los consejos de administración de las empresas estatales y de las supuestamente privadas, y de una nueva clase media burguesa, compuesta de unos 200 millones (obsérvese que es una proporción ínfima respecto al total de la población, pero tiene un potencial consumidor sin igual en el mundo) relacionada clientelarmente con la primera.
Las élites chinas han conformado un sistema opresor cuasi perfecto, pues disponen de cientos de millones de productores a los que tratan como auténtico ganado, que mantienen estabulado en las factorías sometido por la leyes comunistas, y les conceden una mínima retribución para su manutención; consiguen así enormes recursos que dedican a desarrollar tecnología de última generación, modernizar y rearmar a su Ejército, comprar deuda pública de países en apuros (a los que después pueden presionar o extorsionar), adquirir derechos de explotación minera y a acumular ingentes reservas de oro y divisas. Aún más grave que todo ello, es que el sistema económico chino no está creando riqueza en el contexto internacional globalizador, como muchos pretenden hacer creer, sino que es un sistema parásito que la está robando a Europa y Norteamérica, con lo cual es el principal responsable del desmantelamiento industrial occidental y del aumento del paro que sufrimos, en este segundo caso de forma directa, por la deslocalización de las fábricas, e indirecta, porque, para competir con los bajos costes de producción de China, el capitalismo-liberal ha ideado la inyección de millones de inmigrantes para destrozar las condiciones laboral y los salarios de los trabajadores europeos.
Habrá quien opine que se peca de susceptibilidad al alertar del peligro chino. Muchos opinarán que China no persigue nada que no pretendan otros muchos países, eso es cierto, y otros aducirán que ahora mismo estamos bajo la férula imperial estadounidense y su poderío económico-financiero, cierto es también, pero no porque pretendamos sacudirnos unas cadenas o estemos en peligro de caer bajo el dominio de distintos imperialismos debemos olvidarnos del más peligroso, por su potencial de subyugación, que nos acecha.
La realidad es que siempre habremos de estar luchando para mantener nuestra libertad ante distintos enemigos, y el objetivo final es la independencia total (política, militar, económica, tecnológica y cultural) de nuestra Patria, pero la amenaza china es de tal calibre que precisa una resistencia específica y potente, exige una alerta mayor y más persistente porque su influencia está penetrando profundamente de forma silente. Es muy recomendable que los escépticos lean atentamente toda esta serie de indicios, unas veces, y evidencias, otras, que conducen a pensar que la sombra china crece, amenazando con ennegrecer la faz de todo el mundo, en una actuación sigilosa que oculta sus verdaderas fortalezas, pese a lo cual se presienten descomunalmente dictatoriales y esclavizadoras.
He aquí las trazas que van dejando las actuaciones chinas, cuyo estudio debería convertirse en una nueva rama de la sinología, y que nos aconsejan estar vigilantes para cortar, primero, y revertir, después, su penetración en España y en toda Europa:
1.- El comienzo. Preciso es hacer historia a pesar de que hay mucho ingenuo que piensa que la expansión china es algo reciente; nada más lejos de la realidad. La más profunda raíz del moderno imperialismo chino se hunde en la revolución comunista-maoísta que, tras una sangrienta guerra civil, triunfó en 1.949. Ya en aquel entonces su líder, Mao Tse Tug, manifestó la intención de retomar la vía expansionista que tuvo su mayor expresión durante la dinastía Qing, y anunció que “devolvería el Tíbet a la tierra madre”. Ese mismo año de 1.949, el Ejército Popular invadió y ocupó Uiguristán, que ellos denominan Xinjiang.
En 1.950 hizo lo propio con Tíbet. Para sorpresa de cualquier observador actual, la comunidad internacional aceptó los hechos consumados y, más tarde, reconocieron la soberanía china sobre sus conquistas. Uiguristán tenía una extensión de 1.600.000 kilómetros cuadrados y Tíbet 2.500.000, lo que supuso casi doblar la superficie de China, con la ventaja de que tenían una bajísima densidad de población. La razón última de esta expansión territorial, típicamenten imperialista, era la necesidad de un “espacio vital” suficiente para su pueblo habida cuenta de la superpoblación china, y también la consecución de la supremacía sobre sus vecinos, dado que en las montaña tibetanas nacen los más importantes ríos asiáticos (Ganges, Bramhputra, Indo, Mekong y Yang Tse), y gracias a la profundidad estratégica territorial lograda, conformando un “hinterland” que comprende gran parte de Asia.
Sin embargo todo lo anterior, la seña más clara del imperialismo es el desmembramiento en distintas regiones de parte de Uiguristán y de Tíbet, la asimilación étnica que se desarrolló y la prohibición de sus respectivos idiomas. (en 1.949, Uiguristán tenía un 6 % de habitantes chinos-han y a finales del siglo ya eran un 40 %, y Tíbet, también a finales de siglo XX, tenía más del 50 % de chinos de etnia han, la dominante en China). Es pues evidente que el afán imperialista es consustancial con el régimen comunista chino, fuertemente nacionalista y étnico, pero ese ansia de supremacía y de expansión se fortaleció durante las reformas económicas de las últimas dos décadas, que alumbraron el modelo comunista-capitalista, y ahora, valiéndose de la avaricia del capitalismo-liberal, pretende la supremacía mundial absoluta.
2.- La gran migración. El régimen comunista chino, dado el exceso de población con la que cuenta, fomenta por todos sus medios la emigración de sus nacionales hacia otros países, algo que primero hizo en el ámbito asiático, y así se encuentran poblaciones chinas de importancia en muchos países de ese entorno, siendo muy destacada en Singapur, Indonesia y Malasia. En los últimos dos decenios China ha puesto el foco en Europa, y en los últimos años en África y en Iberoamérica.
En estos dos últimos continentes existen grandes recursos naturales, que pretenden controlar, y vastos territorios desérticos que pueden ser destino de cientos de millones de chinos que sobran en su saturado territorio. Es sencillo colegir que con ello se consiguen varios objetivos, todos muy deseables, como son dominio, influencia y poder en los países infiltrados y desahogo de la presión poblacional en el territorio propio. Como añadido a la gran presencia de migrantes chinos en todo el mundo, no podemos olvidar que ya desde el siglo XIX, debido a las ínfimas condiciones de vida, millones de chinos se fueron de su país y conforman importantes colonias, como es el caso de Estados Unidos.
3.- Política monetaria. China, además de beneficiarse de la globalización económica y financiera que la progresía extiende por occidente como una plaga, y de explotar sin escrúpulos a su mano de obra barata, también usa de otras tretas más propias de trileros financieros. Uno de esos instrumentos es la política monetaria. El primer artificio que utilizan las autoridades monetarias chinas es mantener bajo el valor del yuan, lo que favorece la venta de sus productos de una manera desleal para con sus competidores internacionales.
Al mismo tiempo, con el gran flujo de divisas que se produce hacia su país, ha acumulado grandes reservas de oro y divisas. Gracias a ello tiene en sus manos un arma letal para cualquier economía, como es el hundimiento de una divisa nacional sacando al mercado cantidades ingentes de esa moneda, algo a lo que podría recurrir China si lo considerara necesario. En lo que respecta al oro, sus reservas han ido aumentando en cantidad inversamente proporcional a la disminución de las del resto de naciones, pues la mayoría de los bancos nacionales decidieron hace años, y el Banco de España también lo hizo en tiempos del Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, la venta del oro que tenían para enjugar deuda pública, argumentando que ya era innecesario mantenerlas dada la generalización de la moneda fiduciaria; justo después Lehman Brother´s se hundió, la crisis se abatió sobre todo el mundo y el oro subió vertiginosamente, pues, como sucede siempre en épocas difíciles, volvió a ser un valor refugio.
Para entonces China tenía, y tiene actualmente, la mayor reserva de oro del mundo. Otra seña de identidad, no menos trascendental, del monetarismo chino, es el intento de suplantar al dólar como moneda de reserva, así como vehículo exclusivo del comercio internacional, especialmente el del petróleo. Para ello ha buscado alianzas con otros países, también deseosos de sustituir la moneda estadounidense, y en este sentido hay que reseñar tres importantes decisiones que ha tomado en el presente año. Estas son:
a) hace unos meses China y Japón llegaron a un acuerdo para realizar transacciones comerciales en sus propias divisas, abandonando al dólar; b) el pasado 6 de septiembre, China abandonó el dolar como medio de pago en el mercado del petróleo y decidió utilizar su propia moneda, el yuan. Un comunicado oficial del Gobierno decía: “Nuestro sistema bancario está listo, nuestros sistemas de comunicación y de transferencia están listos y, a partir de hoy, jueves 6 de septiembre, cualquier país del mundo que quiera comprar, vender o negociar con petróleo crudo puede hacerlo usando la moneda china y no el dólar estadounidense”; y c) el 7 de septiembre, China y Rusia firmaron un acuerdo por el que la segunda se compromete a vender toda la cantidad de petróleo que desee la primera y lo cobrará en yuanes en lugar de dólares.
Estas decisiones abren una nueva etapa en el mercado mundial de petróleo, y también en otro tipo de comercio, pues los países que vendan crudo y cobren en yuanes comprarán otros productos también en dicha divisa. Estas decisiones muestran el deseo de China, al que se unen entusiásticamente Rusia y el bloque musulmán chií satélite de Irán y sus aliados internacionales, de hundir el dólar y dañar gravemente el poderío estadounidense. Irán ya estaba en el proyecto, y ya tenía un pacto con India para vender petróleo y cobrar en rupias o en oro. Un paso más para desplazar el poder económico hacia Asia, con el consiguiente desplazamiento de riqueza desde Norteamérica y la Unión Europea.
Sin duda el 6 de septiembre será un hito que se contemplará como decisivo en los cambios que el mundo experimentará en los próximos años. Y puede ser recordado por dos razones: porque sea el comienzo de la fase final del definitivo declive de Occidente, o porque éste reaccione y logre acabar con la intentona asiática, para lo cual no se puede descartar ningún medio, incluido el bélico a gran escala, como lo demuestran las primeras escaramuzas que se libran en tierras de Siria.
4.- Dominio sobre las materias primas. Para su desarrollo industrial y tecnológico, China precisa grandes cantidades de minerales estratégicos muy escasos, por lo que está realizando una penetración dominante en países productores, principalmente africanos e iberoamericanos.
Un caso concreto es el de las denominadas “tierras raras”, sobre las cuales está adquiriendo derechos de explotación en el tercer mundo, al tiempo que está realizando acaparamiento en almacenamientos propios. Su intención es evitar escasez en sus factorias y el control de precios internacionales. Su necesidad de energía para poder alcanzar la primacía mundial es acuciante, y China también está acaparando derechos de extracción carbonífera y petrolífera en todo el mundo. Para ello no tiene tienen remilgos en colaborar con regímenes tiránicos, discriminadores e, incluso, genocidas, como sucede con el que en Sudán dirige Omar al Bachir, que, a pesar de los bloqueos internacionales, se ha convertido en un suministrador de petróleo de China.
África es, actualmente, en una operación que ya comenzó hace años, el más apetecible objetivo de China, pues allí hay grandes recursos sin explotar y, carente de escrúpulos, aspira establecer una colonización económica. España ha sufrido en sus propias carnes la agresiva política china de acaparamiento de fuentes de energía, y así, según un informe de la agencia privada de inteligencia Stratfor Globlal Intelligence, China ha desplazado a Repsol de la exploración y explotación de petróleo en Guinea Ecuatorial utilizando a Gabriel Obiang Mbega Lima, uno de los hijos del presidente Teodoro Obiang, que es ministro de Energía.
Gabriel Obiang, según el informe, está a sueldo de los chinos, que le ayudan a blanquer dinero de la familia. El objetivo de China es que su petrolera, Chinese National Offshorer Oil Company se haga con la extracción del crudo en Guinea Ecuatorial, que actualmente está produciendo 500.000 barriles diarios. Parece que Gabriel Obiang estaría preparando, con la ayuda de China, convertirse en el sucesor de su padre en la presidencia de Guinea Ecuatorial. China también habría maniobrado para desplazar a Repsol de la explotación del campo de Vaca Muerta, en Argentina, aunque, a pesar de que en un primer momento se había dado por hecho, no consiguió hacerse con él, tal vez porque las comisiones no fueron lo suficientemente elevadas.
5.- Progreso tecnológico y piratería. China, a pesar de la imagen que en España se tiene de ella como productora de artículos de bajo coste, ya es una potencia industrial y tecnológica de primer orden. Está desarrollando un ambicioso programa espacial, moderniza su Ejército y su investigación es puntera, todo ello controlado por el complejo militar-industrial.
China copia todo lo que puede, una veces gracias a los conocimientos que adquiere de las empresas que con ellos colaboran o que producen allí (actualmente la mitad de los componentes electrónicos que se consumen en países occidentales están fabricados en China), y otras veces mediante el espionaje industrial. Las empresas chinas, que nunca son libres, sino tapadera de los intereses del Gobierno del Partido Comunista, han colocado, y lo siguen haciendo, miles de estudiantes y científicos en puestos sensibles de Occidente, a través de los cuales tienen acceso a nuevas tecnologías que no tienen ningún empacho en piratear, porque la propiedad industrial les tiene sin cuidado.
6.- Inversiones. Como un arma más de supremacía China utiliza la inversión en empresas de otros países y la compra de deuda pública a través de su fondo soberano, dado que quien controla la economía de una nación controla también sus decisiones políticas. Uno de los instrumentos más potentes es el grupo estatal State Grid, presidido por Lui Zhenya, miembro del comité central del Partido Comunista, que toma participaciones en otras compañías en todo el mundo.
En los últimos años los proyectos de compra se centran en aquellos países con graves problemas económicos o en cualquier gran empresa en trance de cierre. Algunos ejemplos fueron la compra de la división de ordenadores de IBM y la de la sueca Volvo por parte de la china Geely. Actualmente está intentando una penetración en el sector energético en la Península Ibérica, y en febrero del presente año compró el 25 % de la portuguesa Redes Energéticas Nacionales (REN) que gestiona el transporte de gas y electricidad en dicho país.
En junio intentó la compra de la participación del estado en Enagás y en Red Eléctrica Española, ofreciendo un precio superior al valor real; el porcentaje que conseguiría supondría el control de ambas empresas. La operación no llegó a cerrarse, pero los contactos continúan y las ofertas chinas se mantienen. Una muestra del chantaje que China ejerce sobre los países ahogados por la deuda se produjo el pasado 20 de septiembre, cuando tuvo lugar una cumbre entre la Unión Europea y China.
La delegación asiática estaba encabezada por el primer ministro chino Wen Jiabao, que lanzó una especie de ultimátum ante el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso. Jiabao, sin ningún complejo, manifestó la intención de su país de seguir comprando deuda de los países europeos en apuros y de las emisiones del fondo de rescate “mientras las condiciones sean las correctas”. Inmediatamente después Jiabao instó, mostrando cuáles eran las condiciones, a que se levante el embargo de armas que pesa sobre China desde la matanza de la plaza de Tiananmen, donde la dictadura comunista masacró a los estudiantes que exigían libertad, y que se le conceda la condición de “economía de mercado” al tiempo que se suprimen totalmente los aranceles a sus productos.
Dijo literalmente: “Lamento profundamente que no hayamos encontrado una solución al embargo de armamento y al no reconocimiento de China como economía de mercado”. Y remató: “Espero que desde la UE se promuevan iniciativas para resolver estos asuntos”.
7.- El corrupto entramado económico-político chino. La característica de la dictadura capital-comunista de China es la imbricación de poder político y poder económico, en un entramado en el que se confunden miembros destacados del Partido Comunista y de los nuevos tiburones financieros y empresariales, que allí portan carnet con la hoz y el martillo.
El New York Times publicó el pasado 27 de octubre que el primer ministro chino, Wen Jiabao, tiene una fortuna de unos 2.000 millones de euros, lo que le valió el bloqueo de su web por parte de las autoridades chinas. La familia de Jiabao es un caso más de misterioso enriquecimiento, y así, su madre cuenta con una “fortunita” de 92 millones de euros, habiendo sido su profesión maestra rural, y su hermano pequeño algo más, 154 millones. Este es un caso de pura casualidad enriquecedora, pues, cuando el Primer Ministro decidió, en 2003, dar un impulso a la recogida de basuras y a la limpieza, para evitar enfermedades, según él, allí estaban las empresas de su hermano para llevarse las contratas. Las habilidades financieras de esta familia son muchas, y así tiene intereses en la empresa Taibong, que participa en Ping An, uno de los mayores grupos financieros chinos.
8.- Control de las comunicaciones. Las autoridades comunistas chinas ejercen un férreo control de las comunicaciones, y no dudan en cortar la conexión a Internet o intervenir teléfonos. A tenor con estas prácticas, están bloqueadas, desde hace más de dos años, las web de Facebook, Yahoo!, Google y Amazon, y en cualquier momento cualesquiera otras pueden ser desconectadas.
9.- Las mafias. La penetración china en occidente, con su deseo de expansión por todo el mundo, la insaciable voracidad de materias primas, el obsesivo acopio de recursos y el acaparamiento de divisas, también utiliza métodos puramente mafiosos y delincuenciales para conseguir sus fines. Las mafia china es una hidra que alcanza a todos los negocios donde operan sus nacionales y no muestra remilgos ante ninguna de las armas de la panoplia criminal, por lo que perpetran la explotación de sus compatriotas, contrabandean con todo tipo de materiales escasos, falsifican artículos de lujo, expanden redes de prostitución, regentan timbas clandestinas, trafican con drogas y compran materiales robados, como el cobre y el oro, para enviarlos a su país.
Estos delictivos manejos conviven con la práctica del comercio legal, que es el sector económico más conocido de la comunidad china, que sirve de pantalla tras la cual se mueven ingentes cantidades de dinero negro e ilegal, que es repatriado a China mediante el envío de pequeñas remesas, siempre inferiores a 3.000 € para burlar los controles del Banco de España, a través de correos que llevan en su equipaje grandes cantidades de billetes de 500 € y también con complicadas operaciones financieras, en la que intervienen empresarios y financieros chinos establecidos en occidente y otros nacionales.
Por este método ya se han evadido miles de millones de la riqueza nacional. La proliferación y consentimiento tácito de la inmigración ilegal, y el hecho de que cada inmigrante chino que llega lo hace a través de redes clandestinas y queda a merced de la mafia, favorece el hermetismo de dicha comunidad asiática y el sometimiento a la ley del silencio que imponen los matones, lo que dificulta gravemente la acción policial en una colonia aislada como la suya, donde cualquier ilegalidad tiene cabida. Llegados a este punto no podemos obviar que es imposible el funcionamiento de esta mafia sin importantes connivencias, en España de funcionarios de las Fuerzas de Seguridad, de Extranjería y de Aduanas, así como de responsables políticos, y en China, dado el estricto control policial y administrativo que allí se ejerce, directamente de las autoridades y responsables del Partido Comunista Chino, que es quien detenta el poder y maneja el nuevo modelo productivo y económico-financiero.
El régimen dictatorial y corrupto del capital-comunismo que impera en China y las mafias chinas instaladas en occidente son causa y efecto, y éstas son utilizadas por aquel para conseguir su neocolonización, para realizar los trabajos sucios que no desea acometer directamente.
10.- España, país amigo de China. Los dirigentes chinos se refieren a España como su “país amigo en Europa”, y lo están utilizando desde hace dos décadas, con la connivencia de los sucesivos gobiernos, como la puerta abierta por la que penetran en la Unión Europea. España es, por ello, el principal mercado y la base de operaciones comerciales y delincuenciales chinas en Europa. En ningún otro país se ha producido un crecimiento tan rápido de la inmigración china, en este caso a la par que las de otras nacionalidades, gracias a la permisiva legislación española y por la dejación de las autoridades responsables.
Las facilidades dadas a las inversiones chinas, y al establecimiento en España de sus negocios, son escandalosas. Ya en 1.992 entró en vigor un acuerdo, fechado en Pekín el 22 de Noviembre de 1990, y publicado en el BOE de 25 de Junio de 1992,entre España y China para prevenir la doble imposición, y que mejoraba las condiciones fiscales para las empresas y los nacionales chinos que se instalaran en España. Lo más sorprendente de todo el proceso de ascenso chino es que, apelando a la libertad de mercado y al libre comercio, China viola impunemente todas las normas de la leal competencia. Devalúa el yuan en lugar de dejar que el mercado marque su valor, sus trabajadores tienen salarios ínfimos y carecen de derechos laborales, sus industrias producen sin respetar los más elementales principios de seguridad, sus artículos no cumplen las normas de calidad y, a pesar de ello, son exportados a otros países donde son comprados con alegría, y además imponen todo tipo de condiciones restrictivas a las importaciones para que nadie opere en su mercado interno.
Es inconcebible que tal cúmulo de despropósitos sean aceptados, pero hay poderosas fuerzas en occidente que recomiendan rendirse, con los grandes empresarios al frente, pues así podrán someternos al igual que los comunistas chinos someten a sus trabajadores. La cuenta atrás hacia el desastre está en marcha. El fiel de la balanza del poder planetario pronto se inclinará hacia Asia y señalará a China. Sólo medidas valientes y decididas, que pasan por defender por todos los medios la economía europea, pueden salvarnos de caer, para mayor gloria de la globalización, bajo el yugo de un modelo económico, laboral y político calcado del chino.
Por supuesto no será la plutocracia internacional, ni las compañías trasnacionales, ni los oligopolios, quienes muevan ni un dedo para cambiar nuestro destino, porque sus negocios y sus fortunas no tienen patria, son de donde se enriquecen y solo se postran ante su ídolo dorado, y éste parece ahora sentar sus reales en China. Sólo el reconocimiento y la aceptación de la amenaza puede permitirnos vencer. Sólo la voluntad decidida de triunfo puede hacernos construir un mundo nuevo alejado de los bloques castradores de la identidad nacional. Sólo una Europa de las patrias, que defienda nuestros derechos laborales y sociales y a nuestra economía de los depredadores, tanto capital-liberales como capital-comunistas, puede impedir que sigamos sometidos a la dictadura de los mercados financieros, encadenados a los intereses de la deuda y a la prima de riesgo, o que caigamos en la opresión del sistema chino, empobrecidos en una nueva servidumbre. Sólo un social-patriotismo de tercera vía que mantenga un Estado fuerte y social, que suprima el gasto desmedido, que haga desaparecer el sistema autonómico centralizando el poder político y descentralizando la administración a través de las diputaciones, que se aleje de la globalización multicultural y corte y revierta la inmigración masiva, verdaderos cánceres que están destruyendo el cuerpo nacional, podrá hacer frente a los formidables desafíos que se nos presentan, y que ahora se están sustanciando en el complot chino que pretende sustituir el imperio económico-financiero estadounidense, nacido del orden establecido tras la II Guerra Mundial, por el suyo propio, surgido de la revolución maoísta.
En nuestras manos está la solución, y en nuestra acción militante en el día a día, mostrando la realidad sin distorsiones interesadas, el camino a seguir. Si no nos imponemos voluntariamente ese deber, si esquivamos nuestras obligaciones, el yugo chino caerá sobre nuestros cuellos y sobre los de nuestros descendientes.
Manuel Montes