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Vive libre o muere

Amici, camerati, compagni:

Si hay una serie que representa la lucha del hombre blanco americano, que es como decir occidental, por evitar ser sodomizado por una mujer-esposa -la odiosa Skyler-,

una autentica amarga-maridos, un medio delincuencial compuesto por “migrantes” como Tuco Salamanca,

sin perder de vista un peculiar sentido de la justicia y la fraternidad entre compañeros de lucha Jessie y Walt,

es, sin duda, “Breaking bad”, que, como sabéis -y si no os lo digo yo- significa  “volverse malo”, en el sentido de “espabilar” y no dejarse avasallar por el buenismo feminoide y los abusones delincuentes, sin olvidarnos de la “policía del sistema”, absolutamente vendida a técnicas del resultadismo numérico e incapaz de percibir que el mal puede anidar entre los “dignos y honrados ciudadanos, pilares de la comunidad”.

Aquí, el sr. Fring, gran narcotraficante y, al mismo tiempo, del Rotary club.

Pero, vosotros diréis, ¿esto a qué coño viene?. Este Otto se ha rayado de tanto ver Netflix -catalán free-, pero sí, si que tiene que ver con el título del artículo…

La defensa de la libertad nunca acaba: de las milicias armadas, a las redes y las calles.

Desgraciadamente para los europeos, el derecho a portar armas que figura en la Constitución de los EE.UU está severamente limitado por un sinfín de leyes penales y administrativas, de tal manera que solo el Estado -que, a fin de cuentas, también está formado por humanos, al menos de momento-, ostenta el derecho a ejercer de forma “legítima”, es decir, que puede hacerlo porque lo dice el mismo Estado, el uso de la fuerza. Max Weber, un genio alemán de principios del siglo XX,  lo explicó muy bien en una de esas frases que se quedan para siempre:

Es decir, que el Estado es como el “Juan Palomo” del uso de la fuerza y su corolario: llevar armas. Pero, fijaros, camaradas, de este “juanpalomismo”, que, podríamos decir, le corresponde al Estado-Nación, es decir, a la Patria, entendida ésta como algo común y consentido por todos los ciudadanos, las regiones y los ayuntamientos, así como todo ente llamado “administrativo”, se irroga el derecho a disponer de la vida y hacienda de los ciudadanos. Y esto se ha visto -se está viendo-, con el “virus chino, o virus de Wu-han”, que se nos ha olvidado ya, que esto lo han inventado los hijos de Fu-manchú:

“Chimo, Chimo, es, es un agujero…”

Esto lo he puesto para fastidiar, pero es que no puedo tragarlo ni a él ni a su colla de sicarios de la Agenda 2030, “LOS CHIMOS”, caramelitos burocráticos y cómplices necesarios de la Gran Satanidad Levítica,

vamos, la judiada, que, curiosamente, tienen la misma marca de colorines que la bestia. Me refiero a la rueda-agenda 2030 y los caramelos Chimos:

LaTercera posición: el anarcofascismo, el gin tónic ideológico del Siglo XXI

El caso, camaradas, es que un movimiento anarco-fascista, anarquista, por lo informal, ajeno a la jerarquía, indisciplinado, viene haciéndose notar al socaire de los manejos de los plutócratas del sistema, que quieren aprovechar el desastre que ellos mismos han generado, con ayuda de los “experimentos de los chinitos de amol”, made in Wu-han.

Esta lucha mundial tiene el carácter “anárquico”, “antisistema”, que no “antifa”. Es más, los “fascistas”, es decir, los nuestros, están por la labor de unir fuerzas contra el “Gran Satán” globalista, por la capacidad de lucha y sacrificio, por saber, en definitiva que lo material no es lo importante.

Y que el espíritu, la voluntad de poder, de ser la esencia de nuestras vidas, se plantea como bueno y decente, lo que se puede y se debe hacer: EL DEBER.

Ya lo decía Máximo Décimo Meridio, “El Hispano”, en su arenga antes de la batalla: “Por que sólo tenemos una vida y lo que hagamos o no en ella se nos exigirá aquí o en la Eternidad, por las almas de nuestros antepasados, que es como los fascistas entendemos la Patria, la memoria de nuestros padres y el futuro de nuestros hijos”.

Y va para un año…

Que llegó “la momia”, tras unas vergonzosas elecciones amañadas, al sillón presidencial del antaño Poderoso Imperio Mundial.

Y se puso al servicio, cómo no, del “globalismo”. Y claro, los patriotas americanos, reaccionaron. Y como la parte sana de los EE.UU. tienen la costumbre de defender sus derechos con las armas, levantaron la bandera de la insurrección de los colonos que se rebelaron contra la Corona inglesa que los freía a impuestos y los mantenía bajo la bota de los “casacas rojas”. Y esta es la bandera que usaron los primeros rebeldes patriotas de las 13 colonias:

Que significa, “no me pisotees que te morderé”. En diciembre de 1775, ya en pleno conflicto con Gran Bretaña, Benjamín Franklin publicó, en el Pennsylvania Journal, un artículo sugiriendo que la serpiente de cascabel sería un buen símbolo para representar el espíritu de rebeldía de los colonos americanos:

Recordé que su ojo destacaba por su brillantez, más que en cualquier otro animal y que no tiene párpados. Por tanto, podría ser estimada como un emblema de vigilancia. Nunca ataca primero ni, una vez comprometida en una lucha, se rinde jamás. Es por lo tanto un emblema de magnanimidad y auténtico coraje. Como si estuviera ansiosa de evitar toda incitación a luchar con ella, oculta las armas con las que la naturaleza la ha dotado en el techo de su boca, de tal forma que, para todos aquellos que no están familiarizados con ella, aparenta ser un animal completamente indefenso. E incluso cuando esas armas se muestran prestas para su defensa, parecen débiles y despreciables. Pero sus heridas, aunque pequeñas, son decisivas y mortales. Consciente de ello, nunca hiere antes de haber advertido generosamente primero, incluso a su enemigo, y prevenido contra el riesgo de pisarla. ¿Estaré acaso equivocado, señor, al pensar que ésta es una buena imagen del humor y la conducta de América?

Benjamin Franklin.

Pues bien, esta bandera se está viendo no solo en EE.UU. -batalla del Capitolio- como símbolo de los patriotas que no quieren rendirse ante los “poderes ocultos” de los globalistas, sino en España. Hace unos pocos días, en la manifestación en Madrid de la policía y Guardia civil, contra la derogación de la mal llamada “Ley Mordaza” y las realizadas contra la llamada también “PLANDEMIA”:

Lo que me parece interesante de la situación es la unión espontánea entre los dos aparentes polos políticos opuestos, pero ambos “antisistema”, que, repito, es lo contrario de los “antifa”. Y esto recuerda al movimiento de los “fasci di combatimento”: las clases medias organizadas ante la inminente pérdida de su status, reacciona buscando en la política activa y sin melindres la defensa de su derecho a vivir. Y para ello necesitan a “la gente que lucha en las calles”. A nosotros. A noi.

Y es que ahora, como hace cien años con la “Marcha sobre Roma”, 1922 -atentos al evento que “Producciones Roberto” prepara para su celebración-, de la unión de las clases populares -el pueblo-, con el “senado”, o los “mejores”, hoy sería la puteada “clase media”, los “optimates”, se forja la grandeza de un pueblo. De ahí la marca del imperio romano: SPQR.

En fin, que como decían los chinos al modo de maldición: “ojalá vivas tiempos interesantes”. Pero esto, a los patriotas, a los camaradas, a los que sabemos de luchas y sinsabores, no nos asusta. Al contrario, la amenaza del caos la vemos como lo veían los pioneros llegar a tierras nuevas por colonizar: como una oportunidad de dejar nuestra huella, mayor o menor en la Historia que nos ha tocado vivir, luchando, sin rendirnos jamás. “Mantenerse en pie en un mundo en ruinas”.

Vuestro pre-navideño Otto.