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Ardor Guerrero

Amici, camerati, compagni:

Cuando uno pensaba que los antiguos valores patrióticos estaban de saldo, de repente, gracias a los Amos y Señores de la Globalización,

y su imprescindible “corte mediática”, que es prácticamente todo el “espectro” televisivo,

más las famosas “redes sociales”, del llamado “Estado Vigilante Digital”,

Pues digo, que han determinado que “la guerra es chulísima”, que nos diría la encantadora Yoli, la matriótica. Pasen y vean a la imbécila en todo su esplendor:

Y, de repente, nos han salido decenas, centenas, millares tal vez, de “juntaletras” mediáticos, convertidos en auténticos “jingoístas”, que es la forma cultureta para decir “belicistas de salón”, que nos incitan a pensar que Putin, -fíjaos la personalización del conflicto- es un “malo-malote”.

Jingoístas de sofá y Netflix

Un poquito de historia: 1898, año del desastre de España: Previa a la declaración de guerra de EE.UU contra España, con el avieso y conseguido objetivo de arrebatarnos las últimas partes de nuestro antaño poderoso imperio y, convertirse ellos en una “potencia mundial” al vencer a un país en decadencia. Fue necesaria romper la inercia aislacionista mediante las más sofisticadas técnicas de propaganda de la época, haciendo creer al “populacho salchichero yankee”, al cual le íbamos a dar una paliza de aquella manera. Por lo menos así se le consideraba desde la prensa de aquí, a 10000 km de distancia de la guerra, que los “states”, habían sido atacados impunemente por España en la bahía de la Habana, Cuba, España: el hundimiento del acorazado Maine.

Y así se hizo realidad aquella frase de W.Randolph Hearst, que es el “tycoon” -el supermillonario poderosísimo- representado por el gran Orson Welles en “Citizen Kane”: “DADME UNAS IMÁGENES Y OS DARÉ UNA GUERRA”.

La cosa es, camaradas, que a una sociedad absolutamente acostumbrada a que se le saquen las castañas del fuego, a una sociedad en que se le ha enseñado -y ella se ha dejado en plan facilona-, a no sentirse responsable de sus propios destinos y a tener como único objetivo el placer inmediato en todas sus formas y modelos, ¿qué es si no el máximo placer de sentir placer siendo otra-otro-otre para sentir placer por todos los medios imposible?

Y es que se está pidiendo darle “caña al mono, hasta que cante”, bajo el concepto de chulo de discoteca, de los de “aguántame el cubata, que llamo a Koldo y le pega una paliza”.

¿Telefono rojo? Volamos hacia Moscú

El caso, camaradas, es que nos están enzarzando en una muy peligrosa guerra que, más allá de las simpatías personales de cada uno -yo voy con los rusos (no con los comunistas, ojo, que veo a muchos camaradas confundidos) y especialmente, con las rusas- a base de mentiras, grandes mentiras, jodidas y asquerosas mentiras y “estadísticas” que pueden ser un callejón sin salida para unas naciones decadentes y manipuladas por unas estrategias de comunicación global que hasta los pablocasados, carromeros, caseros y demás patulea, podrían advertir.

Dicen los clásicos de la estrategia militar, que la primera víctima de la guerra es la verdad, y esto que ocurre en realidad, es el enésimo enfrentamiento indirecto entre Rusia y EEUU, que ahora tiene lugar en Ucrania. Como antes ha ocurrido en Siria, donde los rusos han puesto pie en pared. Porque en la guerra, la preguerra y la posguerra, la propaganda es un arma poderosísima para lograr la victoria independientemente de la superioridad numérica, pues contribuye con factores esenciales, como son “la moral de victoria, la disciplina y el orden, el espíritu de lucha y la voluntad de vencer”, por utilizar el lenguaje de nuestras Reales Ordenanzas.

Resumiendo: si una población adicta al confort y absolutamente autoengañada por los “media”, infectada, además, de un “pacifismo violeta”,

que ha convertido cualquier valor militar, castrense, varonil, en objeto de investigación penal por posible “delito de odio”.

Si a esa “sociedad emasculada”, “sociedad sin atributos”, se le hace creer en el mito de la “guerra justa e inevitable”, la confrontación con la realidad será, en caso de que esto vaya a más, absolutamente catastrófica. Y los “aprendices de brujo” podrán comprobar cómo el “favor del populacho”, que es lo propio de la demagógica, del populismo en sentido estricto, se perderá ante unas restricciones que serán algo más que incomodidades temporales o subidas de precio. Precisamente por estar el mundo-mundial absolutamente interconectado, dejar “fuera de juego” a la “Sexta parte del mundo” y crear un “frente bipolar”, que según los apóstoles de la CNN-Sexta-Secta, con derecho de veto a todos los disidentes mediáticos.

La fiel infantería

Imbuidos de la “realidad paralela” del mundo “Matrix”, la gente piensa que esta situación es muy parecida a las “revoluciones naranja”, “maidanes”, “primaveras árabes”, “procés de autodeterminació”, y otras movilizaciones al estilo y modo de financiación de la CIA-NSA, y otras “agencias” del “mundo libre”. Pero ahora es algo muy distinto. En la época de la “guerra fría”, ambos bandos tenían fuertes ideales, y fuertes ejércitos. Ahora, tengo la impresión que el “ardor guerrero”, está en un lado. Y en el otro, pues eso, mucha tecnología y algún que otro implante mamario para intentar cambiar la naturaleza en unas cabezas llenas de mentiras mediáticas, sentimientos de izquierda-Disney,  progesterona y depilación integral al láser. O sea, el ejército multicultural-multinacional-multisexual y “transgender” de la OTAN.

Tiempos recios, tiempos de hombres

En un famoso “quote” -diálogo en un guion de cine-, de “Grupo salvaje”, un grupo de camaradas anteponen al dinero de una recompensa, gastado generosamente con damas y en francachelas, el valor de los compañeros y la ayuda a un mejicano que les había ayudado: a uno de los nuestros. Es el famoso “lets go, why not?”, traducido al español, el “vamos a por ellos, ¿por qué no?. Toda la secuencia, aquí:

Y es que, a veces, el destino se burla de los poderosos haciéndoles caer en las propias trampas que tejen para los humillados, para los ofendidos.

Y si llega ese momento, todos los que nos hemos sentido orgullosos de ese “ardor guerrero” que mantenemos en lo más profundo de nuestras almas y corazones, sabremos estar unidos como en las legiones, como en las falanges.

Me despido con la canción de nuestra gloriosa infantería:

Desde el “ostfront”, vuestro Otto.