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Muchacho, la Marine te llama

Amici, camerati, compagni:

Hoy tenemos fiesta en casa de los vecinitos de arriba. Francia, la dulce Francia, la perversa Francia, la anticipada Francia, la orgullosa Francia, se ve -de nuevo- ante la tesitura histórica de “marcar el paso” de la ideología política en Europa.

De casta le viene al galgo: de buen padre, buena hija

Marine Le Pen es hija, todos lo sabéis, del fundador del Frente Nacional, Jean Marie, su fundador, “parachustiste”, guerrero defensor de su Patria, como debe ser, ante los ataques de una guerrilla cobarde que perdía la batalla de Argel, pero que fue traicionado como todos los patriotas que lucharon por la civilización -y por civilizar- a los pueblos y naciones que lo necesitaban. El Front National, fue y es un partido que ha ido conquistando, ligando poco a poco, como una buena salsa bearnesa, un espacio político que hace unos pocos años hubiera parecido imposible: los obreros, los empleados, los campesinos, en fin, la Francia cabreada, señoras y señores, votan a la “ultraderecha”, vamos, que los sectores rojos, humildes y humillados, se han vuelto “fachas”. Y que los pijos, riquines, profesorado y vividores del sistema de impuestos vampíricos, se han hecho macronianos.

Macronianos=globalistas=judeo-masónicos.

En efecto, camaradas, Macrón y su esposa-mamá,

son los representantes de la Agenda 2030 para “filetear” las naciones de Europa y convertirlas en cómodas lonchas de esclavos sin conciencia de pertenencia alguna, más allá de la posibilidad de elegir entre Netflix y HBO para consumir su vida inútilmente en un sofá desvencijado, mientras son convenientemente succionados económica, moral e ideológicamente, como mosca en telaraña, por el Gran Satán Globalista: el tío Soros.

¡Alerta antifascista¡

El caso es, camaradas, que basta con la posibilidad de que este domingo 24 de abril, la hegemonía política del “reseteo” del globalismo-materialista, que es como ahora se llama al contubernio judeo-masónico de toda la vida,

se ponga mínimamente en jaque, para que las “alertas antifascistas” se vociferen en todo el entramado mediático, que bien engrasado y pagado, reenviará un mensaje de miedo y odio a cualquiera que intente pensar por sí mismo para que no se le vote.

Sin embargo, Marine ha sabido cuidar su imagen de “maman des chats”, mamá de gatos.

Cuando las barbas de tu vecino veas afeitar…

Suceda lo que suceda hoy en Francia, el cerco a la “ultraderecha”, el famoso “cordón sanitario”, ya se ha roto. Y esto va más allá de quién gana, de quien gobierna. Lo importante es que el debate político ya está en el punto que interesa: lejos del esquema izquierda-derecha, sino en el más esencial, el importante para nosotros: la Patria, las Patrias, contra el “globalismo”, vamos, el capitalismo financiero mediático que nos promete que “no tendrás nada, pero serás feliz”.

Todos nosotros somos el “nuevo enemigo” del sistema

Para las mentes «izquierdistas», de los “rojos”, vamos, la culpa de cualquier problema social debía buscarse sobre todo en «los ricos», los “fachas”, seres desalmados que absorbían para sí solos toda bonanza económica, dejando al resto con apenas migajillas. Los «ricos» podían ser los empresarios, los acaudalados herederos, pero también los países prósperos, culpables asimismo de cualquier desmán en naciones menos afortunadas. Para las mentes más derechosas, pijos del PP y bastantes de VOX, tipo estafador de mascarillas:

Empero, la culpa de nuestros males solía residir en «el Estado». La solución también solía ser monótona: más libertad individual, mercados más libres, menos leyes, menos impuestos.

Naturalmente, también había gente capaz de contemplar la realidad social sin limitarse a esos dos puntos cardinales. Siempre hubo conservadores, reaccionarios, anarquistas, utopistas religiosos, distributistas… y nosotros, los que formamos parte del campo del patriotismo nacional-sindicalista, a los que esa polaridad este-oeste recién descrita no les cuadraba de todo. 

Mas hete aquí que nos hallamos, pongamos, en el año 2022. Nadie emplea todavía un mapa de carreteras editado en los años 80. Pero muchos siguen aún con la cartografía ideológica vigente en aquella década. Y gran parte de nuestro debate público lo copa esa vieja discusión aún: si son los Estados o son los ricos los culpables de nuestros entuertos. En efecto, si resulta obsoleto seguir confrontando poder del Estado y grandes poderes económicos no es porque uno de los dos bandos haya acaparado al final toda la responsabilidad, sino por algo más sencillo: porque ambos se han aliado y la comparten.

Fijémonos en cuatro de los asuntos más candentes de nuestros días: ecologismo, feminismo, pensiones de jubilación, migraciones. Podríamos citar muchos más, pero bástenos esos cuatro. En todos ellos se constata la alianza recién descrita; tanto el Estado como las grandes empresas coinciden en transmitirnos un único mensaje: ni el uno ni las otras son culpables de los aprietos con que ahí nos topemos, sino que los culpables, los que no están a la altura del mundo globalista, los neo-rancios, los que deben modificar su vida SOMOS NOSOTROS. 

Y esto significa:

  • Que luchar contra el “cambio climático” durante los próximos años está previsto que gastemos 275 billones de dólares en él, para «descarbonizar». Digámoslo también con cifras de nuestra factura de la luz: el precio de la electricidad seguirá subiendo vertiginoso, e igual ocurrirá con el acero y el cemento (entre un 30 y un 45%). ¡Qué bien les ha venido la guerra Rusia-Ucrania, eh¡.
  • Que se producirá una riada de pérdidas de empleo (la cifra barajada es de 185 millones; y no serán precisamente desempleos de consultores como ellos). Si estas cifras le parecen a usted una barbaridad, recuerde que no todos perderemos con ellas. Hay dos grupos a los que benefician sobremanera. ¿Cuáles serán?

Anda, pues, los dos viejos enemigos, los “comunistas de salón” y los “ricachines explotadores”, ahora reconciliados. Vamos, que tanto los Estados (que se han puesto a recaudar cual locos con la subida de impuestos «ecológicos») como las grandes empresas (que recibirán el grueso de las ayudas económicas para «descarbonizar»), las famosas ayudas postpandemia, obtendrán conspicuos beneficios de esta avalancha que se nos viene. Ahora solo se podrán permitir quienes paguen las enormes tasas que nos acecharán.

O sea, que si somos varones normalmente constituidos, con nuestro sexo binario, el de toda la vida, o una mujer que no comulga con los desatinos que exhiben hoy las feministas, todos los mensajes que contemple alrededor contarán con una melodía monótona: la gente normal tenemos la culpa. ¿Quién gana con esto? repetimos: la alianza de Estado subvencionador -con nuestros impuestos galopantes- (20.000 millones ha prometido ya la “viudiña”) Irene Montero, con sus niños, su chaletazo y sus niñeras. Uno de los niños, con faldita, para hacerle propaganda a Mamá y sus perversiones de género, junto a la casta progre social-comunista y mediática.

Gulliver en el país de Liliput.

Hoy se nos ofrece colaborar en la unión de los pequeños patriotas de Lililput: «ultraderechistas», o «fachas», “tradicionalistas”, incluso “rojos” clásicos, los obreros con conciencia de clase de toda la vida, hoy a extinguir. Porque al igual que los liliputienses, entre todos podemos atar al Gulliver globalista.

Por eso, desde nuestras filas, no le ponemos mala cara, antes al contrario, a todo tipo de personas de bien que se nos acercan. Ellos saben que somos leales camaradas del frente.

Y bien sea del frente del Este o del Oeste, pero que vamos en serio contra todo lo que suponga el peligro del exterminio de nuestra civilización. Porque, como decía Friederich Nietszche:

Terminamos con una canción y un deseo de triunfo, Marina, Marina, Marina… Le Pen.

Hasta la victoria, en el triunfo o en la derrota, nos veremos en las calles el próximo 1º de mayo, día de la patria de los trabajadores.

Vuestro Otto.