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El «2 de mayo» catalán

Vivimos días agitados, históricos, de los que recordaremos toda nuestra vida. Pero no son los días tristes que pretenden una caterva sediciosa, son días de despertar, de orgullo.

El 2 de mayo de 1808, España parecía resignada a ser derrotada sin un solo disparo. La metrópoli de un Imperio crepuscular se rendía al nuevo amo del mundo sin resistencia, de hecho ya había conquistado casi todo Occidente. Las tropas napoleónicas traían el progreso heredado de una Revolución que admiraba la intelectualidad y el pueblo. Y no pocos españoles les hicieron de palmeros, escupiendo a la vieja y rancia España. Y la mayor parte de la clase dirigente veía beneficios en la invasión, incluyendo aquella excusa por la que dejaron pasar a las tropas, la invasión de la hermana Portugal. Pero poco a poco el Pueblo Español se fue dando cuenta de lo que venía en realidad, y acabó explotando en Madrid, en aquel mayo glorioso, y el temblor llegó a toda España.

En octubre de 2017, España ha sido invadida por las tropas de la decadente Progresía Internacionalista, que durante años ha lanzado su veneno sobre los valores de la Patria, la Tradición, la Solidaridad entre españoles. Esa Progresía que campa a sus anchas sobre Occidente, buscando la disolución de Europa porque supuestamente tiene la culpa de todos los males del planeta. En España ha encontrado este virus un perfecto caldo de cultivo en determinadas regiones, sobre todo en Cataluña. Blandiendo banderas que a nadie le provocan rechazo, como son la supuesta defensa de los oprimidos, el reparto justo de la riqueza, la libertad, ha ido socavando los pilares de la hermandad catalana dentro de España, y en realidad se han dedicado a oprimir al de pensamiento distinto, convirtiéndolo a sus tesis o aislándolo de la sociedad. Y no pocos españoles les han aplaudido creyendo que representaban el progreso. Y la mayor parte de la clase dirigente, política y empresarial, ha dejado crecer a la bestia invasora, buscando beneficios. Pero poco a poco el pueblo español se va dando cuenta de quienes son los de la horda, y en un octubre glorioso, han empezado a perder el miedo en Barcelona, en Cataluña, y el temblor se está extendiendo por toda España.

En 1808, el Pueblo Español vio como aquellos que supuestamente portaban la liberté, egalité et fraternité, en realidad eran soldados de un Emperador que se había autocoronado, que había traicionado los principios de la Revolución. Y no venían a liberarlos del Antiguo Régimen, sino a ponerlos bajo la bota de otro. Vieron como lo que debió ser una rebaja del poder de la Iglesia, en realidad se trataba de saquear las iglesias, el patrimonio de sus pueblos. Se dieron cuenta de que los soldados de Napoleón no traían la cordialidad entre villanos, gente del pueblo, para ayudar al español pobre, si no que eran villanos en el peor sentido de la palabra. Y fue el pueblo español, no sus dirigentes, ni sus clases acomodadas, el que se batió. Y fueron los soldados y la oficialidad de menor rango los que les ayudaron. Y la clase rica y dirigente tuvo que ir detrás de ellos.

En 2017, muchos catalanes, más de la mitad, han descubierto a tiempo lo que había tras la careta. Y cuando los invasores creían que el pueblo español estaba desmontado, han descubierto que en realidad estaba dormido, y ha despertado. Cuando Barcelona, como aquel Madrid de 1808, ha sido atacada, ha hecho que el resto de España haya gritado ¡No estáis solos! Y no pocos se han ido a ayudarles. Y muchos han ofrecido refugio a los que temporalmente tengan que abandonar Cataluña, porque esa es la solidaridad entre hermanos.